Los comunicados militares acostumbran aludir a los efectos producidos con alguna operación como un suceso inesperado y poco feliz, un daño colateral. Quizás también deban computar entre esos resultados no previstos de los bloqueos contra naciones puestas en la lista negra por Estados Unidos al desarrollo de las vacunas contra el coronavirus de científicos cubanos e iraníes.

En la isla caribeña, atacada ferozmente por el gobierno de Donald Trump desde que hace cuatro años llegó a la Casa Blanca, el Instituto Finlay de Vacunas informó que tiene no uno sino dos desarrollos que pronto ingresarán en la Fase 3 de pruebas y podrían comenzar a aplicarse en la población. La llamada Soberana 1 ya pasó el primer paso de las pruebas y la Soberana 2 esta un escalón más arriba, con lo que las autoridades esperan que en el primer semestre del 2021 puedan ser utilizadas para inmunizar a la población cubana.

La Soberana 2 se aplicó en un centenar de voluntarios en esta etapa de la investigación, y cuando se ingrese en la  Fase 3 se hará sobre unnas 150.000 personas. Se trata de una vacuna innovadora, según explicó al diario cubano Granma Vicente Vérez Bencomo, el director del Instituto, ya que se combinan el antígeno del virus y el toxoide tetánico. Fue registrada por la OMS en noviembre pasado.

En Cuba tambièn se están desarrollando otros dos modelos de vacunas contra el Covid-19, en este caso a cargo de expertos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB): Abdala y Mambisa. La primera puede aplicarse por via intramuscular, la otra por vía nasal.

Cuando se presentó pa primera de las vacunas en estudio, allá por agosto, el presidente Miguel Díaz-Canel dio cuenta de la estrategia detrás del protecto ante un grupo de científicos. «Aunque existan vacunas de otros países, nosotros necesitamos la nuestra para tener soberanía», les dijo.

Si se tiene en cuenta las dificultades crónicas que atraviesa Cuba desde que en 1961 se instauró el bloqueo económicio -y sobre todo el modo en que se fue profundizando durante estos cuatro años- se entiende no solo el desafío sino la necesidad de poder contrar con una vacuna propia y evitar de ese modo recurrir a mercados paralelos o triangulaciones altamente onerosas para proveerse de medicamentos, como en la práctica sucede con cualquiuer transacción comercial con el resto del mundo.

Lo mismo sucede en Iran, que también padece las consecuencias de las sanciones comerciales que impiden incluso la llegada de insumos esenciales, ya que no es fácil poder pagar por ellos, habida cuenta de que los bancos internacionales no quieren  recibir penalidades por tener tratos con el gobierno de la República Islámica.

Con casi 55.000 muertos y más de 1,2 millones de contagiados, el coronavorus pegó fuerte en el país persa. En ese contexto recibir vacunas se convierte en un drama, según señaló a la prensa Karim Hemmati, diurector de la Media Luna Roja, la versión islámica de la Cruz Roja. 

Iran forma parte de COVAX, un programa internacional para distribuir vacunas enrte los países miembros independientemente de su poderío económico. Para ver las dificultades del caso, el titular del banco central iraní, Abdolnasser Hemmati, declaró que tenían el visto bueno para transferir 244 millones de dólares a través de una entidad bancaria no identificada de un «tercer país» para obtener casi 17 millones de dosis de vacunas de COVAX. Tienen que esquivar el pago en instituciones sometidas a control de EEUU porque temen confiscaciones del gobierno de Trump.

Se entiende así el por qué del desarrollo de una vacuna propia, como informó la agencia oficial IRNA, que este martes anunció el inicio de la fase 1 de un desarrollo propio para inmunizar a la población contra el coronavirus. El canal de televisión estatal mostró a dos hombres y una mujer recibiendo inyecciones en presencia del ministro de Salud, Said Namaki, y el vicepresidente de Ciencia y Tecnología iraní, Sorena Sattari.

El proyecto de vacuna COV Irán Barkat es financiado por la Fundación de la Ejecución de la Orden del imán Jomeini (Eiko), un grupo estatal dirigido por un representante directo del Líder Supremo de Irán.

Los primeros voluntarios en recibir la vacuna fueron los científicos y el jefe del instituto, Tayebe Mojber.»Fue un mensaje para la nación iraní de que nosotros creemos en lo que vamos a inyectar y nosotros y nuestras familias lo probamos por primera vez», indicó el ministro Namakí.