La medida estaba al caer. Era un secreto a voces que el proyecto de Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, como finalmente fue denominada, iba a incluir un artículo que restringiera aún más el acceso a los dólares de los ciudadanos con el propósito de orientar toda la generación de divisas al pago de los acreedores internacionales.
Es que la salida de dólares por goteo que genera el sector turístico no es para nada marginal en las cuentas del Banco Central.
De hecho, sólo en 2017, por esa vía y según datos del BCRA se produjo una salida de divisas de U$S 12.663 millones que generaron un déficit del sector por la suma de U$S10.662 millones. En los otros años de gobierno de Macri ese déficit también implicó una fuga extraordinaria toda vez que en 2016 salieron por esa vía U$S10.128 generando un déficit de U$S8.538.
En 2018 el déficit fue de U$S8 mil millones. La fuertísima devaluación de la moneda nacional que se produjo entre 2018 y 2019, de todas formas, impactó sensiblemente sobre el mercado turístico toda vez que en los primeros diez meses de 2019 la fuga por esa vía, según datos del BCRA, cayó a U$S6.503 millones generando un déficit de U$S 4.742 millones, un 36% menos que el que había acumulado el sector en los primeros diez meses de 2018 que, a su vez, se había contraído un 18% con relación al déficit de U$S 9.030 millones que se acumuló durante el mismo período de 2017.
En el acumulado de los cuatro años de gobierno de Cambiemos, hasta octubre de 2019, la salida de dólares por turismo y compras con tarjetas de crédito en el exterior sumó U$S39.378 millones dejando como saldo un déficit de U$S 31.942.
El dato toma relevancia si se toma en cuenta que, por ejemplo, la Balanza Comercial (que mide el intercambio de bienes tangibles como cereales, granos, bienes de capital etc.), en el mismo período, acumuló un superávit de apenas U$S 1.193 millones y que, en 2017, generó un déficit que llegó hasta los U$S 8.309 millones.
El proyecto que presentó el gobierno, además, busca gravar la compra de dólares para atesoramiento con el mismo porcentaje del 30%. Así las cosas se ha generado un tipo de cambio diferenciado que ubica, a valores actuales, al dólar ahorro/turista en los $ 82.
La medida es complementaria a las restricciones que adoptó la gestión anterior y que redujo la compra de dólares para atesoramiento a un límite de U$S 200 mensuales y remite a las medidas adoptadas por la segunda gestión de Cristina Fernández de Kirchner que, en septiembre de 2013, aplicó un gravamen del 20% que luego se elevó hasta un 35%. Sin embargo, aquella medida no era tan gravosa para el bolsillo de la clase media puesto que se trataba de una retención reembolsable a cuenta del impuesto a las ganancias. En este caso, al tratarse de una ley que pasará por el Congreso, el gravamen podrá ser no reembolsable.
Durante aquella segunda gestión de CFK la salida de dólares por turismo había acumulado la cifra de U$S 33.744 millones consolidando un déficit de U$S 27.163 millones. El pico se registró en 2013 cuando llegó hasta los U$S 8.694 millones. En aquel año la balanza comercial fue positiva en U$S 1.521 millones cuando un año antes había alcanzado los U$S 12.008 millones.
Con la gravación del dólar turista y el dólar ahorro aquella gestión logró reducir la salida de dólares desde los U$S10.336 millones de 2013 hasta los U$S 6.712 de 2014, una baja del 35%. Con todo, el desdoblamiento cambiario produjo un efecto inesperado que podría reproducirse con el nuevo esquema. Es que la merma en la fuga de dólares como resultado de una sensible caída en la salida de turistas fue acompañada por una caída en el ingreso de dólares por el mismo ítem a pesar de que el ingreso de turistas extranjeros se incrementó de un año a otro. El desdoblamiento cambiario produjo, como lo hará ahora, un incremento en la cotización del dólar paralelo al que, poco a poco, se orientaron los turistas extranjeros.
A modo de ejemplo, en 2012, cuando 2.568.201 de turistas extranjeros ingresaron por aeropuertos, los registros del BCRA indican un ingreso de U$S 2.663 millones. Al año siguiente, el ingreso de turistas extranjeros cayó un 7,1% pero los ingresos de dólares por turismo según los registros del BCRA lo hicieron en un 38%. En 2014, con la plena vigencia del dólar turista, los ingresos de turistas subieron un 3,4% pero los dólares que ingresaron por el canal formal siguieron su raid descendente de un 21%. En 2015 los turistas extranjeros que ingresaron por aeropuertos volvieron a caer un 6,6% y, sin embargo, los dólares registrados por el BCRA fueron de apenas U$S 981 millones, una nueva caída del 24%. Entre 2012 y 2015, ese ítem, según datos oficiales, se derrumbó un 63% pasando de U$S 2.663 millones a los mencionados U$S 981 millones.
De este modo existe el riesgo de que la propia medida sirva para alimentar el mercado paralelo y que se refuerce esa cotización como una referencia, no ya para el turismo y el ahorro individual, sino también para el financiamiento de otras operaciones comerciales (muchas Pymes importadoras de insumos no ingresan al registro de importadores) que, a su turno, alimenten el espiral inflacionario. Así las cosas, resulta apresurada la idea de que el desdoblamiento cambiario será capaz de encapsular el impacto de la devaluación sobre los precios.