Es difícil encontrar a un autor cuya escritura esté tan habitada por México como Juan Rulfo. Es como si hubiese escrito bajo el dictado de los sueños y pesadillas de la propia realidad. Admirado por Borges y García Márquez, le bastaron a Rulfo dos obras, “Pedro Páramo” y “el Llano en Llamas” para superar los límites de la literatura. “Diles que no me maten” es un relato de “El Llano…” Allí escuchamos la súplica de un padre al hijo para escapar del castigo por un crimen cometido hace muchos años. La muerte en México es intemporal, desde la masacre de la conquista hasta la Revolución Mexicana, la primera del siglo XX. La muerte en México es omnipresente, como lo demuestran los grabados de Guadalupe Posadas. La muerte en México es consustancial, como lo prueban los más de treinta candidatos asesinados durante la campaña electoral. Es que hoy vota México.

100 millones de electores acudirán a 170.000 mesas para decidir 20.000 cargos. Desde la Presidencia hasta los cargos auxiliares municipales, desde Ciudad de México hasta Yucatán, habrá que elegir Gobernadores, Senadores, Diputados, Legislaturas locales… las categorías a proveer hacen de estos los comicios de mayor magnitud en la historia mexicana. Por primera vez, habrá una Presidenta: ya sea Claudia Sheinbaum que representa a MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional, actual oficialismo), o Xóxitl Gálvez, la candidata del establishment político-económico-mediático producto de la coalición entre el PRI (Partido Revolucionario Institucional), el PAN (Partido Acción Nacional) y el PRD (Partido de la Revolución Democrática).

La candidata liberal-conservadora basa la campaña sobre combatir al narcotráfico, aplicar la ley contra los criminales, asegurar la tranquilidad de los mexicanos. Promete aumentar el sueldo de los policías. Denuncia que López Obrador quiere convertir a México en otra Venezuela (poco originales, estas gentes). Dice que la ayuda social construida durante el gobierno de AMLO ha sido mal administrada y peor distribuida. Tanto que para Gálvez, los 180.000 asesinatos y 50.000 desapariciones ocurridas durante el mandato de MORENA serían debidos… a esas políticas sociales. Más mano dura y menos ayuda social parece atacar las consecuencias del problema narco y no las causas, entre las que sobre sale la decisión de militarizar la represión a partir de la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012). En 2007 la tasa de homicidios era del 8 por cien mil habitantes, en 2018 –llegada de AMLO- alcanzó a 30 y hoy está en 26 (en Argentina esa tasa es de 4.5) Por cierto, Gálvez también es del PAN.

“No necesitamos un puño de hierro, necesitamos justicia”. Dice Sheinbaum, que al menos intenta actuar sobre los orígenes del problema. En esa perspectiva, sostiene que es la desigualdad y la marginación las que proveen de tropas al narcotráfico, así como la persistente demanda de los consumidores norteamericanos. Esta candidata, que gobernó la ciudad de México, cuenta con el envión provisto por el 60% de imagen positiva con la que AMLO (López Obrador) concluye el mandato. El aumento del salario mínimo en un 120% encima de la inflación, menos del 3% de inflación, más y mejores programas sociales, nacionalización del litio mexicano, recuperación de generadoras eléctricas… el lema de PEMEX es “por el rescate de la soberanía”: todo un programa. Por cierto, México mantiene los “equilibrios macroeconómicos” caros a los liberales-libertarios, y es el segundo receptor de inversiones extranjeras con el 18% del total en 2022, lejos de Brasil con el 40%, muy por encima de Argentina con el 6%. Además, México hoy es un actor insoslayable en el tablero internacional.

Desde los días en que a principios del siglo XX Francisco Madero lanzó la consigna “sufragio efectivo, no relección”, las presidencias mexicanas duran seis años por única vez. En este caso, lo que está en juego es tanto la continuidad como la profundización del modelo desarrollista y soberano –pues no hay una cosa sin la otra- inaugurado en 2018. ¿Será el capitalismo con particularidades mexicanas? En todos los casos significa la recuperación del Estado, la revalorización de lo público, la primacía de la acción política. Sin embargo, recordemos que los logros del pasado –aún reciente- no sirven para ganar elecciones en el presente, aunque si puede dar credibilidad a una candidatura que ofrezca futuro. Significa ofrecer un proyecto nacional a la sociedad y no un museo. Bien debería aprenderlo la dirigencia política argentina, si es que queda alguna. Por eso, en el momento de votar, será el México de Rulfo el que enfrente al establishment local e internacional, con el mismo grito dirigido esta vez al pueblo: “¡Diles que no me maten!”