El gobernador cordobés Martín Llaryora enfrenta las elecciones de medio término con el desafío de sumar la mayor cantidad de votos posibles en una provincia donde la imagen del presidente Javier Milei es fuerte.

Los veranos en Córdoba tienen cuestiones repetitivas. No importa cuándo leas esto: las multas de la Policía Caminera; los precios y los ríos crecidos que arruinan los planes de los turistas y el paseo del funcionariado por los principales festivales. Esto último ocurre más en los años impares, en los que se ponen a prueba las gestiones. Se juegan continuidades y la clase política intenta darse un baño de pueblo, mostrarse empática, exhibir bronceados en los distintos escenarios de la vasta geografía provincial. Aunque en la provincia no se ponen en juego cargos locales, las legislativas de octubre son claves para reafirmar una hegemonía cordobesista que hace año y medio estuvo cerca de perder la provincia o para inclinar la cancha de cara a una elección de 2027 que se avizora tan histórica como todavía lejana.

Dos tendencias 

En los primeros días del año la agenda local está marcada por el juicio por las muertes de bebés en el hospital Neonatal, con un exministro en el banquillo de los acusados; el inicio de una temporada turística en la que resuena más la palabra Brasil que cualquier destino local; y la seguridad. Los ya clásicos robos estivales no tienen tanto que ver con el estacionamiento tarifado cerca de los ríos a diez mil pesos el vehículo sino con una serie de delitos a la propiedad que incluyen hurtos menores, casas desvalijadas, y millonarios atracos a empresas. El tema, más que sensible, está atravesado por un 2024 pródigo en escándalos policiales, en una gestión ministerial tan falta de logros como recostada en la “doctrina” Patricia Bullrich. Para entender la gravedad del asunto, basta señalar que la Municipalidad de Villa Allende decidió combatir el flagelo cerrando con portones el acceso a las calles de distintos barrios.

En este contexto, y aunque la administración provincial ingresó este enero en receso administrativo total, la gestión no descansa. Y mira las elecciones de octubre en clave de desafío inédito: el joven gobernador Llaryora enfrenta los comicios de medio término con la aspiración de no perder bancas en un distrito donde se espera que LLA crezca. Es que la imagen presidencial no decrece, a pesar del agua transcurrida bajo el puente. 

Al interior del peronismo provincial, dizque cordobesista, conviven por el momento dos tendencias. Están quienes azuzan al mandatario para que se enfrente abiertamente al poder central, entendiendo que Córdoba es discriminada y que al ajuste nacional debe contraponerse con fuerza el esquema local de desarrollo y obra pública. La idea es disputar la base del voto libertario, ex de Juntos por el Cambio. 

Por otro lado, hay quienes encuestas en mano recuerdan que cada vez que se criticó a Milei la imagen del gobierno provincial bajó y que recomiendan consolidar el núcleo duro propio para no perder las dos bancas que se ponen en juego en este turno y, aún saliendo segundos, no quedar mal parados de cara a 2027. Salir tercero sería una tragedia.

De un lado, entonces, hay quienes apuntan al 60-65% del electorado que en Córdoba se disputan Milei y el PRO. Del otro hay quienes prefieren consolidar un peronismo de perfil opositor que apunte a consolidar un 35/40% propio.

Las próximas semanas se verán las cartas, pero probablemente Llaryora avance en un mix de ambas opciones, en la idea de que esa estrategia le sumará por ambos lados. Mostrará gestión y “Modelo Córdoba”; criticará un poco, se diferenciará pero no tanto.

Qué se juega

Este octubre Córdoba renueva nueve bancas de diputados nacionales. Las dos que el oficialismo provincial pone en juego son las que ocupan Ignacio García Aresca (del riñón de Llaryora, su sucesor en la intendencia de San Francisco) y Natalia de la Sota. Son dos nombres que encarnan perfectamente cada una de las posturas que se debaten en el peronismo cordobés.

Recorrer lo visto y oído en 2024 puede servir para trazar algunas pistas acerca de qué rumbo elegirá el gobernador provincial. Lejos de aquel famoso “pituquitos de Recoleta”, Llaryora transitó el año pasado en claro tono conciliador con el poder central. ¿Qué porcentaje hubo de pragmatismo y cuánto de convicción? Es algo difícil de precisar, pero lo concreto es que el mandatario provincial se mostró amistoso con Milei cuantas veces vino a la provincia, firmó en Tucumán un pacto parecido a una rendición y apoyó el RIGI, entre otros gestos no menores. Al mismo tiempo, las históricas marchas que jalonaron la primera mitad de 2024 se fueron desinflando y la gestión nacional llegó a diciembre con un nivel de consolidación no esperado.

Así y todo, Llaryora se permitió diferenciarse del mandatario nacional. Deslizó alguna crítica al ajuste feroz, levantó una y otra vez la bandera de la  quita de retenciones a los grupos agropecuarios y objetó la paralización de la obra pública, elemento dinamizador de la economía por excelencia. En la cuestión universitaria, lo mismo. «Les pido a todos que defiendan el presupuesto universitario», dijo.

También hubo silencios atronadores. Por caso, cuando Tiempo reveló que Nación puso a la venta un excentro clandestino en Córdoba, La Perla Chica, uno de los pozos del terror de la última dictadura. Una oportuna acción de amparo hizo que el tema saliera de la agenda pública, pero en la web de la AABE el inmueble sigue figurando como “subasta futura”.

Y enfrente qué

Despejados algunos socios originarios de La Libertad Avanza en Córdoba, es el empresario y diputado nacional Gabriel Bornoroni el referente local de un armado nacional que Karina Milei teje a fuerza de viajes y reuniones. La suerte del oficialismo local está tan atada a la elección de la estrategia y los nombres correctos como a la lista mileísta, favorita; dos ententes que intentan engordar la tropa, aunque en situaciones opuestas. El oficialismo provincial tuvo que capear la sombra de fin de ciclo ampliando el espacio a referentes del PRO, del radicalismo y de sectores progresistas para no perder la Provincia en 2023. Así y todo Luis Juez no fue gobernador por 57651 votos y con Juntos por el Cambio atomizado.

Un ascendente Milei logró subir a su ola al propio Juez, al radical Rodrigo de Loredo y otros referentes de peso, para dar carnadura local a un espacio político virgen de territorio.

Todo está por verse, más cuando por estas semanas se define un eventual acuerdo nacional Milei-Macri para “enterrar” a un kirchnerismo que en Córdoba nunca hizo pie y que pone en juego una banca.

El radicalismo arriesga tres escaños: el propio De Loredo, Soledad Carrizo y Gabriela Brower de Koning terminan su mandato. Lo mismo el PRO, siendo los nominados Laura Rodríguez Machado, el exárbitro con cara de bueno Héctor «la coneja» Baldassi y Oscar Agost Carreño, presidente del partido a nivel provincial hasta diciembre, cuando Macri dispuso la intervención desde Buenos Aires. «