Más allá de que en la actualidad son cada vez más las mujeres que ingresan al mercado laboral, la división sexual del trabajo sigue operando: en Argentina, 9 de cada 10 mujeres realizan trabajo doméstico no remunerado, frente a 7 de cada 10 varones. Cuando analizamos el total de tiempo destinado, las mujeres dedican -en promedio- algo más de 4 horas diarias, y los varones algo más que 2 horas y media. ENUT 2021.
Esta desigual distribución impacta de forma directa en las oportunidades de desarrollo profesional. Por ejemplo, la brecha en la tasa de actividad entre varones y mujeres se va agrandando mientras hay más hijos/as en las familias: es de 17pp, aumenta a 20pp con un/a hijo/a, 27 pp con 2, 38pp con 3 (Indec, 2023). Es decir que, si bien hoy es masiva la participación de las mujeres en el mercado laboral, al momento de renunciar o postergar carreras profesionales para ocuparse de las tareas de cuidado, siguen siendo en su mayoría las mujeres quienes lo hacen.
Una de las consecuencias de esto -entre otros factores, como los estereotipos vinculados a lo que se espera de un líder- es la dificultad que encuentran para acceder a los puestos de liderazgo: solo 3 de cada 10 puestos de dirección y 2 de cada 10 puestos en Directorios (EPH, 2023 y CNV). Carreras interrumpidas, la prioridad puesta en el hogar, excluye a las mujeres de los espacios de decisión en la gran mayoría de las actividades.
Como consecuencia, la desigual distribución del trabajo doméstico es una de las principales causas de la brecha salarial: en Argentina, la diferencia promedio de ingresos entre varones y mujeres es de 25% (Indec, 2023). Ocuparse del trabajo que demanda el hogar repercute en la falta de autonomía económica de muchas mujeres.