En apenas unos días se cumplirán 55 años del levantamiento popular conocido como El Cordobazo, que desde la provincia mediterránea marcó el final de la dictadura del general Juan Carlos Onganía, la más terrible y cruel de la historia argentina hasta que los militares superaron su propio horror apenas siete años más tarde. El aniversario tiene lugar cuatro días después de que Javier Milei, el actual presidente, visitara esa misma capital provincial para conmemorar el 25 de mayo, la fecha patria, arrastrando el fracaso de un pacto nacional que nació muerto. Porque no hay pacto posible cuando la única opción que se le ofrece al adversario es la rendición incondicional.

Con las protestas escalando en Misiones resulta tentador poner a ambas situaciones en paralelo. Pero no corresponde y sería irresponsable, porque no hay punto de comparación entre dichos contextos. Ni Milei es un dictador (todavía), ni sus protocolos de seguridad, aun siendo altamente represivos, se acercan a los niveles de violencia, sadismo y criminalidad institucional que tuvieron lugar en Córdoba capital el 29 de mayo de 1969.

Más allá de esas diferencias, la situación actual no deja de ser gravísima y por eso no está de más volver a destacar aquel hito, una de las movilizaciones populares más importantes de la historia argentina moderna. Un evento que vibró en la misma sintonía política de otros, contemporáneos y globales, como el Mayo Francés, la Primavera de Praga o las protestas contra la Guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.

Recordar el Cordobazo

De recordar y poner en valor aquella gesta se ocupa La Rebelión. Historias del Cordobazo, nuevo libro del historietista argentino Ian Debiase, publicado por la editorial Hotel de las Ideas. Se trata de una novela gráfica construida sobre una estructura episódica, que a través de once historias de carácter unitario ofrece los más diversos puntos de vista de lo ocurrido durante aquella jornada. Para ello, Debiase recurrió a libros y documentales que retratan y dan cuenta de los hechos, pero también realizó sus propias entrevistas a muchos protagonistas anónimos, en cuyas memorias se inspiran algunos de estos relatos.

El Cordobazo fue un alzamiento en defensa de la libertad -la verdadera libertad y no solo la del mercado (que es la libertad de los ricos e inescrupulosos)-, que demandó de la unidad de sectores sociales muy diversos, desde el sindicalismo a los estudiantes universitarios y secundarios, y de la clase obrera a la clase media. Todos los sectores encolumnados y poniéndole el cuerpo quizás como nunca antes a la defensa de un objetivo común: recuperar la democracia perdida.

Debiase le da buen uso a un amplio abanico de recursos narrativos. Desde la ficción absoluta, imaginando a un Onganía preso de sus propias pesadillas en la madrugada de aquel 29 de mayo, hasta los recuerdos de sobrevivientes que enfrentaron de forma heroica la brutal represión desatada por la policía y el ejército. Los personajes son adolescentes, jóvenes y adultos; estudiantes, obreros o apenas vecinos; hombres, mujeres e incluso animales, cuyas vidas fueron puestas al servicio de un ideal superior. Y hasta se permite imaginar la carta que una madre orgullosa le escribe a su hijo, conminándolo a perseguir sus sueños y cuyo desenlace resulta terriblemente disruptivo.

En la línea de la historieta política sobre la que trabajaron autores de renombre mundial, como el maltés Joe Sacco o la iraní Marjane Satrapi, Debiase realiza una reconstrucción coral del Cordobazo, multiplicando sus sentidos en cada una de sus historias. En La Rebelión. Historias del Cordobazo lo anónimo nunca quita lo heroico, porque justamente se trata de una oda al poder de lo colectivo por encima de los intereses del individuo. Y ese sí puede ser un espejo válido para encontrar en el pasado los reflejos del presente y reconocer las diferencias entre utopía y distopía.