“Desafío de la Ballena Azul”, «Juego de la Ballena Azul» o “Blue Whale Challenge” es el nombre con el que se empezó a conocer, entre 2015 y 2016, a un reto viral que habría tenido su origen en redes sociales de Rusia, pero que llegó a extenderse por varios países del mundo, incluida la Argentina. Se trata de una serie de 50 indicaciones que se incita a seguir a modo de «juego» a los chicos y chicas, y que van desde ver películas de terror hasta autolesionarse. El peligro mayor radica en que uno de estos “pasos” puede consistir en realizar acciones temerarias que pueden provocar la muerte. Algunos años atrás, en el país eslavo se reportaron más de una centena de suicidios adolesecentes que se cree que estuvieron relacionados con dicho reto.

Apelando al recurso de “archivos encontrados”, como imágenes y videos que aparecen en computadoras y teléfonos, El juego de la muerte retoma esos sucesos a través de la historia ficticia de Dana (Anna Potebnya), una adolescente que quiere desentrañar el suicidio de su hermana Yulya (Yekaterina Stulova). Buceando entonces en sus rastros online, la joven irá descubriendo el siniestro juego que llevó a ésta y a otros chicos de su pueblo a la muerte. La trama incluye también otros fenómenos que se popularizaron en Internet en los últimos años, como los personajes de rostros escalofriantes que circulan para ser consumidos especialmente por niños y niñas.

El juego de la muerte apela para su narración a los mismos dispositivos y canales que usan los chicos y chicas.

Con esos elementos que va recabando, más lo que la propia Dana va filmando con su celular a medida que lleva adelante la pesquisa (un poco al estilo del icónico film de 1999 The Blairwitch Project), la realizadora construye un relato terrorífico que busca dar cuenta de un trauma social, cuyas causas y consecuencias no pueden ser minimizadas.