«Somos personas. Somos mujeres. Somos trabajadoras. Somos futbolistas. Queremos vivir en paz, en libertad y en pleno ejercicio de los derechos que nos corresponden como seres humanos». Así comienza la carta que redactaron las jugadoras del plantel femenino de fútbol de Racing luego del triple lesbicidio ocurrido el domingo 5 de mayo en una pensión del barrio de Barracas.
Justo Fernando Barrientos, presunto asesino, ejecutó un crimen de odio por orientación sexual. «Por eso decidimos escribir esta carta: porque no podemos naturalizar como sociedad un crimen fundado en los discursos de odio y en los comportamientos homofóbicos que todavía siguen dando vueltas por nuestros barrios, por nuestras canchas, por nuestras casas», continúa la carta de las jugadoras de Racing.
Ante tanto silencio, el fútbol femenino vuelve a pisar fuerte fuera de la cancha una vez más. Las futbolistas vuelven a levantar la voz una vez más. El alcance social del deporte –saben– permite visibilizar causas como la igualdad de género y los derechos LGBT+.
«Cuando eres alguien conocido, tienes una responsabilidad. Creo que es importante dar la cara por los derechos de todos, no hay por qué esconderse. Yo creo que en el deporte necesitamos lanzar un mensaje claro de tolerancia y en contra del odio», declaró hace algunos años la jugadora del Barcelona y la selección española, María Pilar «Mapi» León.
La defensora española fue la primera jugadora profesional de la liga española en hablar de su homosexualidad de forma pública en 2018. «Yo no he hecho esto por mí, no tengo necesidad de gritar a todo el mundo que soy lesbiana, pero sí creo que la sociedad lo necesitaba. Si nadie habla, así seguimos y nada cambia. Es una manera de dar un paso más y de ayudar a generaciones futuras, o intentarlo al menos», dijo en una de sus primeras entrevistas luego de que dijera abiertamente cuál era su orientación sexual.
Tras las palabras de Mapi, varias jugadoras de su país la siguieron. Durante el último Mundial de fútbol femenino, a finales de 2023, las fotos de las futbolistas españolas recorrieron el mundo. No sólo porque salieron campeonas, sino también por las muestras de cariño entre las jugadoras y sus novias luego de cada partido. Alba Redondo –delantera del Levante–, Irene Paredes –defensora del Barcelona– e Ivana Andrés –defensora del Real Madrid– son algunas de las que festejaron con un beso con sus parejas luego de cada partido.
Los besos entre las futbolistas y sus novias se convirtieron en el Mundial de Francia 2019 en un símbolo propio del fútbol femenino luego de que se retrarara el beso de la sueca Magdalena Eriksson y la danesa Pernille Harder, novias y jugadoras del Bayern Múnich.
La política y la lucha social son parte de la cancha en el fútbol femenino. No sólo son 22 jugadoras que corren detrás de una pelota, su voz también es parte del juego. Un distintivo de lo que ocurre del otro lado, en el fútbol masculino, donde los futbolistas hablan y opinan cada vez menos.
¿Cómo se van a quedar calladas las jugadoras de Racing si por tercer año consecutivo crecieron los crímenes de odio por orientación sexual en la Argentina?
El Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT, dependiente del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, informó que durante 2023, en la Argentina, hubo 133 crímenes de odio en donde la orientación sexual, la identidad y/o la expresión de género de todas las víctimas fueron utilizadas como pretexto discriminatorio para la vulneración de derechos y la violencia. La cifra significa un aumento respecto de 2022, donde hubo 129 crímenes de odio. El año anterior habían sido 120.
Esta situación, claro, no se reduce al caso argentino. Según datos de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por sus siglas en inglés), 62 estados miembros de la ONU todavía criminalizan los actos sexuales consensuales entre personas adultas del mismo sexo.
«No voy a ir a la puta Casa Blanca. Su mensaje excluye a gente que se parece a mí. No luchamos por lo mismo», declaró públicamente la jugadora estadounidense Megan Rapinoe en el Mundial de Francia 2019, tras ser consultada si visitaría al entonces presidente Donald Trump en caso de salir campeonas.
Rapinoe es activista en favor de los derechos LGTB+ desde que se hizo pública su homosexualidad en 2012. La popularidad que le generó el fútbol -al ser una de las mejores futbolistas de su generación- la utilizó para romper el tabú que rodea a las relaciones homosexuales en el fútbol.
«Supongo que, por el hecho de ser mujer y homosexual, siento una mayor empatía respecto a las personas que no se encuentran en una posición dominante. A mí me pareció una obviedad. Cuando alguien se ahoga, ¿vas a ayudarle o te quedas en la orilla?», declaró hace algunos años en El País.
Tras sus declaraciones contra Trump, el expresidente no se quedó callado y la atacó públicamente en varias oportunidades. Sue Bird –ex jugadora de básquet, cuatro veces campeona olímpica de Estados Unidos y pareja de Rapinoe– la defendió de los comentarios de Trump y escribió en 2019 una carta titulada «Así que el presidente odia a mi novia» (So the president f*cking hates my girlfriend). Allí, Brid sentenció: «Creo que al intentar ayudar a los demás, Megan ha consolidado quién es».
El fútbol femenino, al igual que Rapinoe, también consolidó su identidad en los últimos años a través de la voz de sus protagonistas basada en la igualdad de género y en la lucha por los derechos LGBT+.