El índice de precios al consumidor subió 4% en el mes de julio, según informó oficialmente el Indec este miércoles. De esa manera, la inflación acumula 87% en lo que va del año y 263,4% en los últimos 12 meses.
El dato coincide con un piso de 4% que el gobierno ansiaba quebrar y no pudo. Es, de todas maneras, la cifra más baja de los últimos 30 meses: hay que retroceder hasta enero de 2022 para encontrar una inferior (3,9%).
De acuerdo al resumen ejecutivo del Indec, las divisiones de mayor aumento en el mes fueron Restaurantes y hoteles (6,5%), influida por las vacaciones de invierno, y Bebidas alcohólicas y tabaco (6,1%) por el incremento en cigarrillos.
Le siguieron Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (6,0%) por las subas en los alquileres de viviendas y en las tarifas del servicio de agua potable. En tanto, las dos divisiones que registraron las menores variaciones en julio fueron Prendas de vestir y calzado (1,6%) y Transporte (2,6%).
Por sexta vez en siete meses, el rubro Alimentos y bebidas no alcohólicas (el de mayor ponderación en el índice final) evolucionó por debajo del promedio general: en julio subió 3,2%. Así se consolidó el cambio de tendencia con relación al año pasado, donde la constante suba de esos productos era el principal motor de la inflación.
Aun así, dentro de esa división se observaron fuertes aumentos en frutas, verduras, tubérculos y legumbres, productos típicamente estacionales. En la región GBA (la Ciudad de Buenos Aires y alrededores), en particular, se observaron incrementos de 57,1% en cebollas, 28,8% en papas, 24,5% en bananas y 21,8% en lechuga.
El efecto «no hay plata»
Las razones de la baja de la inflación varían. Exultantes, en el gobierno sostienen que es gracias al ancla fiscal, que daría una señal potente a los mercados financieros. Pero entre comerciantes y consumidores, en tanto, predomina el efecto “no hay plata”: el índice que elabora CAME mostró una baja en las ventas minoristas de 15,7%, con picos de 26,4% en farmacias y 20,9% en alimentos y bebidas. En esa última visión, es la recesión, como siempre, la que ayuda a domesticar la remarcación de precios.
Si bien en el Palacio de Hacienda se ilusionan con un sendero decreciente que tienda a 0% hacia fin de año (así lo fantaseó públicamente el ministro Luis Caputo), las condiciones para ello por ahora no parecen dadas. La inflación núcleo, de la que se excluyen los bienes y servicios regulados y los afectados por cuestiones estacionales (y por eso considerada como un predictor de lo que puede suceder en los próximos meses), fue de 3,8%. Con algunas décimas en más o en menos, ese es el panorama que la mayoría de las consultoras económicas avizora hasta fines de este año.