La memoria ilumina los libros. Los retratos de los treinta mil detenidos-desaparecidos están en el gran ventanal del edificio “Cuatro Columnas” del Espacio Memoria (Avenida del Libertador 8305), donde el viernes 14 y el sábado 15 transcurrió “Derechos en Letras”: la primera Feria del Libro de Derechos Humanos en la Ex ESMA.

Los puestos de más de 60 editoriales se dispusieron frente a las salas en las que se presentaron libros, charlas, conferencias, talleres, muestras y lecturas colectivas. ¿Cuántas imágenes y voces cobijan la memoria? ¿Cómo abrazarla entre lecturas sin límites? “Derechos en Letras”, la primera Feria del Libro de Derechos Humanos en la Ex ESMA, con entrada libre y gratuita, es un espacio de resistencia”, dice Gabriela Alegre, coordinadora general del Espacio Memoria y representante del directorio de organismos de Derechos Humanos en el Ente Público Espacio Memoria ex ESMA.

Los puestos de más de 60 editoriales se dispusieron frente a las salas en las que se presentaron libros, charlas, conferencias, talleres, muestras y lecturas colectivas. ¿Cuántas imágenes y voces cobijan la memoria? ¿Cómo abrazarla entre lecturas sin límites? “Derechos en Letras”, la primera Feria del Libro de Derechos Humanos en la Ex ESMA, con entrada libre y gratuita, es un espacio de resistencia”, dice Gabriela Alegre, coordinadora general del Espacio Memoria y representante del directorio de organismos de Derechos Humanos en el Ente Público Espacio Memoria ex ESMA.

Pero en la Feria, “los derechos sociales, culturales y económicos también son vistos como Derechos Humanos fundamentales. Y hay nuevos derechos que tienen que ver con las reivindicaciones y luchas que van teniendo los pueblos”, explica Alegre.

Y prosigue: “En principio, nos basamos en los derechos reflejados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. En la Argentina, “por la gravedad del terrorismo de Estado, esos derechos están muy relacionados con la memoria, la verdad y la justicia: el derecho a la vida, a la libertad, a la no desaparición de personas y a la preservación de la identidad”.

Con ese espíritu, desde “Derechos en Letras” convocaron a las más de 60 editoriales e instituciones, y a diversos autores con actividades, cada día, para todas las edades desde las 10 y hasta las 19. Las visiones de los derechos humanos fueron múltiples e iluminadoras en la Ex ESMA.

Derechos en Letras: disfrute y solidaridad

Entre los puestos de las editoriales en el emblemático edificio “Cuatro Columnas”, los y las escritoras hojeaban volúmenes, dialogaban con los editores y compartían con el público.

En la entrada de la ex ESMA, una radio abierta daba a la bienvenida a los asistentes y, al costado del predio, también se disponían la Feria Migrante con el apoyo de la OIM (Organismo de las Naciones Unidas para la Migración), y la Feria y Memoria, de economía popular y cooperativa. El viernes, además, arribaban estudiantes secundarios para las visitas guiadas por las muestras permanentes.

¿Qué significa, para los editores, ser parte de la primera Feria del Libro de Derechos Humanos en el Espacio Memoria? Desde Editorial Madreselva, Martín Santana decía: “Más que un evento comercial, la Feria es una manera de apoyarnos entre quienes estamos resistiendo todos los ataques contra la cultura y contra el pensamiento crítico. En ese sentido, la Feria del Libro de Derechos Humanos es casi una obligación: un espacio imprescindible. Hay que poner el cuerpo para defenderla. No se puede arrasar con la memoria”.

A pocos metros, Soledad Pedraza, de Editorial Abisinia, ponía en valor la poesía en relación con los derechos humanos: “Estos volúmenes reflejan todo lo que sufrieron los escritores y escritoras: las persecuciones, el exilio, las quemas de libros, pero también el poder de la palabra para salir de situaciones traumáticas gracias a la libre expresión. La Feria del Libro de Derechos Humanos tiene una gran afluencia y es una idea que hay que multiplicar”, dijo.

La exposición fotográfica sobre la democracia y sus luchas y conquistas, y la exhibición documental de la Comisión Argentina para refugiados y migrantes (CAREF) fueron clave el viernes. También la charla sobre literatura en las escuelas. En los espacios al aire libre, además, se programaron talleres murales, la feria de fanzines y hasta la actividad “Susurradoras”, con cuentos, relatos y poesías compartidas al oído: la Feria del Libro de Derechos Humanos fue inagotable durante ambos días en cada espacio dentro y fuera del edificio “Cuatro Columnas”.

¿Cómo vivió la Feria su productor general, Adrián Dubinsky? “Este es un lugar con una carga semántica impresionante, y, de pronto, verlo lleno de puestos de libros, de debates y de charlas, es importante”.

 Aquí, “la literatura ha sido la disparadora para pensar los derechos humanos en el Mes de la Memoria -dijo Dubisnky-, con todos los trabajadores y trabajadoras libreras que vinieron a exponer sus materiales. Buscamos interpelar al público a que asistiera desde el disfrute y también desde la solidaridad”.

Dubinsky aclaró algo central sobre la Feria del Libro de Derechos Humanos en el arduo contexto del país: “Todo esto se hizo sin recursos, a verdadero pulmón. Nuestro empuje ha sido una gran oportunidad para pensar las ferias que vendrán”. El viernes, a eso de las 14, a la par del panel “Trabajos, oficios y escrituras”, con Félix Bruzzone y otros escritores, desde CTA Ediciones se presentaron los libros Circuito Camps (de Rosario Hasperué y Darío Herrera) y Unidad 9 (de Federico Chechele).

Al finalizar, el secretario general de la CTA Autónoma, Hugo Godoy, le dijo a Tiempo Argentino: “Esta feria es un orgullo y un acto de resistencia contra el intento de destruir los organismos de Derechos Humanos que tiene el Estado nacional: buscan arrasar con las políticas de memoria, verdad y justicia. Los trabajadores están en la primera línea resistiendo las políticas de la desmemoria, la entrega y el saqueo. Las acciones de Milei son una continuidad de destrucción de lo mejor de la sociedad argentina y de una perspectiva de esperanza para nuestro pueblo”.

Entre tantas actividades del viernes, a las 16 se presentó el panel “Cómo narrar una vida. Biografías y autobiografías” (con Ulises Gorini y varios acompañantes) y, a las 18, una de las charlas clave de la Feria: “¿De toda necesidad nace un derecho?”

Allí disertaron Rita Segato, Martín Kohan, Marlene Wayar y Marcelo Ferreira, a sala llena: hubo potentes palabras “acerca de las políticas de la crueldad del gobierno de Javier Milei”, mientras los organismos seguían interactuando con el público: Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S. Capital, la APDH, el CELS, el Consejo Asesor de Sobrevivientes de la ESMA, el Espacio Cultural Nuestros Hijos y Abuelas de Plaza de Mayo.

La lucha y el camino

A las 12 del sábado, Claudia Aboaf y colegas debatieron sobre las “Derivas ambientales. La literatura piensa el planeta” en el auditorio Mabel Gutiérrez. “Los derechos ambientales también están en la perspectiva de la feria”, dijo Aboaf. A las 14, Sergio Pujol, Nicolás Igarzábal y Claudio Kleiman hablaron acerca de “La máquina de hacer pájaros. Charly, el rock progresivo y la dictadura”, una hora y media antes del panel sobre narrativas migrantes y de la presentación del libro Los nietos te cuentan cómo fue. Historias de identidad, con asistencia multiplicada.

¿Cómo avanzó el sábado? ¿Hacia dónde dirigirse para seguir captando voces, imágenes y sentidos sobre la literatura y los Derechos Humanos? Al fondo del predio, en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), desde las 16.30 se presentó el libro Hasta la vida: ilustradores, escritores y editores hablaron de su conmoción ante la represión de la Gendarmería y la Policía Federal a los integrantes de la murga “Los Auténticos Reyes del Ritmo”, del Bajo Flores, en enero de 2016.

A las 17, Federico Bianchini, autor de Tu nombre no es tu nombre, dialogó con la nieta restituida Claudia Poblete y con su abuela, Buscarita Roa, en Casa por la Identidad. Una hora después, mientras transcurría el panel “Derecho a la comunicación y discursos de odio” (con Martín Becerra y colegas), la escritora y periodista Miriam Lewin presentó el libro Dina y Natan: una historia de redención y desencuentros de una madre y su hijo en su huida del nazismo. También, entre otros, había sucedido el panel “Mundos imaginarios – Mundos distópicos”, con Luis Gusmán, Juan Diego Incardona y Lucio Greco.

En el edificio Casa por la Identidad, de Abuelas de Plaza de Mayo, se habían programado más actividades para el sábado: la presentación del libro Ovillos de trazos, a las 14, y de Las Blaquier, de Soledad Ferrari, a las 16.

Desde Abuelas, la nieta recuperada María José Lavalle Lemos le dijo a Tiempo Argentino: “Iniciar el año uno de la feria en este contexto del país fue una apuesta muy positiva y nos pareció hermoso que circulara tanta gente. Desde nuestro stand recibimos al público para que todos pudieran colaborar con la institución. También planeamos un taller con propuestas para la marcha del 24 de marzo. Ahora hay que seguir construyendo en este espacio”.

Y la feria “Derechos en Letras” siguió su marcha con el público renovado. En su balance político, Gabriela Alegre, coordinadora general del Espacio Memoria, analizó: “Lo que atravesó esta feria es que la literatura es un gran instrumento. Quienes usan su creatividad para contarnos historias también son muy potentes para defender los Derechos Humanos”.

Así, “este encuentro demostró que la única manera que tenemos de seguir adelante es con resistencia. La lucha de las Madres y las Abuelas es la que nos muestra el camino. En ese sentido avanzamos para poder reconstruirnos como sociedad. Eso es lo que tenemos para transmitirles a las futuras generaciones”.