Desde la aparición Cambio de frente, su primer álbum como solista, Monk se proyectó como una figura importante dentro del panorama del jazz local. Hoy publica su octavo disco, Cosmofónico.
A su calidad como instrumentista se suma su inquietud como compositor, al dotar a sus composiciones de elementos vinculados de manera indisoluble a la música ciudadana de Buenos Aires.
Fue en su disco Atípico (2018), en donde a su labor creativa le sumó un toque de audacia aún mayor que concretó de manera total en su flamante trabajo.
Las ocho nuevas composiciones que integran Cosmofónico son un apasionante y vertiginoso relato sonoro, con orquestaciones contundentes, giros rítmicos y armónicos inesperados y melodías que fluyen, aparecen o se esconden entre los juegos instrumentales de un afiatado ensamble de diez integrantes.
Entre los temas del álbum se encuentra la suite “Cuatro Pasiones Argentinas”, que hace referencia al fútbol, el automovilismo, el boxeo y el turf. Esta obra, que como muchas otras de Monk se encuadra dentro del concepto de música programática (músicas que tienen por objetivo evocar imágenes en la mente del oyente) y fue compuesta tras la obtención de la Beca a la Creación 2021 del Fondo Nacional de las Artes.
Lejos de ser un disco de un solista de saxo, Cosmofónico es un trabajo conceptual en el que el compositor concibe una obra de cámara con sutiles y bien aprovechados efectos y toques tecnólógicos, lo que la transforma en un viaje sonoro por el Buenos Aires de hoy, si apelamos al carácter paisajístico que emana de las ocho composiciones que forman parte de esta entrega.
El saxofonista realizó presentaciones en el Teatro Colón y el CCK de Buenos Aires, el Blue Note y el Lincoln Center de Nueva York, además de participar en los festivales más prestigiosos del país y realizar giras por Europa y Estados Unidos.
También actuó y grabó con artistas de la talla de Daniel Binelli, Néstor Marconi, Víctor Lavallén, Horacio Molina, Raul Lavié, Hugo Rivas y Juan Pablo Navarro, el Ensamble Real Book Argentina, Juan Carlos Cirigliano y destacados artistas de rock y pop como Fito Páez, Ciro y Los Persas, Axel, La Bomba de Tiempo, Bahiano e Iván Noble.
En diálogo con Tiempo Argentino, Monk habla sobre su flamante disco, al que define como “cosmopolitismo musical”.
.¿Se podría decir que Cosmofónico es una versión corregida y aumentada de tu disco Atípico?
-Siento que es como una evolución bastante lógica. No tanto del último disco que publiqué en 2021, Mago: Viaje al universo Gardel, en el que hice versiones de sus tangos, si bien es cierto que tiene algunas pequeñas licencias y audacias. Me refiero a Atípico, un disco en el que creo que hay un equilibrio entre esos pequeños toques tecnológicos que se escuchan.
-¿Pensás que esos toques tecnológicos acercan más al oyente a un Buenos Aires actual?
-Creo es inevitable ser influido por la música de acá, ya sea tango o folklore. Es obvio que al ser de Buenos Aires mi música está anclada en la sonoridad de esta ciudad. Pero en esta ciudad en el día de hoy. También, en muchos sentidos me identifico con la música que hace Pat Metheny, que tiene ese espíritu indescifrable, porque puede ser una música de todos lados, una música de viaje, de recorrer una ruta sin saber a qué pueblo o país pertenece. Es una música que puede provenir de cualquier lugar, de paz, muy paisajista.
Afortunadamente estoy en un momento en el que no me planteo definir qué clase de estética tiene mi música. De todos modos creo que finalmente conseguí encontrar mi propio sonido. Y no es jazz ni tango, es el reflejo de lo que suena en esta ciudad en esta segunda década del siglo XXI. Cuando se habla de la música del Buenos Aires actual se piensa en Piazzolla.
Y esto es lógico, porque él generó una estética representativa de la ciudad en los sesenta. Pero esta es otra ciudad: hay muchas más luz, hay muchos más carteles luminosos, hay más autos, hay bicisendas y Metrobus. No es la misma ciudad de entonces. Y todo lo que me inspira esta ciudad actual, con su ruido, su vértigo, su locura y sus contrastes, trato de reflejarla con mi sonido.
-¿Cómo llevaste adelante el proceso de composición y producción de Cosmofónico?
-Este disco tuvo un proceso de creación y producción bastante rápido. Empecé a componer en 2022 y ya tenía claro que quería hacer algo diferente. En su momento hubiera resultado mucho más cómodo seguir haciendo tango con saxo, algo que tenía más que ver con mi primer disco, Cambio de frente, de 2011.
Pero desde ese momento me propuse empezar a jugar mucho más con los límites para encontrar mi propia voz. Y tuve claro que mi nuevo disco lo quería hacer con Eduardo Bergallo, que es el alma máter detrás de muchos de los trabajos de Gustavo Cerati, Soda Stéreo y Mercedes Sosa.
-Por momentos Cosmofónico parece la banda de sonido de alguna película. ¿Ese es uno de tus objetivos al componer?
-Me gusta que mi música genere imágenes porque me gusta pensar en imágenes cuando compongo. Cuando logro entrar en la sintonía de saber adónde va esa imagen o esa situación, me entrego al sonido que me genera. Es un gran desafío defender una idea visual desde una música instrumental.
Si consigo que el oyente escuche el disco y lo entienda como una historia, siento que logré el objetivo. Que una música te transmita una imagen, un aroma o que se genere un relato a lo largo de un disco es la responsabilidad del músico. Por esto es que siento que hay que pensar en el oyente. Pensar que es el destinatario del trabajo de uno, y hay que tratarlo con respeto y brindarle lo mejor.
Me apasiona trabajar desde lo conceptual. Pensar que tengo determinados recursos y que quiero hacer algo propio que suene y remita a un determinado lugar. Estamos en un momento en el que predomina lo visual y en el que todos los sentidos apuntan a la imagen. Hoy en día sentarte a escuchar un disco o lograr que alguien lo haga es todo un triunfo.
Todo es efímero, la atención se reduce a 15 o 30 segundos. Entonces si alguien pone play y lo que escucha lo transporta a determinadas sensaciones, es conmovedor, porque quiere decir que lograste que por un rato esté concentrado como si estuviera metido en una buena historia de un libro o de una película.
-Para conseguir esto es necesario tener la complicidad del oyente.
-Es así. Es importante encontrar la profundidad en todas las cosas. Pienso que la música es como un aroma. Vos no podés elegir no olerlo. Si algo está sonando no podés evitar escucharlo. Y a medida que profundizás la escucha, encontrarás capas y capas de sonido como si fueran las capas de una cebolla.
Eso de tocar mil notas ya lo hice en mi época con el quinteto de jazz. Podría haber seguido en ese camino, pero me interesó más investigar mi instrumento y entender mi música desde mi papel de compositor y arreglador. Obviamente que en todo lo que compongo hay espacios para la improvisación. Pero el trabajo de orquestar las composiciones para un ensamble de diez músicos es un desafío apasionante.
Incluso hay muchas partes de las composiciones del disco en la que el saxo forma parte del arreglo orquestal. Si mi intención fuera tocar todo el tiempo podría armar un dúo con un pianista. Pero este no es mi objetivo en la actualidad. Crear una sociedad con diez músicos y lograr que suene lo que imaginé primero en mi cabeza y luego en la partitura, es algo que me resulta mucho más atrayente.
Bernardo Monk presenta su nuevo álbum Cosmofónico.
Miércoles 12 de junio a las 21 en BeBop, Uriarte 1658, CABA.