El Senado norteamericano inició hoy las audiencias de ratificación de los miembros del gabinete del presidente electo Donald Trump, con una convulsionada jornada que fue interrumpida varias veces por manifestantes, en rechazo a la designación del cuestionado senador por Alabama, Jeff Sessions, como futuro fiscal general.
«No a Trump, no al KKK y no a los fascistas en Estados Unidos», gritaron los manifestantes que, de a grupos de a dos o hasta de a cuatro, interrumpieron periódicamente la audiencia, algunos vestidos como miembros del Ku Klux Klan, otras con una tiara que emulaba la Estatua de la Libertad y varios con ropa común, que se habían disimulado con el resto del público en el fondo, según la cadena de noticias CNN.
Pese a esa tensión de fondo constante, Sessions y los líderes republicanos de la comisión de judiciales del Senado se mostraron relajados y divertidos con las protestas.
En la primera de las dos jornadas que durará la audiencia de ratificación de Sessions, el elegido por Trump para dirigir a los fiscales federales del país criticó el fallo de la Corte Suprema que legalizó hace décadas el aborto en los primeros meses del embarazo, rechazó las denuncias que lo vinculan con el grupo racista Ku Kluk Klan y aseguró que la llegada masiva de inmigrantes baja el salario a los trabajadores estadounidenses.
Sessions prometió que jugará un papel de contrapeso en el futuro gobierno de Estados Unidos y que no dudará en decirle que «no» al futuro presidente Trump, «si se excede» en su función.
El nominado a fiscal general es una de las figuras más cuestionadas del gabinete elegido por Trump. Por eso, aliados y rivales lo interpelaron sobre los temas más sensibles de la política estadounidense.
Sessions prometió que se excusará de «cualquier futura investigación contra (Hillary) Clinton» ya que durante la campaña dejó muy en claro su posición crítica contra la ex candidata presidencial demócrata, uno de los temas más calientes que dominó la campaña este año.
Además, sostuvo que el matrimonio igualitario era un tema zanjado por la Corte Suprema y, con esa aclaración, se excusó de opinar.
Por el contrario, reconoció que el famoso fallo de la Corte Suprema Roe vs Wade de los años 70 legalizó el aborto en la primera etapa del embarazo, pero que, en su opinión, esa decisión «violó la Constitución».
Otro de los puntos claves de esta primera jornada de la audiencia fueron las críticas que pesan sobre el senador por Alabama por su presunta simpatía con grupos racistas y supremacistas blancos.
«Aborrezco al Ku Klux Klan, lo que representa y su odiosa ideología», sentenció el nominado por Trump.
Finalmente, el otro tema sensible que enfrentó Sessions fue el migratorio.
Conocido por sus duras posturas sobre inmigración, Sessions rechazó la propuesta de campaña de Trump de prohibir la entrada al país de todos los musulmanes, pero al mismo tiempo cuestionó la «constitucionalidad» de los decretos de Barack Obama que frenaron la deportación de más 750.000 jóvenes que llegaron al país cuando eran niños y que ahora son conocidos como los «dreamers» (soñadores).
Sessions fue contundente al afirmar que la llegada de millones de inmigrantes provoca una baja en los salarios de los estadounidenses ya que representan «una mano de obra más barata».
«No creo que los estadounidenses quieran acabar con la inmigración, pero creo que afecta a los salarios», opinó el nominado a la cartera de Justicia en el gabinete de Trump, quien además prometió «perseguir» a los inmigrantes ilegales, uno de los pilares del aún bastante abstracto plan presentado por el magnate republicano.
Pese a las variadas preguntas de los senadores, Sessions intentó concentrar su discurso en la «peligrosa tendencia» de aumento del crimen armado que viene sufriendo Estados Unidos en los últimos años. El actual legislador prometió juzgar «cada caso de violencia armada», un objetivo ambicioso en un país en el que los tiroteos masivos se han vuelto moneda corriente.
Luego de la audiencia de confirmación de Sessions le seguirá la del nominado a encabezar la Secretaria de Estado, el ex CEO de Exxon, Rex Tillerson.
Esta audiencia también estará marcada por la tensión, ya que Tillerson no sólo tendrá que responder por posibles conflictos de intereses con su antiguo empleador, sino también por su buena relación con el presidente ruso, Vladimir Putin, un hombre defendido por Trump pero odiado de igual forma por Obama, los demócratas y gran parte de los republicanos.
Pero no todo será una pulseada en el Senado.
El general retirado John Kelly, nominado para encabezar la cartera de Seguridad Interior, fue recibido amistosamente por los miembros oficialistas y opositores del Comité de Seguridad Interior durante varias reuniones privadas, una antesala a veces utilizadas antes de las audiencias de ratificación.
Pese a la creciente tensión en el Congreso, el presidente electo Trump se mostró tranquilo esta semana.
«La confirmación irá bien», aseguró ayer ante un grupo de periodistas en una inesperada aparición en el lobby de la Torre Trump de Nueva York, el edificio donde tiene sus oficinas corporativas e instaló su sede para manejar la transición hasta el próximo viernes 20 de enero, cuando asuma formalmente la Presidencia.
Una de las últimas decisiones de Trump desde su torre fue nombrar ayer a su yerno y hombre de confianza en su campaña. Jared Kushner, como asesor especial de la Presidencia, un puesto que no requiere confirmación del Senado.
La prensa estadounidense ya destacó que la designación de Kushner para trabajar en la Casa Blanca no sólo violaría las normas contra el nepotismo, sino que desataría una nueva serie de conflictos de intereses por los antecedentes empresariales del joven miembro del clan Trump.
Kushner trabajará junto con el futuro jefe de gabinete, Reince Priebus, y el estratega jefe y una de las designaciones más polémicas de Trump, Stephen Bannon, «para implementar la agenda del presidente electo», según explicó el equipo de transición del republicano en un comunicado.
Antes de ser designado, el esposo de su hija Ivanka, se liberó de su parte del emporio familiar, una movida similar a la que tuvo que hacer su suegro tras ganar las elecciones.