El anuncio de que Argentina había entrado en los BRICS fue eufórico. Si bien se había empezado a hablar del tema diez años atrás, hubo altibajos. El anuncio de que se había decidido la inclusión de Argentina pareció sorprender a los analistas y al Gobierno.

El presidente Alberto Fernández envió un mensaje en el que dijo que «ya somos parte de los BRICS». Sin embargo, no entraremos antes del 2024, y antes están las elecciones presidenciales en las que dos de los candidatos anunciaron su negativa a la asociación.

La pertenencia a los BRICS es un objetivo a lograr. Por otra parte, pone en evidencia posiciones dentro de la política en Argentina. Por un lado, aparece Massa con un pragmatismo que lo lanza tanto a Washington como a Beijing, con una diplomacia económica que hace equilibrio sobre la cuerda floja como plataforma electoral. En los BRICS tiene un mercado de 3200 millones de consumidores y mejores condiciones para negociar con Brasil, su principal socio, con China, el segundo, y con India, el quinto. Por otro lado, ocho provincias tienen como principal destino exportador a China, cuatro provincias a Brasil y dos a India.

La posibilidad de pertenecer a los BRICS muestra el corte cipayo de Patricia Bullrich y Javier Milei, que anunciaron sin fundamentar que cancelarían una eventual suscripción al grupo. Bullrich tuvo el inmediato apoyo de Macri, bajo cuya presidencia los BRICS fueron arrojados sin piedad al freezer. De esta manera la ultraderecha se entrega de pies y manos a un Occidente que no parece encontrar soluciones a sus graves problemas económicos, sociales, morales, con una inequidad que se agrava, migraciones catastróficas y democracias que se caen a pedazos.

El sentido común nos dice que el mundo resbala hacia la distopía, pero China florece. Los chinos planifican sus vidas con la certeza fehaciente de que la vida de sus hijos será mucho mejor que la de ellos. Siendo la segunda economía del mundo y un quinto de la humanidad, ¿cómo la ignoramos al hablar de «el mundo»? Es el país que más alto y con mayor volumen emerge, pero está emergiendo en red con otros. Atilio Borón twitteó: «El canciller Wang Yi aportó una definición bien sugestiva cuando dijo que: ‘Los países BRICS son como cinco dedos: cortos o largos si están extendidos; pero un puño poderoso si están cerrados'».

Los BRICS son una manifestación fehaciente de un nuevo orden que asoma compuesto por la legión de pueblos que fueron sometidos por los imperios coloniales. Entre la cumbre anterior y esta, unos 40 países pidieron ser admitidos.

Se ha presentado el grupo estos días puntualizando que son un tercio de la población mundial y un tercio de la superficie, que su participación en el PBI del planeta supera al del G7. Se han señalado otros datos. India tiene la mayor cantidad de usuarios de Facebook, Instagram, YouTube y WhatsApp del planeta, en 2021, exportó software por un valor mayor que Arabia Saudita petróleo y acaba de llegar a la Luna. Los BRICS casi igualan el número de misiones lunares de Estados Unidos. Acaban de sumar a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán, tres de los principales productores de petróleo del mundo.

En los BRICS asoma esa profusión de países, civilizaciones, etnias, que ha sido explotada y negada. Tienen procesos históricos propios y valores singulares que han sido aplastados por «universales» y que no han sido otra cosa que la proyección de los países dominantes. Pepe Mugica considera a los BRICS «un nuevo desafío», que «no sabemos si será posible», pero, dice, «la política internacional no puede ser la proyección de los intereses de los países más desarrollados sino un juego relativamente armonioso. Es necesario que toda la humanidad esté presente en ciertas decisiones».

Los BRICS están discutiendo mecanismos para rescatar países en crisis, como ha hecho China con Argentina. Si lo consiguieran instaurando un sistema internacional paralelo, fuera del mando europeo y norteamericano, no será tan fácil negarse a pertenecer.

A la vez, es posible que se plantee el bienestar, no sólo de las economías nacionales, sino de las personas. En su discurso en la cumbre, Lula da Silva adelantó que «seguiremos defendiendo cuestiones que tienen un impacto directo en la calidad de vida de nuestras poblaciones, como la lucha contra el hambre y la pobreza y la promoción del desarrollo sostenible». «