A lo largo de la historia, el cine sobrevivió a muchas muertes anunciadas. En la década del ‘50, con la llegada de la televisión a los hogares, pocos imaginaban que el ritual de ir a una sala seguiría en pie. Sin embargo, gracias al Cinemascope, al color y a grandes películas épicas, el cine subsistió. Y así pasaron muchos otros desafíos: el video hogareño (primero el VHS, luego el DVD, el BluRay, etcétera), la televisión por cable con sus muchísimas opciones, la llegada masiva de internet con la consiguiente explosión de la piratería online, y las plataformas de streaming con su inmensa cantidad de películas y series a unos clics de distancia.

Pero, de alguna u otra manera, el cine sobrevivió: pantallas más grandes, un más moderno 3D, multisalas cómodas y las famosas “ventanas” de tiempo que permiten que las películas lleguen primero a las salas y luego, semanas o meses después, a las demás pantallas.

Lo que ninguno de los formatos alternativos y caseros pudo lograr parece haberlo conseguido una mezcla inimaginada: una combinación entre la pandemia, una larga huelga de Hollywood y una crisis económica que es, a la vez, nacional y en menor medida, global. Más allá de una previsible recuperación que tuvo lugar en 2022 y 2023 en relación a los dos años previos y más duros del Covid –en los que las salas de cine estuvieron cerradas o limitadas en su aforo–, durante el 2024 ese rebote no sólo se frenó sino que sufrió una fuerte caída.

En la Argentina, que atraviesa una de las crisis económicas más duras de su historia, más que caída fue derrumbe. Ni siquiera después del 2001 las cifras fueron tan bajas. Y de no haber sido por el enorme, aunque previsible, éxito de Intensa-mente 2 (4,8 millones de espectadores) y, en menor medida, de Mi villano favorito 4 (1,4 millones), las cosas podrían haber sido mucho peores. Hasta mayo de 2024, la caída en relación al año pasado era del 38 por ciento interanual, y aún con esos dos enormes éxitos infantiles que levantaron la taquilla en junio, la caída sigue estando en el orden del 25 por ciento en relación a la primera mitad del 2023.

La gran convocatoria de Intensamente 2 hizo que la caída fuera menos brutal.

En los primeros seis meses del año pasado se vendieron 21,7 millones de entradas contra 17,4 millones de los primeros seis de este año. Dicho de otro modo: sin Intensa-mente 2 y Mi villano favorito 4 la taquilla argentina de 2024 estaría hoy un 45% abajo de la del 2023.

Es que el único mercado que no decae es el de la animación, con la “obligada” salida familiar que seguramente hará que vuelvan a repuntar las cifras durante las vacaciones de invierno. Además de los dos títulos ya citados, otros films que rindieron bien fueron Kung Fu Panda, Patos y Garfield: fuera de casa, lo mismo que películas sobre monstruos, como El planeta de los simios: Nuevo Reino y Godzilla y Kong: el nuevo imperio, que tuvieron resultados comerciales más o menos dignos, aunque solo una de todas ellas superó el millón de espectadores. Otros títulos que prometían una buena convocatoria, como Duna: Parte 2, Furiosa: de la saga Mad Max, Ghostbusters: Apocalípsis Fantasma o Profesión peligro fueron acá sonoros fracasos.

Para tener una idea más amplia de la magnitud de la crisis: hasta la pandemia era habitual que las salas de cine llevaran más de 40 millones de espectadores por año en la Argentina (en 2019, último año prepandémico, fueron 47 millones). Esa cifra, que se redujo radicalmente en 2020 (8,6 millones) y 2021 (13,3 millones), por el largo cierre y limitación de aforo de las salas, parecía haberse recuperado casi totalmente en 2023, año que tuvo una asistencia a salas de 43 millones de espectadores. Pero en 2024 todo va encaminado a que las cifras finales ronden los 32-33 millones, similares a la de 2022, cuando recién se salía de la pandemia.

¿Cuáles son los motivos que explican esta brutal caída? ¿Es la crisis económica que impide que la gente pueda darse “un gustito” como es ir al cine de vez en cuando? ¿El precio de las entradas, que hoy ronda entre los 10 y 13 mil pesos sin tomar en cuenta promociones? ¿La pobre oferta cinematográfica producto de la huelga de guionistas y actores? ¿El crecimiento de las plataformas de streaming? ¿O estamos hablando de un posible final para la centenaria tradición de ver cine en salas?

Furiosa: de la saga Mad Max, fue uno de los fracasos más estruendosos del semestre.

“Se preveía que este fuese un año más flojo, dada la inferior cantidad y calidad de producto comercial –explica Manuel García, de la distribuidora Cine Tren–. Esto se está viendo en boletería y dado que ese producto es global, puede ser el denominador común entre Argentina y el resto del mundo. Si uno toma los tanques de estos primeros meses del año y los compara con los del año pasado, la diferencia de espectadores surge de esa comparación sola. El otro factor de la caída es evidentemente la recesión y la falta de consumo cultural general, que impacta más en sectores populares, principales consumidores del cine más comercial.”

“El caso de la Argentina es tan contundente que es multicausal –explica Martín Morgenfeld, de la distribuidora Maco Cine–. Creo que se trata de la crisis económica brutal que acecha todas las industrias y las primeras que se resienten son las ligadas al entretenimiento. La gente primero tiene que acceder a los servicios básicos y luego, si tiene plata, la gasta en salidas. El cine no es la excepción. Obviamente, a esto se le suma que éste, en líneas generales, es un mal año, ya que en lo que respecta a Hollywood estamos asistiendo a la cosecha posterior al frenazo que supusieron los paros del 2023 que van a afectar la programación de este año y el que viene.”

«Lo que está ocurriendo en el mercado argentino es algo así como ‘la tormenta perfecta’ –explica el periodista Diego Batlle, cuyo sitio OtrosCines reporta sobre la taquilla en la Argentina–: un contexto internacional muy poco favorable, porque la caída en la taquilla es a nivel global por la falta de ‘tanques’ atractivos y convocantes, y en el ámbito local una tremenda caída en el consumo de la clase media, que ante el ajuste de los últimos meses lo primero que limita o elimina son las salidas recreativas y los gastos no prioritarios como las actividades culturales. Por eso, aunque la crisis de concurrencia a las salas se extiende a todo el mundo, en ningún otro mercado el derrumbe llegó al nivel de lo que ocurrió en los dos últimos meses acá.»

Ninguno de los consultados es demasiado optimista respecto al futuro cercano, ya que el combo entre estrenos de limitada repercusión comercial y la crisis argentina planea extenderse por un buen tiempo. “En el ámbito local no se prevé una recuperación económica que reavive el consumo –agrega Batlle–. Si bien Mi villano favorito 4 e Intensa-mente 2 funcionaron muy bien, como suele ocurrir en la Argentina con las películas animadas, a nivel general, el verano boreal arrancó con cifras muy pobres así que el panorama no es muy alentador”.

Tristemente, el reestreno de Relatos salvajes puede llega a ser la película argentina más vista del año.

Si bien la brutal recesión que se vive en la Argentina puede explicar en buena medida la caída del mercado cinematográfico, no es un fenómeno solo local. En lo que respecta a la taquilla internacional, se calcula que –aún con estrenos grandes de junio, como Bad Boys: hasta la muerte, Intensa-mente 2 y Un lugar en silencio: Día Uno que despabilaron un poco las cosas-, las cifras afuera estarán también un 25% abajo de las de 2023. En los Estados Unidos tienen más claro que, más allá del crecimiento de las plataformas de streaming, la caída de este año está relacionada con la merma de grandes películas ligadas a las huelgas que paralizaron la producción durante buena parte del año pasado. De hecho, las expectativas son bajas respecto a la segunda mitad del año, en el que las fichas están puestas en un puñado de películas como Tornados, Deadpool & Wolverine, Joker 2 y Gladiador 2. Si un par de ellas no funcionan, la crisis puede ser todavía más grave.

Este año tampoco tendrá un plus por el lado del cine argentino, que suele aportar siempre un par de películas entre las más vistas (en 2023 estuvieron los dos documentales sobre la Copa del Mundo, Muchachos y Elijo creer, además del thriller con Guillermo Francella La extorsión). Si bien habrá varios estrenos locales –de películas filmadas antes de la llegada del nuevo gobierno, ya que la producción actual a través del INCAA es nula–, las que tienen ciertas expectativas comerciales irán directamente a plataformas, como Campamento con mamá, con Natalia Oreiro y Francella, o Mensaje en un botella, con Luisana Lopilato y Benjamín Vicuña, que saldrán por Netflix y Amazon Prime, respectivamente. De hecho, quizás la película argentina más vista de 2024 termine siendo Relatos salvajes, que tendrá un reestreno el 22 de agosto en conmemoración de sus diez años. «


El viejo truco de los reestrenos

Uno de los recursos que los distribuidores locales parecen haber optado para paliar, al menos en parte, la caída de espectadores, es recurrir a ofertas por fuera de la cadena habitual de estrenos: conciertos de rock, transmisiones de ópera, eventos deportivos y reestrenos de clásicos. En los primeros meses volvieron a las pantallas títulos como Star Wars: la amenaza fantasma y Harry Potter y el prisionero de Azkaban –ambas con buenas performances comerciales–, además de conciertos de Pearl Jam y La Renga, entre otros. El plan de reponer títulos siguió en junio: el jueves 6 volvió Matrix, con motivo de su 25º aniversario, y el 13 fue el turno del clásico Repulsión, de Roman Polanski. En las próximas semanas se verán Toro salvaje, Beetlejuice e Interestelar, entre otras. Pero eso no resuelve el problema sino que apenas lo disimula un poco.

“El reestreno de Matrix y otros que hicimos, como Taxi Driver –agrega Morgenfeld– no son solo una salida a la crisis sino buscar maneras de ofrecer nuevos contenidos. Ver copias remasterizadas de grandes clásicos que no se ven en cine hace años es parte de la idea de generar propuestas curadas, distintas a los estrenos tradicionales. Acá tuvimos muy buenos resultados porque tienen un atractivo especial. Por un lado está la nostalgia de volver a verlas en una muy buena copia en sala y, por otro, compartirla con personas que no las vieron porque eran jóvenes o no habían nacido cuando se estrenaron”.