Una simple e inquietante pregunta de un grupo de periodistas y la voluntad de un diario por financiar un experimento desataron una causa judicial y expandieron la alerta sobre el uso de celulares en todo el mundo. «¿Son tan seguros los teléfonos móviles como dicen sus fabricantes y los reguladores gubernamentales?». La respuesta que encontró el Chicago Tribune es que en varios modelos de IPhone y Samsung los niveles de radiación superan lo admitido por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) y el valor los fabricantes afirman en sus documentos.
Tomando ese estudio particular, usuarios de esos teléfonos presentaron una denuncia colectiva en una corte de California. Acusan a la firma estadounidense Apple y a la coreana Samsung de «negligencia, violación de la garantía, fraude de consumo y enriquecimiento injusto». En mayo de 2011 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés), que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS) había revelado que los Campos Electromagnéticos de Radiofrecuencia (CEM-RF) que emiten los celulares son «posiblemente cancerígenos» para los seres humanos. Este riesgo sería mayor en la nueva generación de móviles que está en la gatera, la 5G.Pero todavía no hay estudios concluyentes al respecto.
El experimento del Chicago Tribune fue realizado por el laboratorio de pruebas de radiación RF Exposure Lab de San Marcos, en California. El vicepresidente y propietario del RF, Jay Moulton, asegura que «nuestras máquinas Dasy 6 tienen la capacidad de probar todos los dispositivos inalámbricos: teléfonos celulares, computadoras portátiles, módems y dispositivos médicos para las regulaciones SAR de la FCC» y confirmó que todos los tests pagados por el Chicago Tribune “se realizaron de acuerdo con las normas y directrices detalladas de la FCC».
En concreto, lo que se hizo fue someter a once modelos de distintos fabricantes a un mismo experimento, a razón de cuatro unidades por equipo para evitar que alguno pudiera estar fallado. Se los puso en un recipiente con un líquido transparente de similares características al tejido humano mediante un brazo robótico. Cada aparato fue configurado para funcionar a plena potencia. Luego se midieron los resultados.
La primera sorpresa fue que el más popular en EEUU, el iPhone 7, superaba el límite establecido por la FCC y duplicaba lo que informaba Apple en su prospecto. El organismo de control estadounidense considera como valor de exposición tolerable hasta 1,6 vatios por kilogramo (W/Kg) medidos en un volumen de 1 gramo de tejido humano y a una distancia de entre 10 y 15 milímetros. En Europa esos valores son algo más laxos y se considera aceptable para esa distancia hasta 2 W/Kg.
El test de RF Exposure Lab detectó que a 5 milímetros de distancia de un cuerpo la radiación del iPhone era de 2,81 W/Kg. A 2 milímetros, esto es, como si el celular estuviera en el bolsillo del usuario, el nivel trepaba a cuatro veces el máximo permitido. Con los modelos Samsung las cifras eran de la misma magnitud.
Alertados por este informe, en la agencia FCC indicaron que toman «en serio cualquier reclamo por incumplimiento de los estándares de exposición a RF» y afirmaron que someterán nuevamente a pruebas esos móviles. En la demanda, los denunciantes consideran que los iPhone X, iPhone 8 y iPhone 7 Plus de Apple y los Galaxy S8 y Note8 de Samsung pueden producir riesgo de cáncer, daños genéticos, cambios en el aparato reproductor, déficits de memoria y desórdenes neurológicos.
Apple protestó el informe aduciendo que el experimento que financió el Chicago Tribune no se había realizado bajo las mismas condiciones que los que ellos utilizan antes de sacar a la venta sus productos, pero se negó a responder un cuestionario del periódico.
El diario replicó que se siguen aplicando estándares de los años 90, como probarlos a una pulgada del cuerpo (25 milímetros) cuando los equipos eran menos potentes y además, lo usual era llevar el aparato en un clip colgado del cinturón.
La decisión de tomar 2 milímetros de distancia obedece a que hoy día lo usual es llevar el móvil en un bolsillo del pantalón o de la camisa, bien pegado al cuerpo. Ahí es donde saltaron las alarmas.
Según especialistas en radiaciones, las emisiones de los celulares pueden afectar el tejido biológico al producir calentamiento de las células y pueden causar daño en los ojos y los testículos habida cuenta de que son órganos que no disipan el calor tan rápidamente.
«The Tribune contrató a Moulton para realizar pruebas en 11 modelos diferentes de teléfonos celulares, todos comprados por el periódico. Las pruebas se llevaron a cabo en una habitación de 10 pies por 10 pies (3 x 3 metros) equipada con ventanas de pantalla de cobre para reducir la interferencia eléctrica. En el centro de la habitación había un «cuerpo fantasma», una bañera ovalada del tamaño de un fregadero de cocina. Dentro de la bañera había una mezcla de tejido corporal», explica el diario.
«Una sonda conectada a un brazo robótico se movía hacia arriba y hacia abajo, y hacia adelante y hacia atrás, en el fluido, tomando 276 mediciones de la radiación absorbida. Después de unos minutos, la sonda se detuvo y los resultados aparecieron en una pantalla de computadora cercana», agrega. La luz roja se emncendió ante esos primeros resultados. Repitieron la prueba varias veces más ante el temor de algún problema de ajuste en los sensores. Pero siempre ocurrió lo mismo.
Para la OMS, ante la falta de pruebas concluyentes, los teléfonos portátiles se incluyen en el Grupo 2B, esto es, como agentes “posiblemente carcinogénicos”. En esta lista hay 310 agentes, entre ellos el combustible, la melanina, la naftalina, los polvos del talco y hasta el extracto de la hoja de aloe vera. Para incluirlos en este grupo se tomó en cuenta un estudio de 2011 que encontró un aumento en el riesgo de glioma en personas que utilizaron el celular más de 30 minutos en los 10 años anteriores.
Como la tecnología 5G todavía es más potente que la 4G actual, se supone que los riesgos eventualmente podrían ser mayores.
En 2010 el Imperial College del Reino Unido, lanzó un programa de estudios sobre la cuestión bajo el nombre COSMOS (por Estudio Masivo de Comunicaciones Móviles) que se propone analizar los efectos del uso de teléfonos celulares en cerca de 250.000 personas de 18 a 69 años de edad en Gran Bretaña, Finlandia, Holanda, Suecia y Dinamarca, por entre 10 y 30 años.
El año que viene puede haber resultados más firmes.