Es una de las voces inconfundibles de la música local. Cofundadora de la emblemática banda Las Blacanblus, Deborah Dixon es sin dudas una referente de la música afroamericana en la Argentina. Nacida en Costa Rica, vino por amor a nuestro país en los ’80 y se quedó para siempre. Acompañó a Pappo, La Mississippi, Fito Paez, Illya Kuryaki and the Valderramas, Los Ratones Paranoicos, Jaime Torres y el Indio Solari, entre tantos otros. Hoy desarrolla su carrera solista y es cantante y corista de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
-¿La música estuvo presente en tu vida desde siempre?
-Sí, desde chica en mi casa siempre había música muy diversa. Mis padres eran de poner música todo el rato: escuchaba mucho jazz y mucha música negra en general. Mucho soul. James Brown, Aretha Franklin, Ray Charles, Otis Redding, Marvin Gaye, eso se escuchaba muchísimo. También salsa, merengue, boleros.
-¿Cuándo fue la primera vez que cantaste?
-En el coro del colegio. En los actos y en el club. Siempre me decían “canta que cantas lindo”, pero nunca le di daba demasiada bola. Lo hacía naturalmente, no me imaginaba dedicarme a esto.
-¿Cuándo diste el paso?
-Muchos años después, cuando me vine a vivir a la Argentina y había nacido mi primera hija. Paseando por Belgrano, pensaba en hacer algo para mí, para salir de lo absorbente que es la maternidad. Y tuve un encuentro casual con el destino.
-¿Cómo fue eso?
-Quería un hobby o algo que me sacara de ese mundo, de esa etapa que me tocaba. Entré a una tienda de ropa de bebés y de casualidad había un volante que decía “Profesora de canto negro, góspel, soul & blues”. Y me anoté para estudiar con Cristina Aguayo. Empecé mientras trabajaba de lo mío.
-¿Qué era lo tuyo en ese momento?
-Era profesora de francés y madre. Cristina hacía muchas actividades y gracias a ella conocí a las chicas con las que formé Las Blacanblus. Ahí empezó todo.
-¿De niña qué querías ser?
-Tenía un amplio espectro de sueños (risas). De arqueóloga a veterinaria, pasando por decoradora de interiores. Pero encontré la profesión de cantante y me gustó.
-¿Cómo recordás tu infancia?
-Éramos una familia humilde. La vida era bastante dura, somos siete hermanos y fuimos criados por mi mamá sola. Mi papá se fue a trabajar a Estados Unidos, algo muy común que se estilaba, pero no volvió más. Yo soy la mayor y tuve que ayudar mucho a mi madre, que era enfermera y trabajaba un montón. No fue fácil, igual fuimos muy felices.
-¿De Costa Rica te fuiste a dónde?
-Primero a Francia y viví en París. Luego a España, en Madrid; después a Colombia, en Bogotá y finalmente acá. Fui a Francia para estudiar y conocí al padre de mis hijos, lo mandaban por trabajo a distintos lugares y lo seguí. Hasta que nos planteamos asentarnos en un lugar, y acá había más chances de trabajo que en Costa Rica.
-¿Qué fue lo primero que te llamó la atención de nuestro país?
-Es que ya lo conocía. Me habían hablado tanto y al llegar sentí que ya había estado, antes de venir ya quería a la Argentina. Me encantó, me adapté muy rápido. Cuando vivía en otros países siempre estuve muy involucrada con la colonia argentina, por mi pareja. Tenía vinculaciones políticas, de militancia.
-¿Cuáles?
-Me juntaba con personas del Partido Socialista de los Trabajadores, que fue lo que después fue el MAS. Me hice amiga de gente exiliada, que había escapado de la dictadura. Tenía una estrecha relación con eso y era casi una argentina más. Los argentinos son especiales: son muy arraigados. Donde estén, hay dulce leche, mate y se la pasan hablando de empanadas o de cuando hacer un asado.
-¿La cuestión de género y étnica te afectó alguna vez?
-Sí, por supuesto. Es algo que está en la sociedad. En los ’90 las luchas feministas no tenían mucho espacio. Hoy, por suerte, se pudo ir avanzando, pero no era fácil. Éramos pocas las que tenían clara esa idea. Yo tenía a mi pareja que me ayudaba, pero no podía desentenderme de que era madre.
-¿Cómo llegaste a ser parte de la banda del Indio?
-Conocí al Indio cuando Los Redondos nos invitaron a Las Blancablus para hacer coros. Esto fue para la presentación de Lobo suelto/Cordero atado, en Huracán. Cuando comenzó su etapa solista, me llamó para grabar coros en el primer disco, El tesoro de los inocentes, y desde entonces soy integrante de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
-¿Qué es lo que más te impresionó de él?
-Quiero y admiro profundamente al Indio por su arte y porque es una persona absolutamente coherente, fiel a su forma de pensar, de ver al mundo y a la sociedad. De personas como él se aprende todos los días. Es muy generoso, podría estar horas escuchando sus historias y sus consejos.
-¿Cuál fue el mejor consejo que te dio?
-En el recital de Olavarría de 2017, que era un mar de gente, me hizo ir a cantar al frente, un solo. Yo estaba un poco ansiosa, siempre estoy más atrás apoyando y estar al frente, ante tantas miradas, no es fácil. Pero el Indio me miró y me dijo sonriendo: “No estés nerviosa. Vos sabes lo que hacés. Arrancá y después la energía de la gente te va a llevar”. Y así fue. Evidentemente, algo sabe (risas).