“Anoche leí en las redes muchas consultas sobre mi manera de hablar. Les comento que tengo disfluencia (o tartamudez) y todos los días trabajo para mejorar y superarme”, tuiteó el ministro del Interior, Wado de Pedro, el lunes por la tarde, a propósito de la dificultad del habla que le aqueja desde que, siendo niño, durante la última dictadura cívico–militar presenció el secuestro (y posterior desaparición) de sus padres en su casa. La segunda parte fundamental de su mensaje vino a continuación de su testimonio, cuando dejó los datos de la Asociación Argentina de Tartamudez, para quien le interesa del tema. En menos de un día, se quintuplicaron las consultas a la institución.
“Desde ayer a la tarde hasta esta mañana tuvimos, hasta el momento, unas 50 consultas. Antes llegaban menos de 10 por día. Muchos consultan sobre un tratamiento fonoaudiológico especializado. También sobre los talleres que ofrecemos, como por ejemplo para familias, o las consultas abiertas gratuitas que realizamos por Zoom”, relata a Tiempo Janice Ninoná, fonoaudióloga responsable de Comunicación de la Asociación Argentina de Tartamudez (AAT).
Se estima que el 1% de la población la sufre. Ninoná explica que su causa es multifactorial. Intervienen diversos factores como lo genético, funcionamiento y estructura del cerebro y lo ambiental: “No se habla de lo psicológico como causa, sino como una posible consecuencia para las personas con tartamudez a lo largo de su vida. Por eso la importancia de naturalizar y conocer acerca del tema”.
En la mayoría de los casos es peor el trastorno de las burlas que reciben, que el puramente biológico de cómo expresarse. Sobre todo en una sociedad que no suele tomarse el tiempo de escuchar al otro. Las personas que tartamudean saben lo que quieren decir, pero tienen dificultades para expresarlo. Pueden repetir o prolongar una palabra, una sílaba, una consonante o una vocal, o hacer pausas prolongadas mientras hablan cuando se topan con una palabra o sonido problemáticos.
Recientemente otro personaje público colocó a este trastorno en la esfera popular: Francisco Benítez, ganador de La Voz Argentina, que impresionó con su talento al jurado y al público. Cuando habla, tartamudea. Cuando canta, se va todo problema. “Sufro tartamudez desde los seis años y lo que me salvó fue cantar. Canto desde los 10 años y es como mi escape para lo que tengo a la hora de hablar. Lo hago porque me gusta y porque quiero transmitirle algo a la gente. No puedo decir si lo hago bien o no», contó a la prensa.
¿Qué es lo que más consultaron las personas que se comunicaron con la AAT en estas horas? “Buscan tener más información. Otras personas se ofrecieron a colaborar o ayudar con la Asociación. Y muchos medios acercándose para pedir notas y conocer más acerca de la tartamudez”, responde Ninoná.
El sitio Infojus Noticias elaboró un perfil de Wado años atrás, donde narran que Eduardo Wado de Pedro nació el 11 de noviembre de 1976, “pero también un mes antes de cumplir su primer año de vida. Su papá, Enrique ‘Quique’ de Pedro, estudiaba Derecho y militaba en la Juventud Peronista y Montoneros. Fue asesinado en abril de 1977. Tiempo después, un grupo de tareas encontró la casa de la madre, Lucila Révora, en el barrio porteño de Floresta. Llegaron con bombas y hasta un helicóptero. Un secuestrado habría dicho que en esa casa había 150 mil dólares. La mujer logró acomodar a su bebé de once meses -le decía ‘Pichu’ o ‘Wado’- en una bañadera para protegerlo del tiroteo. Lucila Révora desapareció aquel 11 de octubre de 1978. Estaba embarazada de su nuevo compañero, Carlos Fassano (presidente del Centro de Estudiantes de Derecho de la UBA), fusilado ese mismo día”.
Al bebé lo dejaron en casa de unos vecinos. Más tarde, otros hombres que llegaron en un Falcon verde se presentaron como sus tíos y se lo llevaron. Nadie sabe por dónde anduvo Wado los siguientes tres meses. “La única certeza es que la familia de Lucila, que era de Mercedes, lo buscó desesperadamente. Un tío encontró a un comerciante del barrio con vínculos con Suárez Mason. Después de muchas idas y vueltas, el 13 de enero de 1979, alguien llevó a Wado hasta la catedral de Mercedes. Recién entonces su familia logró recuperarlo».
Con el tiempo, se convirtió en un reconocido activista por los derechos humanos. Militó en H.I.J.O.S. y desde diciembre de 2019 es ministro del Interior. A Alberto Fernández le puso como condición que no hablaría en público. “Es un problema que aún no logré vencer”, declaró De Pedro a El País hace un mes. “Hay días en que todavía no sé por qué hablo más fluido y otros días en que me da mucho trabajo. Hay exposiciones públicas en las que es tal el desorden en el mecanismo del habla que me desconcentra del contenido”, agregó.
Wado creció en Mercedes, rodeado de tíos y primos. Él lo contó en su perfil de Facebook: “Una vida típica de un tranquilo pueblo del interior argentino. Mientras crecía en esa ciudad donde se había criado mi mamá. A medida que pasaban los años, comencé a interesarme cada vez más por la historia de mis padres”. El nombre de su usuario en redes es wadodecorrido.