Una integrante del cuerpo de custodia de la jueza María Eugenia Capuchetti que trasladó el celular de Fernando Sabag Montiel hasta Ezeiza y los peritos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que lo recibieron protagonizaron un acalorado careo, en el marco de la causa que investiga el intento de femi-magnicidio sufrido por la entonces vicepresidenta Cristina Kirchner.
El careo dejó expuestas incongruencias llamativas en torno a la preservación de una de las pruebas más importantes del caso.
Todo ocurrió en la mañana del miércoles en la Sala Amia de Comodoro Py. Como adelantó Tiempo, estaba previsto que declaren los efectivos policiales -agentes y peritos- que fueron los primeros en tomar contacto con el celular secuestrado al atacante.
Pero tras varias horas de audiencia, las partes coincidieron en la existencia de diferencias en los testimonios cuatro de los testigos, lo cual derivó en un pedido de la querella a cargo de los abogados José Ubeira y Marcos Aldazábal para realizar un careo entre la oficial Priscila Santillán -quien trasladó desde Comodoro Py a una sede de la PSA en Ezeiza el dispositivo para intentar allí un peritaje con una versión más avanzada del software UFED- y Pablo Kaplan y Camila Serén, peritos de la fuerza aeroportuaria que juramentaron haber recibido el celular con la pantalla encendida, en un sobre abierto y sin planilla de cadena de custodia.
Participó también Damián Neustadt, que al momento del atentado era director nacional de Inteligencia Criminal del Ministerio de Seguridad y estuvo presente cuando el dispositivo llegó a Ezeiza.
Respecto del momento de entrega del sobre con el dispositivo, la custodia Santillan dijo que lo apoyó sobre una mesa y que no notó nada raro. Por el contrario, Kaplan sostuvo que se lo entregó en la mano, que vio las irregularidades y enseguida le preguntó si se lo habían dado de esa manera. Dijo que el sobre estaba abierto, roto en un costado y con la pantalla encendida. Aseguró que Santillán asintió ante su pregunta y que no se sorprendió. La mujer negó ambas cuestiones.
En su declaración y en el careo, Neustadt describió la situación tal como lo hicieron Kaplan y Serén.
Las dudas sobre el traslado del celular
Los tres contaron en su testimonial que les generó cierta sorpresa el hecho de que una uniformada sea quien trasladó el celular sola y en plena noche hasta el predio militar donde están las oficinas de la PSA.
Creían y tenían la información de que el traslado iba a realizarlo alguien de mayor jerarquía, incluso dijeron haber recibido información que aludía a que iba a ser Capuchetti quien se apersonaría aquella noche. El elemento en cuestión era una de las pruebas más importantes de uno de los casos más fuertes de los últimos 20 años.
Esa noche, todo ocurrió en una oficina bastante pequeña en la que los cuatro testigos estuvieron varias horas. Santillán dijo que después de dejar el sobre en una mesa le ofrecieron o pidió un café (NdR: no se acordaba porque ese día tenía mucho sueño) y se sentó a tomarlo en una parte de la oficina en la que no llegaba a ver el sobre con el dispositivo.
«Yo no vi el celular encendido. Lo vi encendido cuando me manifiesta Kaplan que el sobre estaba abierto. Le saqué una foto, no recuerdo exactamente cómo estaba el celular, pero le saqué una foto y la mandé (sic)», dijo.
Pidió, además, que revisen las cámaras de seguridad que había en la oficina, aunque dijo no recordar en qué parte estaban. Tanto Kaplan como Serén aportaron los detalles que Santillán dijo no recordar, que no fueron pocos. Uno de ellos fue que la vieron llegar con el sobre bajo el brazo.
«El sobre estaba abierto y se podía ver el brillo de la pantalla encendida«, aseguró Serén. Seguidamente, junto con su compañero Kaplan, le desmintieron en la cara a Santillán la existencia de las cámaras de seguridad que dijo haber visto en la oficina. Fue uno de los puntos más tensos del careo.
Los peritos de la PSA también insistieron en varias ocasiones en que, a pesar de la contradicción sobre el estado en el que llegó el sobre con el dispositivo, la efectivo Santillán firmó de conformidad un acta en el que se dejó constancia de que el dispositivo había llegado prendido, con el sobre roto y sin planilla de cadena de custodia. Ahí, Santillán no tuvo muchos elementos para defenderse.
El punto más álgido del careo
«En ningún momento firmaste en disconformidad o manifestaste algún impedimento para firmar. No dijiste ‘ay, esto a mí no me lo entregaron así’. Entonces, no sé qué fantaseada estás inventando ahora», la encaró Serén.
«No, no sé qué fantaseada están inventando ustedes la verdad», respondió Santillán. Y Serén volvió a la carga: «Si el acta no reflejara la veracidad del hecho, ¿por qué la firmas? En ningún momento manifestaste algo distinto a lo que estaba en el acta«. Santillán se quedó callada.
Antes de que el dispositivo llegara a Ezeiza, estuvo todo el día bajo preservación en el Juzgado de Capuchetti, donde el cabo de la Policía Federal, Alejandro Heredia, intentó por primera vez extraer información con una versión de UFED, unas horas después del ataque. No lo logró. Como llegó la información de que la PSA tenía una versión más avanzada, la noche siguiente fue enviado a Ezeiza.
Qué declararon los testigos
Antes del careo, declararon todos los que intervinieron en ese proceso. Santillán, la custodio del Juzgado, dijo entre otras cosas: «Soledad, la secretaria privada (de la jueza) me dijo que tenía que llevar al secretario de la Secretaría 10 a su casa, que quedaba de pasada, y de ahí tenía que llevar algo a Ezeiza». Aseguró que nunca supo qué era ese «algo».
Kaplan, por su parte, declaró: «Cuando me entrega el sobre le consulté si eso se lo habían dado así y llamé de inmediato al Juzgado. Ella me lo dio en mano. Hablé con Nogueira (secretario del Juzgado) y me dijo que continúe con lo ordenado (la pericia). Le avisé que estaba abierto y con letras rojas en la pantalla. Se hizo un acta con fotos de recepción y firmó la persona que lo llevó. El teléfono no andaba en la situación en la que estaba».
Concretamente, el celular no terminaba de encender y en la pantalla solo veían la marca Samsung con el código error «CMDLINE PARAMETER», dijeron los peritos de la PSA. «Puedo asegurar que, reiniciando ese teléfono miles de veces, ese error no aparece: es producto del uso de una herramienta«, afirmó.
Cuando le pidieron que describa el abanico de posibilidades que podrían haber causado el error, junto con Serén mencionaron desde cambios en el sistema operativo original del celular hasta una incorrecta interacción con UFED. Y sobre ese punto, Kaplan sostuvo que la oficina de un Juzgado no es el lugar más apropiado para hacer una intervención como la que Heredia pretendió hacer las primeras horas post ataque, en el edificio de Comodoro Py.
Antes de la declaración conjunta de Kaplan y Serén, declaró Neustadt, que aportó detalles sobre lo que ocurrió aquella noche en la PSA. «Imagínense si (Santillán) pinchaba una goma, o chocaba, o se quedaba sin nafta… así y todo si el sobre hubiera estado cerrado (…) Lo básico de una cadena de custodia no estaba. Le podía pasar cualquier cosa», dijo sobre el traslado.
El primer intento de peritaje
Antes de eso, había declarado Alejandro Heredia, integrante del Departamento Técnico de Cibercrimen de la PSA y el primero que intentó peritar el celular del atacante.
«Aproximadamente 23:30 horas (del 1° de septiembre) me llaman para que me traslade al Juzgado. Llevé la computadora, la llave del UFED que al momento del hecho era actual y llegué cerca de las 2 de la madrugada. Se había cortado la luz en el Juzgado y volvió. Era la primera vez que tenía que hacer una pericia en un Juzgado. El celular estaba apagado y lo encendí: tenía patrón de seguridad, batería en cero y se apagó solo. Del teléfono celular no se logró sacar información, de la micro SD y la SIM, sí», dijo.
El que abrió el desfile de testigos fue Gonzalo Ruiz, un efectivo de la Policía Federal que intervino en el secuestro del dispositivo.
Vale recordar que el capítulo en torno al celular de Sabag Montiel es uno de los más críticos en la investigación del atentado. En septiembre de este año, se van a cumplir tres años del ataque y todavía no se logró acceder a la información del dispositivo, que podría ser de interés para esclarecer puntos oscuros de la investigación; entre ellos, una posible vinculación política.
La semana pasada, a riesgo de que el celular quede inutilizable, se intentó un peritaje con la versión más avanzada de UFED, pero resultó negativa. El hecho de que el dispositivo no se haya brickeado o dañado dejó abierta la posibilidad de estudiar una nueva estrategia para intentar acceder.