Las dos caras tan contrapuestas del Portugal de hoy en día. Por un lado, en las últimas horas, rindió frutos la constante implementación de políticas de accesibilidad de migración y el proceso de obtención de la ciudadanía, que mixturado con su clima templado, sus bellos paisajes y su rica cultura, entre otros parámetros, califican al país en los más altos parámetros internacionales como destino propicio para quienes pretendan reiniciar sus vidas.
Pero la tensión política interna es voraz y no se condice con la otra cara. El presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, fue obligado por las circunstancias y debió confirmar la disolución de la unicameral Asamblea de la República, junto a la convocatoria de elecciones anticipadas para el 18 de mayo. El motivo de semejante crisis política: la moción de confianza que no pudo obtener el primer ministro Luís Montenegro, quien debió apelar esa herramienta al verse envuelto en una polémica caliente sobre una empresa de su familia, Spinumviva.
Y así, casi como si fuera la despedida, el parlamento, con la conducción de Montenegro, celebró el último debate antes de ser disuelto. La sesión se centró en Ucrania, de cara a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. La legislatura defendió una «paz justa y duradera» para Ucrania, pero nadie descartó un posible envío de tropas.