Caminamos con la tarea de impulsar el rechazo a esta ofensiva del gobierno y sus socios del poder. Pero al mismo tiempo necesitamos reinventar el horizonte. Acá van algunas ideas. Porque la única verdad es el futuro.
1- Construir el Rechazo. Tenemos el desafío de construir el rechazo nacional al DNU, a la Ley Ómnibus, y al protocolo represivo. Necesitamos dar una primera batalla contra la estrategia de shock y el intento de autocracia. El objetivo de los que dominan es la desorganización de la soberanía nacional y la instauración social de la ley de la selva. Al final del túnel solo hay un Estado fallido.
2- El carácter de la lucha. Es democrática. Contra el intento autocrático. Es económica y social contra el empobrecimiento generalizado que nos propone el gran capital. Es de carácter nacional. Contra la desarticulación de la soberanía y el Estado. Y es una lucha ideológica cultural. Contra el modelo social del individualismo y el extremismo de mercado. Quien se queda en la baldosa pierde. Es una lucha de salvación nacional.
3- Ahí donde todo comienza. En la calle comienza el rechazo. Decimos que la calle es la terapia y el lugar de reorganización ante la derrota. Ante años de desmovilización y el fracaso gubernamental. Es también un nuevo intercambio político, social e ideológico, que abre un nuevo momento en lo nacional popular. Aunque no siempre es primavera, ahora la calle es superior a las redes y al Palacio.
4- Conectar los ruidos. Hay un ruido movilizado. Que ocupa las calles, articula fuerzas y pretende gestar el rechazo. Y hay también otro ruido en el hogar y en el trabajo que aún se está masticando. La próxima crisis social en Argentina será probablemente por la comida y el alquiler. En la intensa calma popular se va cocinando la bronca que erosiona el consenso sobre el ajuste. Es necesario conectar los ruidos para masificar el momento.
5- La reinvención sindical. Cuando todo está en crisis, la CGT sigue ocupando la centralidad de última instancia. Porque tiene el poder real, de este lado del río, frente al poder del Capital.Aún con sus contradicciones internas,una potencialidad reconstituyente late en el sitio sindical si se pone en movimiento. Y ese tránsito depende de salir de lo gremial a la multisectorial y a construir un programa nacional.
6- El dilema de los tiempos. Hay dirigentes en el peronismo que se inquietan ante el paro general. El problema es que la política de cúpulas, los genios de la especulación, los artífices de las tácticas fracasaron. No hay un nuevo comienzo sin la calle, ni podemos alumbrar un horizonte sin poner todo en movimiento. La militancia cedió la política en el campo propio y terminó todo en el campo ajeno. Ahora tiramos porque nos toca.
7- Los límites de la política. Cuando no hay horizonte no hay estrategia. Cuando no hay estrategia se ocupan espacios pero no se generan procesos. Y la política posibilista y de palacio ocupó muchos espacios e impidió cualquier proceso. En el nivel nacional la superestructura se encuentra inerte para enfrentar al Tirano y al gran Capital. Hay que reinventar la política y la dirigencia al compás de la reconstitución de lo nacional popular.
8- Los límites de la resistencia. La idea de resistencia como concepto tiene sus límites. En parte está asociado a la idea de conservar el presente, y remite también a un “nosotros” que siempre guarda un sentido corporativo. Esto tiene límites para irradiar y convocar a lo desmovilizado. Es un piso pero también es un techo para religar la fragmentación y superar la crisis de horizonte. Luchamos por reconstruir lo común y por conservar el futuro.
9- La trilogía. La condición de posibilidad de lo nacional popular implica por lo menos tres cosas; invitar a luchar contra algo, convocar al rebasamiento de lo instituido, y proponer luchar por lo nuevo. Esa trilogía es algo que nuestro campo perdió de su radar como lógica política hace mucho tiempo. Lo perdió por falta de audacia y horizonte, y por miedo a perder privilegios. Ponerse en movimiento implica animarse a saltar el molinete.
10- Reinventar el horizonte. Hay que construir un nuevo horizonte movilizador para millones antes que la implosión familiar, social y estatal se imponga. Pero nada importante se hará sin audacia. La política tiene que servir para redistribuir poder más que ingresos. La Nación y la dignidad humana deben imponerse sobre el mercado y el dinero. La comunidad sobre el caos. Debemos recuperar la Patria y el futuro.