En cuatro años de historia autogestionada, los trabajadores de Tiempo hemos hecho periodismo libre e independiente pero también, muchas veces, marchamos, organizamos charlas y encuentros, un festival al aire libre, algunas celebraciones y, en épocas fundacionales de la coope, vendimos choripanes en la calle y nuestro diario en la Plaza. Llamamos a todo ese esfuerzo, que trasciende lo estrictamente laboral, “construir cooperativa”. Entendemos este proyecto como una construcción colectiva. Y una parte central de nuestro ejercicio periodístico es la construcción de una agenda noticiosa que se guíe por los temas socialmente relevantes, las problemáticas que habitualmente quedan marginadas de los medios concentrados.

La emergencia habitacional que afecta a cientos de miles de argentinos, visibilizada en toda su crudeza por la pandemia, es uno de esos temas. Desde el inicio de la cuarentena fue evidente que las directrices sanitarias del aislamiento (quedate en casa, lavate las manos, mantené dos metros de distancia) no cuadraban con el hacinamiento y la falta de servicios básicos que castigan a los barrios vulnerables como un estigma inexorable. Antes de extenderse en una hasta aquí incontenible transmisión comunitaria, el virus se hizo fuerte en las villas.

Desde este fin de semana, Tiempo construye un nuevo ámbito de discusión para dar visibilidad a los conflictos alrededor del techo y de la tierra, y dar voz a los protagonistas de estos debates por el derecho a la vivienda y a un hábitat digno, en la certeza de que resulta imprescindible hacerlo, en el contexto de una crisis que obliga a reinterpretar todos los desafíos pendientes de la planificación urbana.

A partir del convenio de cooperación suscrito con la Fundación Rosa Luxemburgo, a  «Activo Ambiental», lanzado dos semanas atrás y dedicado a dar testimonio de las consecuencias ambientales del modelo de acumulación extractivista, se suma «Hábitat & Pandemia», otro micrositio, también asociado a la web de Tiempo, que intentará poner de manifiesto la vigencia de un reclamo histórico de amplias franjas de la población argentina, que padecen las ya crónicas desigualdad social e injusticia espacial de los grandes aglomerados urbanos.

La invitación a los lectores es a que construyan con nosotros este debate necesario y urgente, con la idea de poner definitivamente en discusión el modelo de planificación de la ciudad neoliberal, un modelo que la crisis sanitaria vuelve a poner en primer plano, a través de una herramienta comunicacional que crezca por fuera del discurso de la prensa corporativa, sujeto a los intereses del negocio inmobiliario.

Construir, entonces, sigue siendo el espíritu que anima a esta cooperativa. Construir, en este caso, un hábitat digno para todos y todas, supone construir antes los debates que lo hagan posible, haciendo un periodismo libre de ataduras.