Pasar una noche de acampe en la sede de Télam, ubicada en la calle Bolívar 531 de la Ciudad de Buenos Aires, implica vivir por un momento la injusta situación que atraviesan las y los trabajadores. Cuidan la fuente de trabajo y así reclaman por una respuesta. Fue la medida de fuerza que adoptaron tras la decisión del gobierno de Javier Milei, de suspender todos los servicios de la agencia de noticias, “lo que implica un ataque a la libertad de expresión y la democracia”, señaló un manifestante a Tiempo.

De este modo, intentan visibilizar e impedir el cierre que se inició durante la madrugada de este lunes, cuando el domicilio fue vallado y puesto bajo custodia de la Policía Federal Argentina (PFA). En tanto, los trabajadores permanecen afuera, en forma pacífica. Son alrededor de ochocientos puestos de trabajo afectados y detrás de cada uno hay una familia.

Acciones solidarias con Télam

Sin medios de comunicación públicos, no hay democracias”, expresa uno de los carteles que pegaron en la pared. El grupo está organizado y reciben continuamente la solidaridad de la gente, vecinos que se acercan a preguntarles si necesitan algo, referentes de organizaciones sociales y políticas que les llevan viandas, autos que pasan haciendo sonar las bocinas en señal de apoyo a la lucha que emprendieron. También distintas figuras de la cultura y del espectáculo se pronuncian ante el conflicto.

El secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) Agustín Lecchi y la secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) Carla Gaudensi visitan el acampe continuamente para escuchar las voces de las y los trabajadores e intercambiar ideas estratégicas.

Realizan asambleas en las que explican que lo central en el actual conflicto “es proteger los puestos de trabajo de las y los trabajadores de prensa que se encuentran afectados”, remarcó Lecchi. Además, el secretario general apuntó que la salida “es a través de la organización y la lucha”.  

Sobre las visitas

Las militancias se acercan y acompañan a los trabajadores. Este jueves, recibieron la visita del Valentín, de la Correpi; llevó chocolates, también su guitarra y les brindó un poco de la música que hace. En forma paralela, un grupo jugaba a las cartas, mientras tanto dos chicas estudiantes de comunicación les explicaban en inglés los detalles del conflicto a un grupo de ciudadanos estadounidenses que paró a preguntar; como lo hicieron muchos otros turistas.

También estuvo presente el artista chileno Francisco “Pancho” Casas, quien expresó su apoyo “porque considero que es muy injusto lo que está pasando”. Se sacó fotos con los trabajadores y las publicó en sus redes sociales “para que mis seguidores vean el gran daño que está haciendo la ultraderecha en Argentina; a mí me corrieron las dictaduras en distintos países de la región, soy un perseguido porque les molesta mi expresión artística”, contó. 

En la Argentina de Javier Milei, se recortan derechos, hay menos libertades, se criminaliza la protesta social, se censura la prensa y se afecta al federalismo. Todo esto trae a la memoria de las y los ciudadanos argentinos los más tristes recuerdos que dejaron las oscuras noches de la última dictadura cívico-militar. Así, el gobierno nacional busca silenciar las voces de quienes reclaman por las necesidades e injusticias que sufre el pueblo; es un apagón informativo.

Organización popular

Dina Sánchez, secretaria general adjunta de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), se acercó a saludar a los trabajadores de prensa y expresar su apoyo. Junto a sus compañeras y compañeros, participó un momento en el acampe y entregó viandas. 

Una vecina del lugar les preguntó a los trabajadores si en realidad “tienen pensado seguir adelante con la medida de fuerza adoptada”. Le respondieron que sí, entonces la señora les regaló una bolsa de dormir. Porque, como muchos comprende, “que la solidaridad es de suma importancia en momentos de crisis”, dijo.

Entre rondas de mate, facturas y cremonas, también participa en el acampe “El Uruguayo”, es un hombre que se encuentra en situación de calle y que habita la zona donde está ubicada la sede de la agencia de noticias hace 18 años, por lo cual muchos de los trabajadores lo conocen. Y en todo momento expresa con voz alta y gruesa que “todos somos Télam” y que “Télam no se cierra”.

Así es permanecer una noche en el acampe de la calle Bolívar. Una situación muy similar ocurre en la otra sede de Télam ubicada en Avenida Belgrano 347. En ambos lugares los trabajadores están unidos y organizados para enfrentar el conflicto que atraviesan. Asimismo, seguirán realizando asambleas e intercambiando ideas y estrategias para continuar con la lucha.