Vuelve al ruedo uno de los dúos más mentados y prestigiosos de la escena artística nacional: por un lado, Diego Capusotto, quizás el último de los grandes comediantes populares y el humorista paradigmático que, desde hace décadas mejor ha expresado, a través de la sátira, los dilemas y las contradicciones de la realidad social y política local. Por el otro, Néstor Montalbano, el director y guionista que, a principios de los ’90 al frente de programas televisivos tales como De la cabeza (1992) y Cha Cha Cha (1993) y posteriormente con Todo por dos pesos (1999), -todos proyectos que tuvieron a Capusotto como intérprete protagónico- revolucionó y renovó la forma de hacer humor en la Argentina.
El escenario es nuevamente el del séptimo arte, formato que anteriormente sólo los había unido en Soy tu aventura (2003). Las corredoras, la película dirigida y escrita (en colaboración con Marcela Potente) por Montalbano y protagonizada por Diego Capusotto, Carola Reyna y Alejandra Fletchner tiene algunos puntos en común con su predecesora. Ambas recurren a la fusión de géneros para homenajear al cine. La diferencia es que si Soy tu aventura (a partir del desopilante argumento de un par de desempleados y eternos perdedores que pretendían «salvarse» al secuestrar al cantante kitsch Luis Aguilé) parodiaba las comedias populares de los años ’60 y ’70 al estilo Palito Ortega, Sandro o Donald; Las corredoras tiene en su centro los finales de los años ’50 y evoca universos tan dispares como el suspenso y el terror de Hitckcock (con alusiones directas a Psicosis), el western, el drama y los mundos literarios y cinematográficos de Manuel Puig, Agatha Christie y Pedro Almodóvar. La grandeza de las películas de Montalvano es que frecuentemente captan y presagian algo de las realidades contemporáneas. Si los buscavidas de Soy tu aventura terminaban hablando de los supervivientes de la crisis post 2001; el tono sombrío, dramático y tragicómico y los personajes incapaces de cumplir sus sueños y deseos de Las corredoras anticipan y se acercan a los oscuros tiempos de Milei. A su vez, la casi carencia de situaciones graciosas y de carcajadas garantizadas, que se esperarían del dúo Capusotto-Montalbano en acción, parece expresar que el contexto ni siquiera permite el alivio del humor.
«Es un panorama desolador», señala Capusotto en diálogo con Tiempo. «Nos encontramos frente a un gobierno que ajusta a los más necesitados y a los sectores medios. Es el gobierno de las grandes corporaciones que pone en crisis el trabajo y el futuro de los argentinos. A su vez, parecen los maestros y los reyes de la distracción. Siempre están generando nuevas escenas para distraer».
–¿Cómo fue el proceso de composición de un personaje tan complejo, que, a su vez, se mimetiza con y contiene otros tres personajes?
–Empecé a intentar comprender qué sentía el personaje y posteriormente a sentir como el personaje. Mire mucho cine y actrices de la década del ’40 y ’50 porque me parecía que el personaje que yo compongo, cuando se viste de mujer, miraba a esas actrices. Pensé muchísimo en el mundo de Manuel Puig. En esos personajes que tienen deseos sexuales prohibidos para la época y que quieren parecerse y emulan a las estrellas y divas de cine. En su momento Tadeys requirió de un proceso anterior a que la obra de teatro se ponga en escena y en este caso de que la película se empiece a filmar. Me gusta que un personaje te incomode y que no te sea tan fácil, que no te quede cómodo. Que te quedé ahí, ajustadito. Nunca sabés si el personaje va a aparecer y es mágico y revelador cuando el actor finalmente lo da a luz.
–La película atraviesa y fusiona varios géneros. ¿Qué desafíos personales o causas sociales te llevan a optar por esta yuxtaposición de géneros que se aleja bastante de la comedia, género donde te movés como pez en el agua?
–Un motivo fundamental es que lo conozco a Néstor y siempre me interesa lo que me ofrece. Él conlleva consigo un montón de géneros por los que fue atravesando, inclusive generacionalmente, que siempre evoca en su cine. Yo me monté en su viaje, como me vengo montando en sus viajes desde hace más de 30 años. Sus historias siempre me parecen atractivas. Es que es una película que evoca al cine y a distintos géneros del cine. Y el cine hoy en la Argentina está atravesando un tiempo complejo, desde ciertos sectores del poder se pone en tela de juicio el futuro del cine. Quizás ahí haya una fortaleza que habla del presente y de la realidad actual. Evocar y homenajear la historia del cine, en momentos en que algunos proclaman el fin del cine tal como lo conocimos hasta ahora. Pero ojo, que no es solamente el cine y la cultura. Estamos en problemas con otros aspectos y cosas que sacuden el ámbito de lo político, no solamente la cultura. Quiero decir el trabajo, el futuro en sí, el bienestar está en suspenso y está puesto en tela de juicio. Parece proclamarse el fin del mundo del trabajo, el fin del futuro, el fin del bienestar y el fin de la soberanía. Todo forma parte de la política de saqueo que tiene como contrapartida la pobreza de la mayoría que se proclama a los cuatro vientos como necesaria, casi como un destino inevitable. Estamos en una situación donde la mayoría de la población, de la gente, del pueblo está tratando de ver cómo zafa. Nosotros podemos sentarnos y ver cine y otras personas no.
-Teniendo en cuenta este contexto, ¿qué tipo de humor se podría hacer en la actualidad?
–Si yo tengo que ponerme a pensar cómo funciona el humor en la actualidad estaríamos en un momento de derrota absoluta. Porque no podés pensar el humor en términos de adónde o a quién va a ofender o no. Siempre se puede hacer humor y en todo contexto se puede hacer humor. Te digo más, el humor se hace desde la tragedia. Nos reímos y hacemos humor de las cosas que más nos duelen. Por eso siempre la comedia está teñida de crueldad. Todas las cuestiones de angustia y dolor están atravesadas por el humor. Por lo tanto, el humor siempre está relatando la angustia, el dolor, la tragedia propia y de otro, las formas de ver al otro. Hay que ver quién lo cuenta y cómo, pero no podemos hacer un humor en el que tengamos cuidado de no herir susceptibilidades porque eso no es humor, nunca lo fue, y no existe un humor que sea así. Puede ser que exista un humor de colectividad que es bueno, hacemos humor para nosotros. Pero cuando el humor sale para afuera, yo a mi edad, con sesenta y tres años, ¿Qué querés que haga? Que diga voy a hacer un humor que no va a ofender cuando uno está atravesado por una angustia macropolítica, una angustia existencial. No, lo que uno hace es humor para distanciarse de eso, para combatir eso y además es un lenguaje en donde algunas cosas puede estar permitidas también. No estamos contando la vida, estamos contando cómo sería la vida si fuera de otra manera. Entonces, es un juego. Cuando jugamos nos desmadramos. Porque si no es los de siempre. Hacemos humor y entonces satirizamos a los milicos y ahí está bien. Pero si satirizamos a otros sectores no porque se hipersensibilizan. No lo entiendo yo eso. Jamás me pondría a hacer humor pensando qué se puede decir y que no.
–En la ficción cinematográfica se suele recurrir al pasado para hablar del presente. ¿Qué cuestiones de la película hablan de la actualidad argentina?
–La realidad que evoca la película, aunque terrible, es mejor que la presente porque, al menos Mabel (el personaje que interpreta Carola Reyna) no puede proyectarse en sus deseos sensuales y en su amor, pero tenía un trabajo fijo. A su vez, la realidad de la película era cuando existía Estado de Bienestar. Todo lo contrario de ahora.
–Siempre me asombra la capacidad profética de tus trabajos y los de Néstor. Entre otros temas, la película aborda la represión sobre las diversidades sexuales alternativas a la heteronormatividad. Y la semana pasada se sucedió un ataque y crimen de odio brutal contra dos parejas de lesbianas.
–La película logra cierto escalofriante paralelo con la realidad que no fue buscado. La sexualidad aparece convocada y convocante. En la década del ’50 esa sexualidad era literalmente reprimida, y hoy los discursos de odio provocan crímenes de odio. Ahí puede haber una conexión que yo no sé si Néstor pudo ver y anticipar en el momento en que se filmó la película, esto es el 2022 cuando el fervor por el triunfo mundialista parecía tapar estas pasiones destructivas que estaban latentes. Por otro lado, no es un discurso de odio solo contra las sexualidades. Padecemos un plan político que atenta brutalmente contra las mayorías para beneficiar a unos pocos. Es decir, la gran mayoría de la población y del pueblo está en problemas. Los que concentran el poder económico están salvados. «
Las corredoras
De Néstor Montalbano. Con Diego Capusotto, Carola Reyna, Alejandra Flechner, Alejandro Müller, Eduardo Calvo, Norman Briski. Estreno: 23 de mayo. En cines.
Capusotto y la realidad que supera a la parodia
–Vos compusiste personajes como Micky Vainilla, que parecen cobrar literalidad en los escenarios del poder actual. ¿Lo creaste como sortilegio por miedo a que sucediera, como una especie de advertencia social?
–No. Cuando uno crea un personaje, cuando hace una sátira de un estereotipo, es porque ese personaje ya está en la vida real. Todos los personajes que uno crea o interpreta están dando vueltas, estuvieron siempre y hoy están más que nunca. Lo que pasa es que los personajes de ficción son mucho más simpáticos que los reales. Micky Vainilla muere ahí. Lo que acontece en la realidad y lo que se viene siempre supera eso. Pero no es un personaje que uno lo hace diciendo “ojo chicos” porque creo que ya somos grandes. Estamos poniendo en juego lo que existe como juego y como parodia. Sin embargo, no te olvides de que, por ejemplo, Barreda, era fanático de Violencia Rivas. Yo vi al tipo repitiendo parlamentos enteros de Violencia Rivas, a un periodista que le fue a hacer una entrevista. Ahí te das cuenta de que uno no sabe los efectos de lo que crea y hasta donde puede llegar. Entonces cuando te hablan de los límites y sí, no sé cuáles son los límites, qué sé yo.
–¿Cómo puede operar hoy el humor como resistencia?
–En este momento yo no sé cuál es la resistencia porque estamos en un momento en donde hay un 56% que tiene que retroceder en su decisión para que el escenario se abra hacia posiblemente otro lugar. La resistencia siempre es, por un lado, adivinar bien al enemigo. Por otro lado, es darse cuenta de los errores, para ver cómo en el pasado reciente se posibilitó un escenario que después se nos volvió tan en contra.