El 12 de agosto Cristina Montserrat Hendrickse juró como Auxiliar Letrada en el Tribunal del Trabajo Nº 5, del Departamento Judicial de San Martín, provincia de Buenos Aires. Es la sexta persona trans que ingresa al poder judicial y la primera funcionaria. “Tengo que hacer quedar bien el colectivo. Al menos estar un poco arriba del promedio. Si bien soy la primera funcionaria que no sea la última”, dice Cristina en la entrevista brindada a Tiempo.
Llegó a ese lugar gracias al registro del cupo laboral trans que abrió al Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires por la ley Diana Sacayán y la aplicación de la ley Lohana Berkins-Diana Sacayán de la Nación. “Este nombramiento resulta importante en la medida en que mostramos a la sociedad que podemos realizar cualquier tarea, como el resto de las personas, si se nos da el acceso a la educación y a la capacitación. No hay argumento para tener un índice del 85% de desocupación cuando el resto de la población tiene un índice del 6%”, expresa.
-¿Por qué cuesta tanto que el Poder Judicial sea inclusivo y diverso?
-En nuestro sistema federal tenemos 24 poderes judiciales locales: uno por cada provincia más el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y uno nacional. En Provincia se están produciendo modificaciones. Uno de esos hitos fue el fallo de la Cámara de Casación cuando anuló la decisión de un tribunal de Mar del Plata de sobreseer a los femicidas de Lucía Pérez. Esto marca un indicio y manda un mensaje al Poder Judicial. Hoy la familia de Lucía espera que se fije la fecha de la audiencia para decidir la suerte de estos jueces por no haber aplicado la perspectiva de género ni las pautas que marcan los tratados internacionales de derechos humanos. Será un mensaje a los jueces de si la aplicación es discrecional de cada juez o si realmente no hacerlo es un incumplimiento de la ley.
-Se pide una reforma judicial con perspectiva de género, ¿es posible?
-Más que posible es necesario. Porque es adecuar el funcionamiento de uno de los tres poderes de la democracia nacional y de las democracias provinciales a los tratados internacionales de derechos humanos. No se puede seguir con prejuicios, con estereotipos, con ideas que chocan con el derecho. Es necesaria la reforma, se verá después con qué intensidad, con qué velocidad y con qué tiempo se lleva a cabo.
-¿Qué dificultades tuviste en el camino de tu transición?
-Nací en el 60. Desde muy chiquita tuve conciencia de mi identidad, pero ser trans estaba prohibido. Era despectivo, excluyente, había edictos policiales que te ponían presa. Se consideraba, además de un pecado, una enfermedad. En ese contexto mi familia para protegerme o por convicción me indujo a que “me curara”, a que luchara contra esta supuesta enfermedad. Y yo satisfice los deseos de mi familia y me adecué a lo que esperaba de mí. Esa cobardía me permitió llegar al máximo de estudio público y gratuito que hay en este país, que son los estudios universitarios. Eso fue porque no asumí mi identidad. Quienes tienen mi edad y asumieron su identidad hoy están muertas. Una vez que se aprobó la ley de identidad de género a la cual le doy la lectura jurídica, comprendo que no se trata de una enfermedad si no de un derecho humano. Empecé a aceptarme, tenía herramientas para aceptarme y poder ser yo.
-La ley de identidad de género fue producto de luchas colectivas, ¿cómo veías esas luchas?
-Me había ido a vivir a la Patagonia y estaba involucrada en las luchas ambientales, en lo que fue el origen de No a la Mina en Esquel, en 2001-2002 cuando se inició esa lucha. Cuando se descreía de los representantes políticos porque las multinacionales imponían sus intereses. Inspirados en las asambleas, en el que se vayan todos, en piqueteros, se generó ese germen en Esquel. Participé patrocinando comunidades mapuches, acompañé a la comunidad mapuche en la lucha contra un proyecto extractivista en territorio de la comunidad, y chocaba con el código sobre el derecho de los pueblos andinos argentinos y su derecho a la ocupar la tierra. En ese conflicto que se vio, estuve involucrada contra molinos de viento. Pero en cierta medida estaba luchando con los gigantes que tenía yo misma en mi cabeza y que me impedían ser quién soy.
-Cuando lo reconociste, ¿qué sucedió?
-Es una sensación de libertad. Quitarte una presión, ser vos misma y una vez que tomás gusto a la libertad no volvés más. Crecés en salud, no te enfermás, te cambia el estado de ánimo, es un cambio muy importante.
– ¿Te enfrentaste a situaciones de discriminación?
-Me ha tocado una secretaria de un juzgado de familia que fue reprendida por el Tribunal Supremo de Justicia de Neuquén. Después una abogada de Capital que ya tenía antecedentes porque habían suspendido su matrícula por haber discriminado a una jueza por su religión, porque era judía. Ella era argentina y cristiana, entonces qué podía esperar yo. Pero a mí me ayudó una prima psicóloga a entender que el problema no era mío era del otro.
-El año pasado te volcaste a la política partidaria, ¿qué te llevó a eso y cómo fue la experiencia?
-Venía de una lucha social no partidaria y en cierta medida antipartidaria en esas circunstancias. Después en el 2003 comienza a cambiar y aparece un Estado que comienza a reconocer los derechos. Ese Estado es cuestionado, hay una reacción de las nuevas derechas, no sólo en la Argentina sino también en Europa y los Estados Unidos que se acelera. Frente a este avance, cuando avanza el fascismo hay que unirse. Entendí que había que comprometerse en defender los frentes y las alianzas que tenían en común, defender la democracia, defender la justicia social. En 2021 me ofrecieron participar de una lista de Vicente López como candidata a concejal por el Frente de Todas y milité en esa campaña. Un distrito muy complicado para los sectores progresistas, pero eso no cambia que una participe en la lucha electoral.
-Esta semana mataron a una activista trans en Santa Fe, la anterior en Roca, ¿qué trabajo falta para disminuir estas violencias?
-El incremento de los crímenes de odio está vinculado al incremento de los discursos de odio -a los que vemos con preocupación-contra el colectivo: Amalia Granata diciendo que no hay pagar ninguna hormona hasta que no coma el último chico; Viviana Canosa que emitió con un zócalo de “trans tornados” todo el programa. Eso originó que se formularan 676 denuncias en la Defensoría del Público de Servicios Audiovisuales. También generó que un día antes de que Canosa se fuera de A24 esa Defensoría le hiciera observaciones y recomendaciones a América 24. El Grupo América es el segundo en recibir pauta oficial, entonces ahí tenemos un problema porque “con la nuestra”, como dice Canosa, se estaban financiando los discursos de odio, y discriminación cuando la Argentina se comprometió ante la comunidad internacional a respetar el principio de no discriminación. Hay una contradicción. El Estado no puede sacarles la pauta oficial a los medios en forma arbitraria pero sí debe quitar la pauta publicitaria cuando esos medios financian discursos de odio. No puede haber dinero público para discursos de odio. El que quiera esos discursos que se lo pague él y que responda por el daño que causa.
– ¿Hacia cuales conquistas debe avanzar con urgencia la comunidad travesti trans?
-Son varias. Pero nuestro principal desafío es la batalla cultural, y aclarar que no se trata de una ideología de género como despectivamente lo llama la ultraderecha si no que se trata de un derecho humano a la identidad de género, un derecho humano a la perspectiva de género. Hay que aclarar que no es una moda, que no elegimos ser raras. Nacimos así porque así nos hizo a su imagen y semejanza, Dios para quienes somos creyentes, y para los que no son creyentes el derecho humano a la diversidad.
Discursos que matan
El 16 de junio Viviana Canosa se burló de Cristina Montserrat Hendrickse durante su programa.
«Tuvo lenguaje transodiante hacia mí y hacia mi identidad de género. Me trató de varón y me comparó con Amigacho. Fue cuando desobedecí a la ministra Soledad Acuña que pretendía que los docentes no usáramos el lenguaje inclusivo en las escuelas. Eso es motivó una demanda contra Viviana Canosa y contra América 24. Pero no todas las personas trans, ni las personas vulneradas están en condiciones de acceder a la justicia. Por eso el Estado tiene que poner el acento en no financiar a los sectores que promueven el odio racial, religioso, por expresión de género, por pobreza. No puede circular en los medios los ‘choriplaneros’ o el odio al peronismo, que es ideológico. No estoy a favor de la censura, pero hay que sancionar los discursos de odio porque tienen como consecuencia muertes y lesiones”.