Para Diego Mitino, el 8 de mayo no fue el día más triste. A pesar de que fue esa fecha cuando le avisaron que la única sucursal del Correo Argentino en la localidad bonaerense de Santa Regina, en la que trabajó durante 26 años, cerraba de manera inminente y definitiva. El más triste se dio la última vez que pudo pagar las jubilaciones y pensiones a los vecinos de su pueblo. “Fue ayer. Nosotros no tenemos caminos ni rutas asfaltadas, solo de tierra. Tampoco cajero automático, entonces pagarle una vez al mes a los jubilados era un buen servicio y todos en la comunidad estaban muy contentos”, relata a Tiempo.

Santa Regina es una comuna pequeña del partido de General Villegas, con apenas 554 habitantes, que viven de la actividad agrícola. Hoy pasan a engrosar la lista de eso que ellos definen con una frase, en referencia a los despidos que motivan el cierre de las sucursales del Correo Argentino por el ajuste del gobierno de Javier Milei: «Pueblos condenados a emigrar».

En los márgenes del mapa provincial, muy cercana de Córdoba, Santa Regina no tiene médico permanente ni transporte público. Los adultos mayores deberán viajar casi 26 kilómetros hasta las localidades de Charlone o Cañada Seca para cobrar sus beneficios previsionales. “Hay jubilados que van a tener que pagar un remís hasta ahí por 25 mil pesos, que hoy es el 10% de una mínima. Esa función se podría haber evaluado. Además encima solo tenemos dos remises”.

Santa Regina sin correo

Como único trabajador del Correo en el pueblo donde nació y creció, Mitino no solo era cartero, administrativo, jefe de oficina, maestranza y limpieza. También le acercaba la jubilación a quienes no podían llegar a la agencia: “Hay gente que está postrada, que por ahí no tiene apoderado y yo trataba de acomodar todo para que pudiera cobrar, me acercaba hasta su casa. Aquí no tenemos grandes servicios y la tarea del correo era también una función social”.

La noticia generó alarma en este pueblo del partido de Villegas (donde Milei sacó el 68%). Los vecinos se reunieron en la sucursal que fue fundada en 1912 en una antigua comandancia fortinera y realizaron un abrazo simbólico. En las fotos que circularon, una vecina sostiene un cartel que augura: “condenados a emigrar”. Esa condena parece ser el destino para los poblados del país donde es indiscutible el rol social que cumplían las sucursales, estafetas y agencias cercenadas por la gestión libertaria.

Mitino dice: “hombre que llega al final no hace otra cosa que empezar de nuevo”. Nunca se imaginó, a sus 49 años, que la opción del retiro voluntario sería la más conveniente y que tendría que buscar otro trabajo cuando había dedicado su vida a ese oficio. Pero sabe que si no lo acepta puede ser despedido como ya le pasó a 500 trabajadores del Correo a fines de abril: “Les pedí lo máximo de tiempo para trabajar porque quería estar y el 24 de mayo es el último plazo para agarrar el retiro. Ese día, después de las 12:30, será la última vez que cierre la puerta”.

Sin trabajo

A más de 1500 kilómetros de Santa Regina, Trevelin emerge entre viñedos, campos de tulipanes y montañas nevadas en la provincia de Chubut. José Hughes, nacido y criado en el pueblo, sabe lo que es cerrar la puerta de la sucursal por última vez. Empezó a trabajar en el Correo en agosto de 1984, cuando tenía apenas 15 años.

Pasó por todos los escalones para llegar a jefe de sucursal. Fue mensajero, taquillero, cartero y remplazó a jefes de licencia hasta hace un año, que fue nombrado con ese máximo cargo en la sucursal. Siempre vivió ahí, aun cuando en el macrismo lo trasladaron como cartero a Esquel y tuvo que recorrer en colectivo, todos los días, esos 20 kilómetros de ida y vuelta a su casa. Los últimos 4 años trabajó junto a su hija Giselle, de 29, que era su auxiliar. Ella aprendió de él en medio de la pandemia, cuando el servicio se decretó esencial.

El pasado 26 de abril, el día que lo despidieron, Hughes pensó que se trataba de una equivocación. “Nadie me avisó, al menos si me hubiesen llamado… estábamos a 10 minutos de cerrar, y me llega un mail con mi telegrama. Lo leímos con mi hija, lo mirábamos y yo le decía que alguien se había equivocado. Fue un momento muy difícil, de mucha indignación, de mucha bronca”, rememora.

Giselle, que de auxiliar pasó a estar a cargo de la sucursal –con solo dos trabajadores-, publicó una carta en sus redes sociales que recorrió los medios provinciales. “Estábamos riendo unos minutos antes y nos fuimos llorando, tuve que ver a mi papá después de 39 años cómo miraba cada rincón de su sucursal, cada rincón de ese lugar tiene algo de él”, escribió.

Los vecinos de Trevelin se movilizaron por su despido, alertados ante el cierre de sucursales en otros poblados. “Estoy muy agradecido, desde el momento en que mi situación se dio a conocer tuve muchos llamados y apoyo de la gente, incluso algunos que había visto una sola vez, y sin embargo me brindaron su apoyo. El pueblo se puso en marcha y hubo un abrazo simbólico a la sucursal”, cuenta Hughes.

Hay parajes cercanos que dependen de aquella sucursal diezmada. No solo los 15 mil habitantes que alberga la ciudad, también Los Cipreses en la frontera con Chile y las comunidades de pueblos originarios que habitan alrededor.

El ajuste libertario al correo: «Reestructuración y organización»

El mismo día, no muy lejos de Trevelin, a casi 70 kilómetros, otro trabajador del Correo Argentino en la localidad chubutense de Corcovado recibe la misma noticia que Hughes. “Ese viernes estaba ahí terminando de hacer el laburo del día y me estaban despidiendo sin causa”, describe Javier Alejandro Villoldo a Tiempo.

Al telegrama se lo mandaron sus compañeros por fax. Dice que ni siquiera tiene la firma de un responsable, que nadie se hace cargo: “Aducen reestructuración y reorganización, sinceramente casi no pude leer lo que dice el telegrama porque es durísimo enterarse así, de esta manera, cuando no hay justificativo para lo que nos están haciendo. En mi caso son 28 años de laburo dándolo todo siempre, y que nos saquen así como perros sin importarles nada de nada, sin tener en cuenta que uno tiene una familia”.

En Corcovado, mientras hubo sucursal, cualquier persona podía manejar sus envíos como si viviera en una ciudad. “Ahora la gente va a tener que viajar a Esquel o a Trevelin con todo lo que eso significa para nosotros, que vivimos en un pueblito rural cordillerano, fronterizo”.

Y resalta: “También tuvimos aumento en el precio del combustible, para nosotros ir y volver a Esquel nos insume 20 mil o 30.000 pesos . Antes, la gente salía de la casa, caminaba una cuadra y estaba la oficina del Correo”.

Tolhuin, otra aislada

El retiro voluntario compulsivo se implementa a mansalva. La estrategia ejecutada por el Estado nacional, único accionista del Correo Argentino, fue despedir sin miramientos a más de 600 trabajadores con mucha antigüedad, que permanecían en planta permanente. Y con efecto de miedo y la impotencia, luego comenzó una campaña feroz de retiro voluntario. Lo que no se dice, pero se da a entender, es que los trabajadores que no acepten esta opción no serán reubicados sino despedidos.
De esta manera, según publicó Radio Fueguina, la sucursal del Correo de Tolhuin, en Tierra del Fuego, cerró sus puertas y sus únicos dos trabajadores fueron intimados a adherirse al plan de retiro. “La jefa de la sucursal aceptó la propuesta, mientras que el trabajador que se encargaba de las encomiendas negó retirarse voluntariamente, por lo que en estos momentos evalúa la posibilidad de incorporarse al Correo Argentino de Río Grande, o al de Ushuaia”, expresaron. La localidad quedó sumida en la incertidumbre y sus habitantes deberán hacer 100 kilómetros para enviar o recibir correspondencia.

Más de 2500 quedaron afuera de la empresa

Si bien no hay información oficial de cuántos fueron los despidos en el Correo, qué territorios concretos afectaron y cuántas son las localidades que quedaron en completo aislamiento, la Asociación Argentina de Trabajadores de las Comunicaciones (AATRAC) estima que más de 2500 trabajadores quedaron afuera de la empresa, entre retiros voluntarios y despidos. Al respecto, Natalia González, secretaría General de la AATRAC, seccional de Capital y Gran Buenos Aires, contó a Tiempo que el Correo tenía un promedio de 16.500 trabajadores en 2023: “Entre enero y marzo de este año hubo unos 500 retiros voluntarios, después se sucedieron 600 despidos”.
La dirigente expresó que a los cinco días de notificados esos despidos que afectó a trabajadores de mucha antigüedad se comenzó “con un plan de retiro voluntario salvaje y todos los días se está yendo gente”, motivados por el apriete y el miedo. Así llegan hasta los 2500 en la actualidad. Por eso, expresó: “sabemos que hay un plan que no es público, que se ejecuta desde la Jefatura de Gabinete, con el que se va hacia el vaciamiento y el desguace del Correo”. Y acotó: “Hay que decir que si se aprueba la Ley Bases esto va a ser mucho más grave, hay que poner un freno a esta política salvaje de destruir el correo. Están haciendo todo para que sea una empresa que no pueda operar y la pregunta es para quién la están preparando”.

Muerte

Ricardo Albornoz falleció de un paro cardíaco luego de recibir el telegrama de despido del Correo Argentino. Según publicó El Ancasti, el trabajador residente en la localidad de Rosario de la Frontera, provincia de Salta, cumplió funciones por más de 40 años en la empresa pública y estaba próximo a jubilarse. Su cuerpo fue encontrado por su esposa en el baño del domicilio, lugar al que se había dirigido tras expresar un malestar. Minutos antes había recibido el telegrama de despido. En Salta, se confirmaron 17 despidos desde fines de abril, que incluso llevó al cierre de la oficina de La Poma por la desvinculación del único trabajador, Roberto Casimiro, que tenía 40 años de servicio.