El presidente Tabaré Vázquez enfrenta la crisis política más grave de su gestión desde que en 2017 el vicepresidente Raúl Sendic tuvo que renunciar acusado de peculado y abuso de funciones. Esta vez, descabezó a la cúpula de las fuerzas armadas y del ministerio de Defensa tras el escándalo generado por las declaraciones de un represor que admitió haber tirado cuerpos al río en los años de plomo. No se trata de cualquier personaje de los que por esa época hacían gala de su sadismo en las mesas de tortura: el teniente coronel retirado José Nino Gavazzo Pereira fue el responsable en Automotores Orletti de la desaparición de 140 uruguayos en el marco del Plan Cóndor, entre ellos Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, William Whitelaw, Rosario Barredo y esta relacionado con los asesinatos del hijo y de la nuera del poeta Juan Gelman.

Su figura comenzó a ser pública a raíz de la denuncia de un periodista uruguayo que fue a buscar a su hijo en el centro de detención del barrio porteño de Floresta y terminó picaneado por Gavazzo. Era un hombre de derecha, Enrique Rodríguez Larreta, de la rama oriental de la familia del actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo tronco nace en Montevideo en 1832 y se emparenta con la más rancia estirpe aristocrática de las dos orillas.

Pero no es por ninguno de estos hechos que el nombre de Gavazzo vuelve a los titulares del Uruguay. Durante su comparencia ante un Tribunal de Honor Militar, reconoció en 1973 que había arrojado a un río el cuerpo del militante tupamaro Roberto «Tito» Gomensoro. Gavazzo ya había sido condenado por 28 homicidios en la dictadura uruguaya (1973-1985) de modo que esta confesión no hubiera agregado mucho a su tenebroso historial. Sin embargo, el Tribunal castrense lo absolvió por ese cargo. Los jueces solo consideraron una falta al honor el haber ocultado ese hecho permitiendo que el coronel Juan Carlos Gómez hubiera pasado tres años preso por un crimen que no había cometido.

¿Por qué esta situación pone en jaque el gobierno de Vázquez, del Frente Amplio, a cinco meses del recambio presidencial?

Porque cuando culminó el proceso a Gavazzo y a un ladero suyo de entonces, Jorge «Pajarito» Silveira Quesada -también estuvo en Orletti-, el presidente firmó la homologación de los fallos, el 12 de marzo pasado. Si no fuera por la noticia que publicó el diario El Observador sobre el contenido de ese fallo, el caso hubiera quedado en un pliegue de la historia. Pero desató airadas protestas desde todos los sectores del país, incluso de dirigentes de los partidos Blanco y Colorado, que nunca habían hecho gala de su defensa de los derechos humanos como en este fin de semana.

En descargo de Vázquez, que está cumpliendo su segundo mandato, el mismo día en que recibió el informe del Tribunal de Honor -que había impulsado un par de años antes- pidió la renuncia del jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, porque criticó la forma en que la justicia civil investigó los delitos de lesa humanidad. Para el ahora ex comandante -muchos lo ven como el Bolsonaro uruguayo-  «en el Ejército existe la convicción de que se aplicó una suerte de derecho para el enemigo”, que los militares fueron condenados con pruebas “fraguadas o inventadas» y que no tuvieron un juicio imparcial.

En su reemplazo, el mandatario designó a José González, que había formado parte del Tribunal absolutorio. No duró mucho. Ahora el general, junto a otros cinco uniformados de alto rango, fueron pasados a retiro obligatorio. Seis generales de un total de quince que tiene elpaís. También tuvieron que irse el ministro de Defensa, Jorge Menéndez, y del subsecretario, Daniel Montiel.

Los pormenores del proceso a Gavazzo muestran la calaña del personaje. El teniente coronel retirado y Silveira Quesada fueron interrogados también por la desaparición de Eduardo Pérez Silveira, militante tupamaro conocido como El Gordo Marcos.

Gavazzo sostiene que le tiró una granada de gas al detenido «para reducirlo, porque se había sublevado y no lo podía controlar». Pero estaba en una celda mínima y el gas le produjo un desvanecimiento. De la celda lo llevaron al Hospital Militar, y nunca volvió a saberse de él. Silveira Quesada dio otra versión de los hechos.

-No se insubordinó, dijo a los jueces militares.

-¿Por qué le tiraron la granada entonces?

-Cosas de Gavazzo, él estaba solo.

En cuanto a Gomensoro, se sabía que fue detenido el 12 de marzo de 1973 en en el batallón de Artillería Nº 1. Los jefes del destacamento dijeron que había huido. Su cuerpo apareció seis días después en el río Negro, mutilado, atado con alambres y con un fondo de piedras. Estaba desfigurado. En 2002 abrieron el ataúd con sus restos y solo estaba la calavera. Por el ADN comprobaron que era de él.

Su hermano Hugo se exilió en Buenos Aires, donde llegó a ser docente en la Facultad de Agronomía. En abril de 1976 fue secuestrado cuando acudió a una citación de la Dirección de Migraciones con su pareja. Lo vieron en Orletti. Su cuerpo apareció flotando en el río de la Plata a la altura de Berazaegui, un mes más tarde.

En 2010 Juan Carlos Gómez fue condenado como autor responsable del crimen de Tito Gomensoro y Gavazzo como copartícipe. En 2013 fueron sobreseídos. El Ejército jamás reconoció que Gomensoro había muerto en el cuartel. Lo confirmó Gavazzo. «Por razones de desprestigio no podía darse a conocer eso», declaró ante el Tribunal. Pero aseguró que se trató de un «deceso por causas naturales de un terrorista que se encontraba prisionero”.

«Yo lo cargué en un vehículo, yo manejé el vehículo, lo llevé al lugar, lo puse en un bote y lo tiré del bote», dijo. Familiares de desaparecidos rechazan esta versión. «No fue solo, no llevó el cuerpo solo. El cuerpo estaba en alambres, con piedras, Subirlo solo, a pesar de que es grande, tiene fuerza y puede hacer cualquier barbaridad. Alguien lo tuvo que ayudar», dijo Óscar Urtasum a Montevideo Portal.

Gavazzo tuvo entrenamiento en lucha contrainsurgente en Estados Unidos y fue segundo jefe del jefe del Departamento III del Servicio de Información y Defensa (SID), al base para los operativos contra militantes políticos.

No solo fue condenado por crímenes sino también por extorsión en una causa por falsificación de dólares. Fue acusado también de no solo desaparecer a sus víctimas sino de apropiarse de sus bienes.

Enrique Rodríguez Larreta ya era grande cuando vino a pedir por su hijo en Orletti. «Viejo de mierda, ¿vos qué te crees?, aquí ha habido gente más importante que vos y esa gente está tocando el arpa con San Pedro… Significaba claramente que había habido personas de importancia social en Uruguay ahí detenidas y que habían sido eliminadas», dijo que le respondió.

Silveira Quesada señaló ante la corte militar que no vio nada, pero que cuando Gomensoro murió enseguida se supo «lo que había hecho Gavazzo». Y que eso generó una agria pelea con el comandante de la unidad. “Los subalternos habíamos visto que algo raro había pasado”. Luego se enteraron de que «se le murió a Gavazzo».

Jura que si no habló antes fue porque no tenía las pruebas. Silveira Quesada dice que no quiere volver a ver nunca en su vida a Gavazzo. Afirma que vio torturar pero que ellos no lo hacían. «El SID, que lo manejaba Gavazzo, se había enloquecido», explicó. Sin embargo, se vanagloria de haber peleado por «valores» occidentales. «Vimos una guerra real, no es algo que se inventó. Gracias a nosotros no somos la Cuba de América».

El Fiscal de delitos de Lesa Humanidad, Ricardo Perciaballe, pedirá que se desarchive el caso Gomensoro para determinar nuevas responsabilidades.