Este sábado Cucuza Castiello se presenta en Club Atlético Fernández Fierro junto a Juan Pablo Gallardo. Será un concierto íntimo para despedir el año en el sitio que lo vio hacerse grande y que, pese a la fecha, no tiene relación con el Día de los Santos Inocentes. “No, no, yo no fui”, dice Castiello sobre la elección del día. “Caí una vez que me dieron la fecha. Así que alguna cosita haré en el escenario, ya que a mí me gusta ser algo temático. A alguien vamos a sorprender para bien o para mal”, ríe.

El periodista le recuerda que durante algunos años del siglo pasado fue una fecha ricotera: las tribus que obedecían al llamado de Patricio Rey se congregaban, incluso a veces sin otra convocatoria que el boca a boca, para participar del ritual de despedida de año. “No me es ajeno para nada, así que mirá, ahora me hiciste caer que ese día puedo hacer una versión de ‘Etiqueta negra’ que grabamos en Tanguera en referencia a esa fecha”. Es un tema que saldrá en un disco varias veces postergado “por falta de tiempo”, más que propio del resto de los músicos, tan atareados -por suerte- como Cucuza.

“La intimidad la da el formato, que es solamente con piano -cuenta sobre la fecha en cuestión-. El repertorio va a ser bastante parecido a lo que suelo hacer con trío o con otra formación, pero ya de por sí el sonido del piano y el mano a mano con el músico le dan una cosa más íntima. La despedida formal, si se quiere, la hice el 6 de diciembre en El Faro (el bar donde canta habitualmente). Pero el CAFF es un lugar que me gusta mucho, es referente, fui y soy público. Tengo la suerte de haber estado muchas veces ahí. Entonces más allá de cerrar en el bar, está buenísimo que la última fecha del año, no de manera sesuda o pensada, sea ahí”.

A Castiello le gusta la idea de volver a la casita de los viejos, no en su sentido de derrota, como en principio manifiesta el tango, sino más bien de cobijo y bienestar: pocos lugares mejores que el CAFF para despedir un año tan aciago. “Siempre digo que si no fuera porque me casé a los 25, hubiese estado en la casita de mis viejos para siempre, porque siempre me sentí muy bien. Nunca tuve esa cosa de querer despegar. Para mí es un gran síntoma, es algo grato. Y el CAFF lo fue para el tango a partir del 2000, 2001. A mí me esperanzó la manera de hacer las cosas autogestivamente, lo mismo que la orquesta, La Fierro. Es una referencia y si se quiere es un volver a las raíces de esta nueva época del tango”.

Como no hay tanguero no popular, a Castiello le corresponden las generales de la ley sobre la situación social. “El año fue muy duro. Lo que tiene que ver con cantar sé que soy un laburante y le meto mucho para adelante. Siento que está todo recontra jodido pero eso hace que le dé más valor a tener una fecha así. Soy un agradecido a mi vida de cantor y a un momento tan particular por la respuesta de la gente. Pero no puedo correr la mirada: la gente paga una entrada y le cuesta más. A uno la guita como a cualquier laburante le rinde menos, pero me siento un tipo al que la gente le responde, y por eso para mí fue un buen año”.

Pese a la anomalía, no extraña: en los momentos más duros, como aquellos del 2001, por ejemplo, el arte y la cultura respondieron de una forma singular, dando vitalidad a un pueblo que parecía agobiado. “El tango es un género totalmente popular, y por ende está criado en esa. Entonces, cuando se resiente lo popular, el tango se pone en guardia. Y, por otro lado, es un género al que todo le cuesta. Flor de fango: asoma en los peores momentos. Los tangueros y las tangueras estamos acostumbrados a pelearla y dar batalla. Y claro, al menos todos los que conozco, repudiamos todo lo que está pasando. A los tangueros se nos hizo como un tic pelearla, pero esta vez con más conciencia de lo que no queremos que siga ocurriendo dentro de la cultura”.

Quién entonces puede obviar el recuerdo del valor del tango en aquellos años 30 del siglo XX, cuando la entrega y el hambre arreciaban a los sectores populares, que preguntaban dónde había un mango, y poetas como Homero Manzi encontraban poesía en la desolación para dar esperanza. “Acá hay muchas cuestiones a la vista y, a pesar de eso, mucha gente, en repudio a cosas, esperanzada o equivocada, apoyó la propuesta de la gente que nos está gobernando, que siempre fue clara. Lo que lo hace más triste, si se quiere, que hayamos aceptado esta realidad de hoy”.

Sin embargo, las respuestas empezaron a llegar, y el tango ya va intentando las suyas. “’Chau Javier’ hace referencia muy literal. Lo escribió el amigazo Pablo Bernaba y lo pudimos cantar juntos en el CAFF”. Llegarán más, seguro. Y a la espera de esos versos a los que cantar con todo el sentimiento que merecen y hace falta, Castiello recuerda: “Soy nacido en familia peronista y siempre estuve cercano a las cuestiones populares, y siempre me hinchó las pelotas salir haciendo la V en los lugares más obvios, como cuando estás en un acto peronista o kirchnerista. Yo quiero salir en este momento haciendo la V, creo que ahora es cuando hay que salir con las convicciones más adelante. En el momento en el que te dan todas las flores, salir haciendo la V, cualquiera”. 

Cucuza Castiello despide el año

Con Juan Pablo Gallardo en piano. Sábado 28 de diciembre, a las 21, en el CAFF, Sánchez de Bustamante 772, CABA.