Cada 11 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia, como una oportunidad para reflexionar sobre los principales desafíos que aún persisten en la inclusión de las mujeres en el ámbito de las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas (conocidas por su sigla en inglés: STEM).

En 2025 se cumplen 10 años de la declaración de esta fecha, cuya iniciativa surgió en el marco del Foro Mundial de Salud y Desarrollo de la Mujer, impulsado por la Organización de las Naciones Unidas y el Royal Academy of Science International Trust. Las instituciones que llevan adelante la promoción de este día son UNESCO y ONU Mujeres.

Si bien a lo largo de la historia las mujeres pudieron ir ganando terreno en diferentes ámbitos, incluido el académico y el desarrollo de conocimiento científico, aún existen barreras que dificultan su acceso y crecimiento profesional. 

“La diversidad en el ámbito científico es fundamental para que la innovación sea representativa y alcance un impacto disruptivo. A pesar de los avances que se han logrado con el paso del tiempo, la brecha de género en las áreas STEM sigue afectando principalmente a las mujeres. Por eso, es importante que las organizaciones líderes podamos darle continuidad a esta conversación y generar los estímulos educativos y laborales necesarios para cerrar esta brecha”, destacó la doctora Agustina Elizalde, Directora Médica de uno de los principales laboratorios del país.

Las brechas aún vigentes

1. La brecha de representación en la investigación: Según datos de la UNESCO, solo el 1 de cada 3 (33%) de las y los investigadores científicos a nivel global son mujeres. El número es más alentador en América Latina, donde el 45% de los investigadores son mujeres.

Sin embargo, la brecha crece a medida que nos acercamos a roles de mayor liderazgo en el sector: las mujeres tienden a tener carreras más cortas, tienen menor representación en las revistas científicas y los incentivos para su ascenso son menores.  

Un ejemplo que evidencia la necesidad de representatividad puede observarse en el ámbito de la salud, donde los prejuicios de género aún existen, en el que la sintomatología y el dolor que perciben las mujeres es, en muchos casos, subestimado. En ellas puede demorar más tiempo en recibir un diagnóstico tras la aparición de sus primeros síntomas.

Como lo plantea ONU Mujeres, es necesario contar con servicios multisectoriales y representativos para abordar las necesidades inmediatas y a largo plazo de todas las mujeres y niñas. Temas como la pobreza y dependencia económica, la violencia, las actitudes negativas hacia las mujeres y niñas, la discriminación racial, el poder limitado que tienen muchas mujeres sobre su vida sexual y reproductiva y la falta de influencia en la toma de decisiones, son realidades sociales que tienen un impacto adverso en su salud. 

2. El acceso limitado a puestos de liderazgo: Menos del 12% de las/os miembros de academias científicas en el mundo son mujeres. Esta falta de representación en posiciones de liderazgo podría afectar la toma de decisiones sobre temas de salud prioritarios.  

En el ámbito de la salud, por ejemplo, las mujeres realizan más tareas de cuidado que los hombres a pesar de representar la mayor parte de la fuerza de trabajo del sector (67% a nivel mundial). Por caso, el 56% de la fuerza laboral en salud en la Región de las Américas está compuesta por profesionales de enfermería, y dentro de la profesión, más de 80% son mujeres. No obstante, muy pocas ascienden a posiciones de liderazgo.  

3. Sesgos en la visibilidad y el reconocimiento: Las mujeres científicas son citadas con menos frecuencia en el discurso académico-científico. Otro dato a tener en cuenta es que, hasta la fecha, sólo 22 mujeres han sido galardonadas con un premio Nobel en una disciplina científica.

La falta de visibilidad, reconocimiento y de acceso a puestos jerárquicos contrasta con los números de mujeres que deciden formarse y estudiar en comparación con hombres: en la Argentina cada vez se amplía más la distancia de género en cuanto a ingresantes a las universidades. En la Untref, por ejemplo, para la inscripción a 2025 el 56% del alumnado serán mujeres.