Los miembros del equipo económico que viajaron a Estados Unidos a negociar con los técnicos del Fondo Monetario Internacional tendrán una nueva carta para jugar: la reducción del déficit primario. Se especula que el informe fiscal de enero que publicará el Palacio de Hacienda este miércoles mostrará una fuerte caída y hasta hay quienes creen que, de la mano de un factor netamente estacional (los mayores ingresos en el sistema de seguridad social como consecuencia del pago de aportes y contribuciones vinculadas al aguinaldo), podría haber un saldo levemente positivo.
Según la consultora Analytica, que lleva adelante un estudio semanal (el Monitor de Ajuste del Gasto), en la última parte de enero el gasto se redujo 26,2% con relación a la misma época del año pasado. Los recortes a la inversión en obra pública y a los gastos en programas sociales habrían contribuido fuertemente a ese resultado.
Por su parte, la consultora LCG estima que, de la mano de los mayores ingresos de diciembre, podría haber un superávit cercano a $ 170.000 millones. Algo así como 0,1% del PBI.
El déficit primario es uno de los tres indicadores clave, junto con la acumulación de reservas y la emisión monetaria, para monitorear la marcha del acuerdo de facilidades extendidas entre el gobierno argentino y el FMI. El año pasado las cuentas fiscales terminaron con un desequilibrio de 2,4% del PBI, una décima porcentual del tope establecido, y para 2023 debería bajar a no más del 1,9%.
Los enviados argentinos a Washington, Gabriel Rubinstein (secretario de Programación Económica) y Leonardo Madcur (jefe de asesores del Ministerio de Economía), podrán ofrecer esos dato para robustecer las posibilidades de que la Argentina cumpla con su parte del acuerdo. Será un recurso para disimular, aunque sea en parte, las dificultades que se avizoran para satisfacer otro requisito: los U$S 4.800 millones en divisas que el Banco Central debe sumar a lo largo del año. Por ahora, las cuentas de la entidad dan en rojo, ya que sólo en sus intervenciones en el mercado de cambios perdió U$S 903 millones en lo que va de febrero.
La mirada de largo plazo y las perspectivas para el futuro son las que primarán en el encuentro entre Rubinstein, Madcur y los técnicos del Fondo. En cuanto a la auditoría del trimestre que finalizó el 31 de diciembre, el organismo que dirige la búlgara Kristalina Georgieva ya envió una misión a Buenos Aires que se marchó con un panorama pintado de rosa por las autoridades económicas: se sobrecumplió el objetivo fiscal, el dólar soja permitió sumar los U$S 5.000 millones de reservas netas prometidos y la asistencia monetaria del BCRA cesó en agosto.
Según lo convenido, con esas tres metas cuantitativas cumplidas, el FMI tendría que desembolsar un nuevo tramo del crédito por alrededor de U$S 5.400 millones. En el Palacio de Hacienda creen que la decisión en ese sentido sería avalada por el directorio, posiblemente en la semana del 20 de marzo. A no ilusionarse: así como vengan, esos dólares se irán rápidamente para cubrir las amortizaciones de marzo y abril correspondientes al stand by que había pedido Mauricio Macri en 2018.