“Los dos están irreductibles, ambos quieren competir”, era el diagnóstico de un hombre del peronismo que fue gobernador durante tres períodos y sigue encabezando el PJ local de su provincia. Faltaban pocas horas para el vencimiento de las listas y la dirigencia justicialista empezaba a asumir la posibilidad de una –inédita– competencia en las urnas por la conducción partidaria. De un lado, la dos veces presidenta Cristina Fernández de Kirchner con su propuesta de enderezar a un PJ para darle consistencia ideológica y solidez ante Javier Milei; del otro, el riojano Ricardo Quintela, que pretende aunar a las provincias y convertir la elección en un “voto transversal de castigo contra La Cámpora”, según vaticinan en su entorno.
La eventual puja entre CFK y Quintela es un duelo que encarna un fuerte desafío. En caso de realizarse acarreará no pocos riesgos para la exjefa de Estado y referente del kirchnerismo: en la competencia con el riojano buscaría revalidar su liderazgo en una elección con la participación limitada a quienes tengan la ficha de afiliación del PJ. Para los peronistas que la acompañan y la reconocen como su conducción, lo que terminaría estando en juego es la continuidad histórica del legado kirchnerista: su vigencia, su no conversión en una pieza de museo.
Con este telón de fondo, las horas del sábado avanzaron con la tensión y el sigilo de todo cierre de listas (aunque en este caso se trate de cargos partidarios, no legislativos ni ejecutivos). La nómina que postula a CFK para presidir el justicialismo y ocupar los principales cargos del Consejo Nacional del PJ, bautizada Primero La Patria, tenía definida sus principales nombres desde el día anterior: los cinco vicepresidentes que la acompañarán son el formoseño José Mayans, titular del interbloque peronista en el Senado; la titular del PJ catamarqueño y también senadora Lucía Corpacci; el jefe del bloque en Diputados Germán Martínez; la intendenta de Moreno y dirigente del Movimiento Evita Mariel Fernández, y el secretario general del gremio mecánico Smata, Ricardo Pignanelli.
Entre los nombres que seguirían en esa boleta –candidatos al resto de los cargos del Consejo, órgano colegiado del partido– aparecían dirigentes con historial de gestión, como Agustín Rossi, Felipe Solá y Juan Manzur; con actuación en el Parlamento, como Anabel Fernández Sagasti y Eduardo De Pedro; y con trayectoria y presente en el sindicalismo, como Víctor Santa María (Suterh, encargados de edificios), el metalúrgico Abel Furlán (UOM) y la docente Sonia Alesso (Ctera).
Rossi, que este sábado encabezó un acto en la ciudad de Santa Fe para iniciar la búsqueda de apoyos entre los afiliados, dijo a Tiempo que no cree que la campaña vaya a estar atravesada por la agresividad discursiva, aunque en los últimos días hubo cruces muy duros. “Vamos a movilizar a la mayor cantidad de afiliados para que vayan, concurran y voten. Mayoritariamente el apoyo va a estar con Cristina y terminará en una victoria contundente. Desde hace años yo estoy convencido de que, en el peronismo, como en el país, hay más ciudadanos que dirigentes que están con Cristina”, dijo.
Al igual que la lista de CFK, presentada en la noche del sábado en el local del PJ de la calle Matheu, en el entorno de Quintela también buscaron mostrar un acompañamiento transversal de las diversas ramas del partido. El lema del riojano es Federales y el criterio que prevaleció en su armado fue mostrar una fuerte presencia de gobernadores y jefes territoriales. Según pudo confirmar Tiempo al cierre de esta edición, uno de los dirigentes confirmados que secundará a Quintela es el exmandatario provincial de San Luis, Alberto Rodríguez Saá. Otros respaldos que circulaban provenían de provincias como Misiones y Salta. El vicepresidente del PJ porteño, Juan Manuel Abal Medina, fue consultado para sumarse, agradeció la invitación pero declinó la oferta porque prefirió ser coherente con el reclamo de unidad. En paralelo, desde el entorno de Quintela aseguraban que la lista del riojano tiene “el 90% del apoyo del gremialismo”. “Hay un rechazo al estilo de elección de candidatos que impone La Cámpora, ferozmente a dedo, y eso le ha dado mucha fortaleza a Quintela”, manifestó a este diario el abogado Daniel Llermanos, uno de los tres apoderados de Quintela (junto al riojano Jorge Yoma y al santafesino Leandro Busatto).
Aunque avance el proceso de inscripción de listas, las disputas en el peronismo son trepidantes y también inciertas: pueden guardar una sorpresa en el último momento. Al caer la tarde del sábado, cuando la cuenta regresiva se acercaba al momento de la verdad y Axel Kicillof ya había difundido un largo pronunciamiento para llamar a la unidad, entre los miembros del PJ que conocen la vida partidaria comenzó a circular una hipótesis: la conveniencia de ganar tiempo postergando la fecha de la elección interna.
Una de las razones para aplazar la fecha, que está fijada para el 17 de noviembre, sería logística y presupuestaria. Desde la Junta Electoral del PJ, donde tiene un rol determinante el apoderado del partido y referente de la agrupación Nuevo Espacio de Participación (NEP), Juan Manuel Olmos, se advierte que hoy el partido no cuenta con los 600 millones de pesos que costaría la elección. Esta dificultad en términos operativos –dato no menor– permitiría ampliar el plazo de la negociación entre las dos listas. Si eso se concretara se abriría un escenario con tres alternativas: que en el nuevo plazo se negocie una lista única (lo que a esta altura parece muy improbable), que se convoque a los afiliados a votar en otra fecha o que todo termine en una nueva intervención judicial.
Consultados por esta posibilidad, en el equipo que acompaña a CFK descartaban con énfasis. “Postergar la fecha no sería serio. El día para elegir las nuevas autoridades del PJ está fijado desde hace seis meses: es el 17 de noviembre y así se hará. Con las dos listas”, remarcaron a Tiempo desde el Instituto Patria. Por el contrario, entre los expertos legales de Quintela no descartaban esa chance.
“La Junta Electoral (del PJ) ha dejado trascender que las condiciones logísticas del armado de las urnas, la repartición de las mismas en 2500 lugares para votar y los fondos que tendría que dar el gobierno, algo de 600 millones de pesos, no estarían en tiempo y forma para la elección (del 17 de noviembre). Así que hay dificultades, pero no para la interna, sino para la fecha”, aseguró a Tiempo Daniel Llermanos.
En todo caso, una competencia por la conducción nacional del PJ a través de las urnas sería un hecho inédito para la vida institucional del justicialismo (la famosa interna de 1988 entre Antonio Cafiero y Carlos Menem fue por la candidatura presidencial, aunque su resultado haya catapultado a su vencedor como líder partidario indiscutido) e involucraría a 3.204.329 afiliados residentes en todo el país, según datos oficiales de la Cámara Electoral actualizados a 2022, información que se cruza periódicamente con los padrones del Registro Nacional de las Personas (Renaper) para detectar fallecidos.
Un acontecimiento de tal magnitud para el peronismo, como sería una puja entre CFK y Quintela, configura un escenario al que varios dirigentes con peso en la vida partidaria han equiparado con el duelo callejero conocido como Chicken Game. Popularizado por el actor James Dean en el clásico del cine “Rebelde sin causa”, aquel juego consistía en manejar a toda velocidad en dirección a otro automovilista para desafiarlo a que volantee antes, para evitar una colisión: el que se desviaba perdía y quedaba sindicado como “gallina”.