Hace bastante que vengo con la idea de que acarreamos, como campo popular o como pensamiento crítico, y no sólo a nivel nacional, un déficit al caracterizar el proyecto de las clases dominantes. O que enfocamos mucho en el detalle de los gobiernos, en la concentración de la riqueza, o en el análisis ultra detallado de algunos de sus dispositivos tácticos (plataformas, redes sociales), pero venimos retrasados con una mirada que se pretenda sistémica sobre los fenómenos sociales, cotidianos, civilizatorios en curso. Estuve trabajando en una hipótesis que se propone conceptualizar, desde una mirada global, este fenómeno. Le puse de rótulo “neoliberalismo”, porque es el término más usado (y hasta por ahí demasiado vagamente utilizado) al momento de describir el proyecto actual de los de arriba. Es una hipótesis original la que planteo, es decir al menos no he leído a otros autores que desarrollen este mismo esquema teórico, y trataré en estas líneas que siguen exponerla respetando los códigos y el formato de las notas de opinión.

La tesis que guía el rumbo de esta línea de investigación, se basa en proponer que el neoliberalismo es un proyecto que intenta cambiar la ecuación entre “capitalismo y revolución francesa”, o entre “revolución industrial e ilustración”, cuya conjunción o constructo dinámico funcionó como marco civilizatorio mundial desde fines del siglo XVIII a fines del siglo XX. En este sentido, propongo que el neoliberalismo es un proyecto civilizatorio “integral”, es decir que se propone modificar las coordenadas generales que han constituido lo que conocemos como “modernidad occidental”, o sea el mundo tal cual lo conocemos, el marco que consideramos de algún modo “normal”; y que de hecho, desde 1973 cuando se inaugura con el golpe de estado a Allende en Chile, este proceso no ha parado de transformar el mundo, en distintos niveles y a distintas velocidades, incluso con relativa independencia a lo que han realizado los gobiernos de turno en cada país.. 

¿Qué es un constructo?

Un constructo es el resultado de una combinación de procesos. Algo dinámico pero estable a la vez. O bien las coordenadas estables, los paradigmas al interior de los que se despliegan procesos históricos dinámicos. Avanzaré en un desarrollo muy sintético de las coordenadas estables de la modernidad occidental, para luego plantear lo que el neoliberalismo como proyecto transformador se propuso reformar, con qué objetivos y a partir de cuáles mecánicas.

I. La/s revolución/es burguesa/s fueron procesos históricos que fundamentalmente se dieron entre mediados del Siglo XVIII y mediados del Siglo XIX. Por factores sobre los que no vamos a profundizar en este escrito, este proceso tuvo que combinar el ascenso del capitalismo como sistema económico dominante, con la instauración de sistemas de división del territorio en estados nación republicanos, y dispositivos varios de racionalización del mundo y nuevas formas de gestión de la autoridad y la gobernanza sobre la vida del pueblo. Esta conjunción fue histórica, es decir ni natural, ni necesaria. Fue fruto de las necesidades de los grupos sociales,como también de sus luchas, sus descubrimientos, sus esperanzas, y las opciones históricamente posibles.

No está de más repetir que capitalismo y democracia no son dos términos necesariamente complementarios. Tampoco capitalismo y racionalización del mundo. Sin embargo, el mundo funcionó a partir de estos términos, en relación a estos paradigmas, por varios siglos muy dinámicos, que no por eso cambiaron esta estructura.

I.A. El capitalismo en tanto sistema busca lograr que una cantidad de capital logre realizar en el menor plazo posible, y con el menor riesgo posible (o con la mayor seguridad jurídica posible), un ciclo (que puede tener distintas formas, naturalezas, etc) por medio del cual ese capital se transforme en otra cosa, y luego otra vez en capital, con el aditamento del plusvalor. Es decir con una suma extra a la original, que es “la ganancia”.

Marx ha estudiado exhaustivamente este proceso, y lo que implicó su desarrollo como manera dominante de producción en la historia reciente. El proceso de mercantilización del mundo y de las relaciones entre las personas; la incorporación a la lógica del ciclo del plusvalor de porciones crecientes de la vida natural, social e individual, y la necesidad de conformar territorios unívocos, u homogéneos en cuanto a su naturaleza jurídica, son fenómenos a destacar.

I.B. Varios autores que han estudiado a fondo procesos de construcción de estados-nación en la modernidad, dan cuenta de que la razón por la cual el mundo moderno se dividió en estados-nación de manera predominante, y no en imperios ni en ciudades-estado, tiene que ver con que, dentro de las opciones históricamente disponibles, los estados-nación ofrecieron en dicho momento histórico las mejores condiciones posibles (en tanto cálculo de costos y beneficios) para que el ciclo del capital en busca del plusvalor se pudiera poner en práctica en el espacio-mundo. El flujo de capital/es, o “la axiomática del capital” se desplegó custodiada en términos materiales por las fuerzas de seguridad, y en términos jurídicos por las leyes de los estados-nación burgueses. Para los estados –nación dominantes, o imperialistas, lograr que en otras latitudes hubiera un territorio con capacidad de normar las actividades y resguardar los stoks, también se transformó en una condición positiva, y adoptaron, exportando al globo, ese modelo.

A su vez, al interior y transversalmente a la edificación de los estados burgueses, se hizo hegemónica la cosmovisión racionalista y de gobernanza sobre la vida y la naturaleza, a partir de la puesta en marcha de dispositivos que Foucault llamó disciplinarios, y de un paradigma cientificista que pretendió excelizar el mundo, reducirlo al 1 en términos de Adorno, y dotarlo de un sentido reductible a operaciones cuyo origen se encuentra en los teóricos de la lógica griega. Por último, el modelo de funcionamiento de los estados – nación, más allá o más acá de cuántos estados-nación lo aplicaron con todas sus reglas y características, terminó siendo el de la república, basado también en los antecedentes greco-romanos. Con su división de poderes, su esfera pública y su esfuerzo por racionalizar el debate, normar los conflictos de intereses y educar a las masas.

Estos procesos se multiplicaron desde europa al conjunto del globo muy fuertemente en el largo siglo XIX, adosándose a coordenadas civilizatorias pre existentes con mayor o menor nivel de crueldad y violencia, densidad, mixtura, concesiones a lo previo, vocación colonial o de autodeterminación de las periferias en tanto tales.

I.C. La convivencia de I.A y I.B ha sido tensa y dinámica durante toda la modernidad, y las crisis entre los componentes se han superado históricamente exteriorizando costos y crueldades desde los centros hacia las periferias, en una lógica de pactos y concesiones, pero manteniendo la naturaleza de constructo. Sería un craso error invalidar la potencia o la eficacia del constructo, dando cuenta de  procesos que no cumplan con todos sus requisitos. Por definición los procesos históricos se caracterizan por escaparle a lo finito de las estructuras. Un paradigma no es una cuadrícula de Excel, es más bien parecido al bastidor de un cuadro, coloreado por la infinidad de combinaciones que se producen a partir de las energías humanas, su experiencia histórica y su potencia de creación.

Las experiencias del socialismo real del Siglo XX no escapan a este constructo, es decir en tanto paradigma del desarrollo de la humanidad, también estos procesos comparten una porción importante de las coordenadas planteadas en I.A y I.B. En el Siglo XX, el proceso que más puso en crisis el constructo ha sido el de los fascismos y el nazismo en particular, al proponer la combinación de I.A con un paradigma civilizatorio con enormes diferencias al I.B. Es este el sentido particular, en que hay una relación muy estrecha entre nazismo y neoliberalismo.

Neoliberalismo

Si rastreamos al neoliberalismo en un ejercicio de historia de las ideas, encontramos su origen en paralelo a otros experimentos teóricos, como respuesta a la crisis de 1929. En la primera mitad de los ´30, un grupo de economistas liberales europeos, plantearon en aquel momento que las razones de las recurrentes crisis del capitalismo tenían que ver con la “carga” que significaba para dicho sistema tener que garantizar una forma de vida política, social y cultural demasiado frondosa. Esquematizando, su planteo era que un mundo con I.A pero sin I.B, o con un I.B esculpido de acuerdo a necesidades de I.A, funcionaría sin tropiezos y a toda velocidad.

Este paradigma teórico no tuvo éxito en su momento, de hecho quedó sepultado por las ideas dominantemente planificadoras de inspiración keynesiana y/o marxistas- leninistas, que se volvieron hegemónicas como respuesta a las guerras mundiales, al horror del nazi-fascismo, y al temor que despertaban en las elites las revoluciones de horizonte socialistas. Sin embargo, en la encrucijada de los 60/70´s, cuando el modelo implantado a partir de la crisis del ´30 empezó a empantanarse de manera considerable por una multiplicidad de fenómenos, las elites económicas y una parte de las elites políticas de EEUU y de Europa, rescataron del polvo aquel conjunto de ideas-fuerza como leit motiv y manual de operaciones para desarrollar una avanzada en términos de palancas de fuerza, revancha de clase y desarrollo de una reforma civilizatoria que continúa ampliándose hasta nuestros días.

¿Sueñan los ricos con un mundo que se prende a control remoto?

Más allá de las intenciones conscientes o inconscientes de quienes han comandado el desarrollo de este proyecto, resulta necesario caracterizarlo por lo que estos 50 años de trayectoria han dejado como saldo en la historia de la humanidad.

Analizándolo desde esa clave, el neoliberalismo es un proyecto que vino a construir el objetivo original de sus teóricos de los años ´30. Es decir, un mundo en el que exista otro constructo diferente al de la modernidad. Los nombres de “posmodernismo”, “modernidad líquida”, “capitalismo caníbal” dan cuenta parcialmente de fenómenos que son consecuencia de la consecución de este objetivo macro que, repetimos, es el de apalancar al capitalismo como sistema económico, con un tipo de formación social que le disminuya al capital gastos de mantenimiento, aumente la isomorfía entre necesidades del capital y deseos de los seres humanos, y reoriente las coordenadas de lo posible/imposible; justo/injusto a variables acordes a un modelo de plutocracia y necesidad de ampliar mercados para no disminuir la capacidad del capital de realizar el ciclo del plusvalor.

Este proyecto es integral, es decir consistente, sistémico, articulado, coherente. Para lograrlo, el neoliberalismo ha intercalado acciones de desgaste, destrucción, deslegitimación, desarme del constructo previo, con otras acciones de puesta en marcha experimental de nuevos fenómenos que pueden, o no, parcial o totalmente, competir, complementar o sustituir los anteriores. La mecánica de “lo viejo y lo nuevo” funciona a base de sincretismo, como capas geológicas que se suman, aplastan y se porosean, y no como un juego de yenga. Los últimos cincuenta años hemos sido, y estamos siendo, mucho más ratones de laboratorio de lo que nos imaginamos, y el mundo un experimento a cielo abierto en el que los joysticks del poder están realizando ensayos para modelar y cristalizar el nuevo mundo que imaginan.

Haciendo zoom en cuanto al punto de llegada, el objetivo general de los de arriba equivale a lograr las siguientes metas, enumeradas a continuación sin ordenamiento jerárquico, y que hay que comprenderlas como partes de un todo articulado, ya en marcha y dinámico.

II.A Reformar el paradigma de inteligibilidad del mundo, o bien “desracionalizarlo”

II.B Refuncionalizar los dispositivos propios de la sociedad disciplinaria

II.C Adaptar al ser humano a necesidades del ciclo de plusvalor, construir el “homo mercancía”  

II.D Lograr que la forma mercancía sea la dominante en el conjunto de las acciones humanas y sociales, incorporando la mayor cantidad de dimensiones a este terreno

II.E Aumentar al máximo el desacople entre la realización del ciclo de plusvalor y garantizar la reproducción de la vida humana en sociedad

II. F Reorientar la función de los Estados Nación a estos nuevos objetivos, con la finalidad de cristalizar este proyecto civilizatorio como “nueva normalidad”

Últimas consideraciones transitorias

Soy conciente que este es un material incompleto, que viene a proponer un enfoque o una hipótesis de trabajo, que sin dudas debería implicar un trabajo mayor en cuanto a su desarrollo, capacidad descriptiva, solidez argumental, etc. Sin embargo, entiendo importante proponer sin demoras un enfoque que intente no renunciar a una caracterización global e integral del proyecto de las clases dominantes, dejando sentada una hipótesis sobre lo que busca como proyecto civilizatorio.

El presente trabajo tampoco implica afirmar que este proyecto ya ha vencido. Sí plantea que está avanzando, independientemente de que en algunos países o zonas, por cuestiones de signo gubernamental, costumbres en común, series históricas largas o cortas, esté mas o menos extendido alguno de sus planos. Por último, tampoco estoy afirmando que la concreción de estos objetivos neoliberales impliquen la repetición exacta de fenómenos en latitudes distantes. La historia no es el yenga, y el constructo previo no era homogéneo. La manera en que impregna sobre lo anterior el neoliberalismo es una ecuación específica. Pero no quita por eso que sea a la vez un proyecto civilizatorio posible de ser analizado desde un enfoque sistémico y global.

En ese sentido, considero este material como un documento abierto al intercambio y a la polémica, que tiene como principal interés fomentar la creatividad y la capacidad de los seres humanos y de los pueblos, en la construcción de un proyecto civilizatorio mejor que el que propone el neoliberalismo, sin por ello quedar atrapados en la nostalgia del constructo moderno tal cual fue. 

Cada época construye sus deseos en función de sus realidades. “La cabeza piensa donde los pies pisan”. Los horizontes emancipatorios se construyen como respuesta a los principales problemas de cada momento histórico: ¿es posible que, sea adecuando, o radicalizando, o “mejorando” el constructo moderno previo como paradigma, logremos dar mejores respuestas a las coordenadas de nuestro tiempo?, ¿hay en el neoliberalismo como proyecto, el germen de otro que pueda ser mejor para la supervivencia del ser humano como especie y del planeta tierra como casa común? ¿con cuáles elementos del constructo previo habría que mezclar esos gérmenes, y con cuáles de las actuales emergencias hijas también de este nuevo paradigma que avanza?

Es en función de estas preguntas, que constituyen un ejercicio práctico y teórico y práctico, que este escrito fue producido, esperando que aporte al pensamiento crítico, y al intercambio en el campo cultural, político e intelectual.