Edinson Cavani y Miguel Merentiel se van juntos de la cancha, a la par, después de haber hablado con la TV. Reciben la ovación unificada de los bosteros en el Kempes de Córdoba: “¡Uruguayouruguayouruguayo!”. Antes de meterse en el túnel, aprietan los puños arriba y señalan hacia adelante. Cavani se estira el escudo de la camiseta y dice que acá, que acá ganamos. Los mira, mientras se ceba un mate detrás del palco vidriado, Juan Román Riquelme, el presidente de Boca, el que los llamó para que jugasen con la azul y amarilla. Uno fue el refuerzo inesperado, el que ningún periodista había adelantado como primicia, el que llegó sin hacer ruido, a préstamo. Otro fue el refuerzo top, y es uno de los goleadores mundiales vigentes.
Con la metralleta de Merentiel, con su ímpetu destartalado de Bestia, y con el arco y flecha de Cavani, con su calidad de Matador, Boca sacó a River en los cuartos de final de la Copa de la Liga 2024. Le ganó 3-2, y más que bien, porque los tres goles uruguayos -dos de Merentiel y uno de Cavani- se apoyaron en el juego expansivo y la personalidad arriera del equipo. Boca eliminó por tercera vez consecutiva en mano a mano a River (en 2021, en la Copa de la Liga y en la Copa Argentina) y jugará la semifinal ante Estudiantes de La Plata, en día y sede a confirmar (antes, el jueves, se medirá frente a Fortaleza en Brasil por la tercera fecha del grupo de la Copa Sudamericana).
Boca siempre estuvo arriba de River durante el partido, más allá del gol inicial de Miguel Borja -un contraataque que condujo Claudio Echeverri y que agarró a contrapierna y en desventaja numérica, tres contra dos, a los centrales Cristian Lema y Marcos Rojo- porque se la sacó y, cuando no la tuvo, le hizo pasar sin conceptos la pelota a River. Y porque cuando River atisbó un escape de la impotencia, Martín Demichelis sacó al Diablito Echeverri, desequilibrante. Descontó al minuto 97, el último, el chileno Paulo Díaz, punto más alto de River en el torneo. Era demasiado tarde. Tras la desventaja, Diego Martínez había acomodado a Kevin Zenón, del centro a la izquierda, y a Pol Fernández, de izquierda al centro, pero más cerca de Ezequiel “Equi” Fernández. Y Boca dio vuelta el cuarto partido en la Copa de la Liga 2024 (River, San Lorenzo, Racing y Belgrano).
El Boca de Martínez gesta a partir del mediocampo, de un cuadrado imaginario que articulan en la base Equi Fernández -el temporizador, el guapo, el orientador- y, más adelante y más suelto, Zenón, dúctil en la recepción con la derecha y preciso con la zurda en el centro-pase a la cabeza de Cavani para el 2-1 (nueve goles en los últimos nueve partidos). Y el Boca de Martínez, a la vez, descarga en los laterales, en Luis Advíncula por la derecha y en Lautaro Blanco por la izquierda, quienes piden pista, desbordan como punteros y suelen tirar el centro inmarcable, el centro atrás, como lo hizo el peruano en el 1-1 de Merentiel y como lo había hecho Blanco en el gol de Cristian Medina en el Monumental (1-1). Ese superclásico por la fecha de los clásicos, el 25 de febrero, fue la bisagra del Boca de Martínez por la muestra de carácter también después de haber empezado abajo. El subidón en el nivel de juego sigue en alza. Lo comprobó River.
“Tengo una conexión especial con Cavani”, dijo Merentiel, ya tercer máximo goleador uruguayo en la historia de Boca, con 25 goles, detrás de Sergio “El Manteca” Martínez (87) y de Severino Varela (43). Hace dos meses, los hinchas de River se habían mofado de Cavani en el Monumental por su sequía goleadora, gritándole los goles en la entrada en calor. Le tiraron la cola al león. Si alguna vez un superclásico -para River- fue el del “no fue córner”, para Boca este podría ser el de “entró toda”, por la jugada en la que el árbitro Yael Falcón Pérez cobró el gol en contra de Lema y River se ponía 2-1, corregida luego por el VAR, y en la práctica por un manotazo de Sergio “Chiquito” Romero. Pero este Boca-River en Córdoba, para unos y otros –porque hubo hinchas de ambos después de seis años sin cruzarse-, será el de Merentiel y el de Cavani, el de los goles uruguayos, el de la metralleta y el del arco y flecha.