Diego Peretti y Federico D’Elía interpretan nuevamente a dos personajes que despliegan el arte de la impostura, pero no se trata del ansiado regreso de Los Simuladores, sino de El jefe del jefe, una adaptación teatral de la película El jefe de todo, comedia del danés Lars Von Trier de 2006.
Dirigida por Javier Daulte, la versión local de la lectura teatral realizada en 2013 por Jack McNamara, que puede verse en el Paseo La Plaza, presenta al dueño de una exitosa empresa (D’Elía), quien, desde su creación, mantiene oculta su verdadera identidad ante sus empleados en un intento por eludir su responsabilidad a la hora de tomar decisiones impopulares.
La situación se complica cuando, ante la posibilidad de una millonaria venta de la firma, los compradores exigen conocer al jefe máximo, para lo cual decide contratar a un actor (Peretti) con la misión de que se haga pasar por el verdadero titular de la compañía.
“Son simuladores que padecen. Son muy vulnerables. Son humanos. Los Simuladores, como héroes urbanos, tenían una seguridad que hacía parecer que casi eran no normales. En este caso, la simulación es una mentira, no hay un plan. Todos padecen la teatralidad de la vida”, reflexiona Peretti en diálogo con Tiempo, al trazar un paralelo entre la pieza teatral y la exitosa serie creada por Damián Szifron que quedó grabada en la memoria popular.

“En realidad hay un plan, pero es berreta, de corto plazo. No evalúa riesgos. El punto de contacto es que contrato a alguien para que ‘haga de’, pero la realidad es lo que dice Diego. Son personajes que padecen. No hay ni un personaje que esté bien plantado”, completa, a su lado, D’Elía al marcar diferencias entre su papel actual y el recordado Mario Santos, el asumido en el famoso envío que se emitió en 2002 y 2003.
A pesar de que la trama de El jefe del jefe, que puede verse de miércoles a domingo en el Paseo la Plaza, presenta innumerables situaciones en donde los equívocos y malentendidos están a la orden del día, la obra está lejos de ser una típica comedia de enredos, debido a que ofrece capas más profundas de lectura, según destacan sus protagonistas.
-¿Existen diferencias sustanciales entre la película original y la adaptación teatral?
Diego Peretti: -La adaptación teatral y la puesta en escena que hizo Javier refleja bastante fielmente el espíritu de la historia. La película tiene una forma de narrar la historia muy diferente, muy danesa. La adaptación teatral hizo que algunos diálogos y vínculos sean diferentes, pero vi la película cuando me acercaron la propuesta y me quedé tranquilo que la esencia de lo que quería reflejar Lars Von Trier está en la obra de teatro. Uno puede expresar algo de una manera o de otra, pero lo que no hay que traicionar es lo que se debe expresar. En ese sentido, pienso que la obra está bien.
-¿Qué les resultó atractivo de esta obra a la hora de aceptar el desafío?
Federico D’Elía: -Es de esas obras que parece que no está pasando nada. Todo transcurre en una oficina, así que no hay una gran escenografía. Todo parece poco. Pero ocurren muchas cosas todo el tiempo. Estamos hablando de una empresa tecnológica: estos unicornios que la mayoría no sabemos qué son, no sabemos muy bien que hay ahí adentro. Acá pasa algo parecido. La obra habla de ese no saber. También habla de los vínculos, de cómo te relacionás, de lo que decís y no decís, de lo que decís que sos y lo que sos realmente, y lo que el otro entiende realmente. Yo creo que, fundamentalmente, el atractivo de la obra está en las relaciones, en los vínculos. Lo más importante está en lo que no se dice.

-¿Cuál entienden que es el tema central de la obra?
DP: -Yo creo que la obra trata sobre esa volatilidad de la realidad y lo cómico que significa ver a estos personajes tratando de darle sentido y de subsistir en esa volatilidad. Habla del autoconvencimiento, la desilusión, la desazón, la sorpresa, la ilusión. Todo eso. Como que uno trata de aferrarse a algo. Eso, en definitiva, es la actuación que tenemos socialmente. Una persona tiene una profesión, pero cuando está en su casa es una persona distinta a cuando sale de su casa y se pone en ese rol. Si estuviera en su lugar de trabajo, ¿contestaría como lo hace en su casa hablando con su familia? ¿Cuándo se llega al carozo de lo verdadero? ¡No hay! Esa es la volatilidad de la que habla la obra. Nada es real y todo es real. Todo es imaginario. Todo es simbólico. La obra habla de esos malentendidos y, también, sobre los equívocos con los sobreentendidos: lo que yo entiendo, lo que yo quiero que vos entiendas y, a la vez, hace que yo modifique mi entendimiento.
-¿Qué pueden comentar sobre sus respectivos personajes?
DP: -Mi personaje se considera un actor de raza, muy importante, muy profesional, que no ha tenido mucho trabajo últimamente. Yo creo que un actor es alguien que necesita mucho de la mirada del otro para poder funcionar, más que lo normal, porque si no, no es nada. Esa necesidad es la que trato de poner en escena con este personaje. Es un tipo que internamente consigue tener alguna opinión moral pero llevado por una ficción, no por su experiencia de vida.
FD: -Mi personaje es el jefe de esta empresa. Un tipo fóbico que por eso nunca dijo que era el jefe; además, prefirió ocultarlo para tener una mejor relación y que haya una mejor dinámica. Eso hasta hoy, que se vende esta empresa y necesita de alguien, solo para mostrarlo como jefe ante el requerimiento de los compradores. Solo por un ratito porque ni siquiera piden que esté al momento de firmar el contrato. Tomando distancia, me voy dando cuenta de que mi personaje también es un actor como el que contrató, porque vivió diez años diciendo algo que no era, haciendo a otro personaje todo el tiempo, creando un jefe ficticio. Él cree que como le fue bien en esta empresa, también le va a ir bien en esto de contratar a un actor para que se haga pasar por el jefe. En un punto, siente que todo eso es fácil en lo referente a los negocios, pero los vínculos le cuestan mucho.
-Que la obra sea protagonizada por ustedes, a quienes popularmente se los relaciona con la exitosa Los Simuladores, y que haya un director de renombre en la escena local, ¿les genera una expectativa mayor en cuanto a la repercusión que tendrá?
DP: -Da una expectativa, pero en teatro, como en otras cosas, nunca hay que creer que algo va a ser un éxito. Está la ilusión. Hay que agradecer a la gente que venga y por eso hay que ofrecer lo máximo. En este caso, buscamos darle a la gente una alegría para que se olvide del día a día, aunque sea por un rato. Sacarle una sonrisa, a la gente que hace el esfuerzo de arreglarse, venir hasta el teatro, pagar la entrada y aprestarse a ver la obra. Tenemos la posibilidad de que salga anímicamente olvidando por un rato los problemas de la semana, que sea una linda salida. En eso, creo que la obra tiene una amplia ambición.

FD: -En este caso, hay un montón de cosas para que ocurra: un director y un autor del carajo, un muy buen elenco, un lugar espectacular que es una “cajita de teatro”. Todo eso está, pero es imposible asegurar que será un éxito. Si pensás eso, estás pensando mal. El objetivo está puesto en entretener y que cuando la gente salga, sienta que pasó un buen momento.
-Más allá de las lecturas que luego pueda hacer, ¿con qué se encontrará el espectador?
DP: -Creo que esencialmente verá algo divertido.
FD: -Verá algo muy teatral. No hay chiches escenográficos que adornen. Van a ver a seis actores arriba de un escenario despojado de todo. Un hecho muy teatral. Imagino que será divertido, que pensarán que no es la típica comedia de calle Corrientes. Tiene algo diferente y esa teatralidad es parte de eso. Es algo muy artesanal. El teatro siempre es artesanal, pero hay gente que zurce mejor que otra. Eso, acá está pasando. «
El jefe del jefe
De Lars Von Trier. Versión: Ricardo Hornos y Pablo Kompel. Dirección: Javier Daulte. Elenco: Diego Peretti, Federico D´Elia, Juan Isola, Ariadna Asturzzi, Andrea Lovera, Cristian Jensen. Funciones de miércoles a domingo, sábados doble función, en el Paseo La Plaza, Corrientes 1660, CABA.
Los Simuladores y la cancelación de la ilusión
Aunque se había firmado un contrato en 2021 con Paramount y se realizaron los anuncios correspondientes en 2022, incluso con gigantografías en varios puntos de la ciudad a modo de promoción, la demorada película que marcaba el regreso de Los Simuladores a dos décadas de la emisión del último capítulo de la serie fue cancelada.
“No se va a hacer. No se puede hacer y nos estamos despidiendo de Paramount. Está todo parado. El escenario, en general, hoy no es el óptimo como para hacer una película de esa envergadura. No hay voluntades”, contó Federico D’Elía a Tiempo.
El actor explicó que el fracaso del ambicioso proyecto fue responsabilidad exclusiva de la compañía que, a raíz de una reestructuración a nivel global, que puso una pausa a todas las producciones con la que pensaba relanzar su plataforma.

“La película les servía para meter con fuerza la plataforma en la región. La verdad que es una pregunta más para hacerle a Paramount que a nosotros. Lo que sí podemos decir es que, hoy por hoy la película de Los Simuladores está cancelada”, lamentó el actor. Y completa: “A nosotros no nos gustó este final. Sabemos de la expectativa de la gente por nuestra vuelta, pero bueno, pasó, más allá de lo que nosotros queríamos”.
El regreso de Los Simuladores en formato de película es algo que se barajó desde el final de la exitosa serie, ocurrido en 2004, que también protagonizaban Alejandro Fiore y Martín Seefeld.
En tal sentido, a pesar de tratarse de un reclamo popular, el creador y director de la saga Damián Szifron siempre aclaró que esto sería posible en la medida que existiera un buen guión y una producción acorde.
Tras una larga espera, estos dos requisitos parecían cumplirse cuando se informó sobre la firma del contrato con el gigante conglomerado de medios de comunicación, pero la idea fue perdiendo fuerza en medio de la reformulación general abordada por todas las grandes productoras a nivel mundial.