Claudio “El Diablito” Echeverri jugó su primer partido como titular en River el 22 de diciembre, en el 2-0 de la final del Trofeo de Campeones 2023 ante Rosario Central en Santiago del Estero, y pronunció cuatro palabras que movieron las placas tectónicas: “No voy a renovar”. El 2 de enero cumplió los 18 años, mientras descansaba en su Resistencia natal. En 2024 jugará en River, pero cedido por el City Group, cuya central es el Manchester City. Entre que se fuera libre sin recibir dinero a fin de año y recibir aunque no fuesen los 50 millones de euros a los que iba ascender la cláusula de rescisión, River se entregó al Diablito. El jueves, Gianluca Prestianni -17 años, el jugador más joven en debutar en la historia de Vélez- voló rumbo a Portugal. Lo compró el Benfica. Tres goles y un pase gol en 39 partidos. Prestianni llegó a Vélez a los cuatro años. El año pasado, en medio de la lucha por no descender, la barra brava le cruzó un auto y lo golpeó. Centrado en Vélez, no fue cedido para el Mundial Sub 17 de Indonesia 2023, donde la rompió Echeverri. Valentín Barco -19 años, un gol y cuatro pases gol en 35 partidos en Boca- puede negociar a mitad de 2024 para irse como jugador libre. Boca le ofreció un contrato por cinco años, con una mejora que lo convertiría en uno de los mejores pagos del plantel y con una suba de la cláusula de rescisión a 25 millones de dólares. En los últimos días, el Brighton de Inglaterra volvió a la carga: ofertó 9 millones de euros, una cifra insuficiente que Boca rechazó. La cláusula es de 10 millones de dólares. La debe ejecutar el jugador.
Barco, Echeverri y Prestianni, según el sitio Transfermarkt, son -o eran- los valores más altos del fútbol argentino. Son las joyas que duran un suspiro.
La resonante -y “mala”- venta de Echeverri puede sentar un precedente para los clubes argentinos. River cobrará 14,5 millones de euros con la firma. Otros 9 millones se presentan como “bonos” y “objetivos”. Entre ellos figura la cantidad de partidos que juegue en River durante 2024, una “extorsión” moderna, un salto más en la industria de la compra-venta de futbolistas, ya aplicado por el Real Madrid al Palmeiras cuando adquirió a Endrick, quien llegará a mitad de año a España. River como fogueo antes de Europa, que no necesariamente será el Manchester City, sino que puede ser uno de los 12 clubes desperdigados por el mundo del City Group (Girona, que pelea LaLiga de España, pica en punta). La cláusula de rescisión de Echeverri ascendía a los 25 millones de euros. La venta es “mala” porque es a la baja. ¿Jorge Brito, presidente de River, no negoció a tiempo? ¿El entrenador Martín Demichelis no le dio los minutos necesarios en 2023, no propició un contexto de desarrollo? ¿Brito y Demichelis son responsables de la salida prematura porque priorizaron las vueltas del Pity Martínez y Manuel Lanzini (y ya estaban en la posición Nacho Fernández y Esequiel Barco)? ¿Cómo lo recibirán cuando juegue su primer partido de 2024 en el Monumental? ¿Los hinchas, dolidos por el quiebre de la relación, por cierta pérdida del sentido de pertenencia, le exigirán triunfos, espectáculo y títulos a Echeverri, quien no deja de ser un chico?
No son tanto los millones que se pagan en las transferencias: son los salarios, lo que se les paga a los jugadores, lo que Argentina no puede empardar con Europa. El gran negocio para los futbolistas no es la venta sino su contrato anual. “El Diablito pecó de inocencia, en contar algo que por ahí podía ocurrir y que estaría ya en conversaciones entre los clubes. Es una lástima que lo haya dicho. Espero que los hinchas de River lo interpreten, lo entiendan. El problema que tenemos en Argentina es que no podemos pagar lo que le ofrecen en Europa a un jugador. No lo que le pagan por la compra, porque podés decir: ‘No lo vendo’. Pero tiene todo el derecho. No lo critico, es la vida, puede ocurrir”, dijo Rodolfo D’Onofrio, el presidente de River cuando Echeverri llegó a los 11 años desde Resistencia, en 2017. El Diablito jugaba en Deportivo Luján. Había pasado una prueba en el predio San Diego, por los ojos de Claudio Otermín y Daniel Brizuela, del área de Captación de River, quienes hablaron con Domingo y Rosa, sus padres. Al principio, no se hallaba en la pensión. Lo expuso. River les alquiló un departamento a sus padres. “D’Onofrio y Marcelo Gallardo engrandecían a las personas. Te hacían sentir único. Tiré un informe y la respuesta fue: ‘Si sos el director del área y considerás que se tiene que hacer, se hace’. La claridad de D’Onofrio y la confianza de Gallardo, un especialista en gestión del talento, hicieron que Claudio aterrizara en River –cuenta Brizuela, apartado de River con la llegada de Brito tras siete años en Captación-. A esta directiva y al entrenador les faltó un poco de muñeca, porque los activos del club son los chicos de las inferiores. Las instituciones están por delante de las personas, y hay personas que piensan que son dueñas del club”. Todavía hace ruido el silencio de la dirigencia en torno al éxodo de Echeverri.
Brizuela agrega que los clubes europeos antes se llevaban a las promesas cuando tenían alrededor de 23 años. Y que ahora no, que ahora se los llevan más jóvenes: “Trabajamos de ver el futuro. Y ellos ya dimensionaron todo, el scouting de hoy es distinto al de antes”. A mitad de 2023 -cuando se inicia la temporada en Europa-, el Colo Barco estuvo cerca de dejar Boca. Pero soportó las presiones: deseaba quedarse a jugar la Copa Libertadores con el club al que llegó a los nueve años, cuando recorría a bordo de un Renault 12 gris los 232 kilómetros de ida y los 232 de vuelta desde 25 de Mayo, centro-norte de la provincia de Buenos Aires, hasta La Candela, San Justo (categoría 2004, en infantiles fue entrenado por Diego Martínez, flamante DT de Boca). Con el viento a favor de la compra del City a Echeverri, el Brighton pretende cerrar el pase de Barco antes del martes, cuando la cláusula subirá a 14 millones de dólares. Si al Diablito lo dejarán un año más en River, otra entrada de aire financiero que encuentran los clubes argentinos es quedarse con un porcentaje de una venta futura, sobre todo si emigra a un club “transportador” y no “terminal”. River recibió más de 30 millones de euros por el pase de Enzo Fernández del Benfica al Chelsea: tenía el 25% de la ficha.
En enero de 2023, Barco no había sido citado por Javier Mascherano para el Sudaméricano Sub 20 de Colombia. Tres meses sin jugar por una lesión. Y Adrián Ruocco, su representante -amigo de Mauricio Macri-, no cerraba su contrato y negociaba con el Getafe de España para que se fuese libre. En febrero, al final, renovó hasta diciembre de 2024 con una cláusula de rescisión “baja” (10 millones de dólares). Fue una exigencia de Ruocco. Enzo Montepaone, representante de Echeverri, recibirá “una remuneración equivalente al 7% del monto neto” que reciba River en concepto de “gestionar la transferencia”: una comisión por intermediar en las negociaciones. Si a River le ingresan los 25 millones de euros libres de impuestos, como detalló el periodista Germán Balcarce en La Nación, Montepaone cobrará 1.625.000 euros. ¿Pensó Echeverri cuando dijo “no voy a renovar” apenas finalizado su primer partido como titular en River, o pensó, a través de él, Montepaone, que en reiteradas ocasiones le clavó el visto a River y que manejó la transferencia al City por teléfono desde Marbella? El mágico mundo de los representantes.
En el “nuevo” fútbol hay menos pases de club a club, más jugadores se van libres. En el mercado de mitad de 2023, según el último reporte de la FIFA, el 56,6% de las operaciones involucraron a jugadores sin contrato. Esperando, aseguran los representantes, se dan cuenta de que ganan más. De ahí que las ventas se hagan casi a conveniencia del club comprador, reduciendo los intereses del vendedor, que suele ser el club que los formó desde la infancia, que les dio casa y comida a los padres, que los educó, pero no sin una contraprestación. “Soy muy crítico con esa frase hecha: ‘Tenés que ser agradecido al club que te dio todo’. No. El club me dio porque vio que le podía dar. Es recíproco. Ningún club, de onda, agarra a mi primo de 16 años que no sabe parar la pelota y dice: ‘Vení igual, te vamos a dar todo’. Ningún jugador le debe nada a ningún club. Sí, te da la chance de jugar, de mostrarte en inferiores. Pero te abre las puertas si sos bueno, si le servís. El club te da una posibilidad y si le servís, la va manteniendo hasta llegar a Primera”, decía en mayo a Tiempo Patricio “El Patito” Rodríguez, quien a los 17 años, en Independiente, era llamado “el nuevo Kun Agüero”. Y a los 22 fue vendido al Santos de Brasil, donde fue compañero de Neymar. El Patito Rodríguez también dijo entonces: “Al juvenil argentino se le hace creer que el éxito futbolístico es ir al Real Madrid o al City”.
Después de la venta de Echeverri, River acordó con Agustín Ruberto, goleador del Mundial Sub 17, la renovación del contrato hasta diciembre de 2027 y la cláusula más alta del plantel (entre 30 y 35 millones de euros). Ruberto aún no debutó en Primera. Abel Ferreira, el entrenador del Palmeiras, otra vez campeón en el último Brasileirão, dijo una vez acerca de Endrick, comprado a cambio de 70 millones de euros por el Real Madrid: “Es un futbolista de 17 años, siempre hay que recordarlo, porque en ocasiones el fútbol brasileño no tiene paciencia. Tiene que saber lidiar con las frustraciones”. El jueves debutó Vitor Roque en el Barcelona. Tiene 18 años. Lo había comprado por 30 millones de euros -más otros 31 millones en “variables”- a mitad del año pasado al Athletico Paranaense. El talento argentino y brasileño cada vez aguanta menos en el fútbol sudamericano. Campeón del mundo en Qatar 2022, al argentino lo avala también la historia, si consideramos que tres de los cinco cracks en el panteón de todos los tiempos lo son: Alfredo Di Stéfano, Diego Maradona y Lionel Messi, junto a Pelé y a Johan Cruyff. Hay cosas que el dinero no puede comprar, como el talento, porque los clubes europeos compran a un futbolista “envasado”. Para todo lo demás en el fútbol, existen los dineros de los Real Madrid y los City. Y ahora de los Brighton.