Los círculos diplomáticos que se juntan esta semana en Davos coinciden en que la Ucrania nacida del referéndum tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 ya no existe, al igual que las promesas del presidente Volodymyr Oleksandrovych Zelenski (1978) de recuperar militarmente los territorios perdidos con Rusia de Crimea (2014) y el Donbás (2022). Ahora, con la segunda llegada de Donald John Trump (1948) a la Casa Blanca, se abren escenarios variopintos sobre qué soluciones y Estados surgirán en la región. Una cuestión clave para un eje euroasiático en plena transformación geopolítica.
Primero. Este cronista trabajó en el Donbás en la última década y puede afirmar que, cuanto más se avanza hacia el este, más críticas hacia la “casta” de Kiev se escuchan. Por el dinero, dado que el PIB de los oblasts de Luhansk y Donetsk, hoy repúblicas bajo tutela rusa, oscilaba de 650 a 1500 USD anuales, diez veces menos que en la capital, según datos oficiales (link). Y dos, porque como en otros enclaves de los viejos países integrantes del Pacto de Varsovia (1955-1991), quedó una división étnica entre locales y rusoparlantes.
Por eso cuando Joseph Robinette Biden (1942) y su administración (2021-2025) lanzaron su paquete de sanciones amplificado por los think thank de occidente, se reavivaron odios étnicos a niveles previos de la Guerra Fría. Ahora, tras casi 36 meses de batalla abierta y con rumor de solución diplomática, esta columna indaga sobre la profunda cosmovisión rusa en el área, para poder desentrañar los papeles que presentarán en una potencial negociación.
Segundo. En el discurso de la “Operación Militar Especial” del 21/2/22, Vladimir Vladimirovich Putin (1952) afirmó que Ucrania fue un invento de los bolcheviques en 1917, liderados por Lenin, seguido «erróneamente» por Stalin y Kruschev con la cesión de territorios. Más tarde, repitió esta idea ante Tucker Carlson en una entrevista récord de vistas en Twitter (X), plataforma del imperio tech de Elon Musk (1971), quien mantiene comunicación directa con el gobierno argentino.
En diciembre, un artículo de Dmitri Trenin (1955), miembro del Consejo de Política Exterior y clave en la nueva doctrina nuclear rusa, hizo ruido en Profile.ru. Su carta defendió las anexiones de territorios ucranianos bajo criterios de «civilización, cultura e historia» y citó la experiencia rusa en Abjasia, Osetia del Sur y Chechenia, pese al descontento de países como Georgia. La película Mandarinas (2013) de Zaza Urushadze es una referencia clave para comprender esos conflictos en el Cáucaso.
Para continuar entendiendo el pensamiento profundo, es importante detenerse en Aleksandr Dugin (1962), apuntado por occidente como Gurú del Kremlin y quien perdió a su hija Darya en 2022 en un atentado. Hace días, Dugin afirmó en Radio Sputnik que cualquier negociación se retrasará porque Putin necesitará tiempo para explicar, de forma «convincente, histórica y cultural», que Ucrania «es nuestro Estado». Una cumbre que podría concretarse en Bratislava, Eslovaquia.
Tercero. Robert Fico (1964), astuto sobreviviente de la política eslovaca y cercano a Moscú, se recuperó de un atentado sufrido hace diez meses por un supuesto lobo solitario. Esta semana se fotografió con Putin tras discutir recursos estratégicos, que obligan a la UE a comprar gas ruso a través de triangulaciones en los siempre amables bazares turcos. A esta postura se sumó Viktor Orbán (1963), primer ministro húngaro, quien declaró en Kossuth Radio hace horas que las sanciones deberían ser «tiradas por la ventana», lo que generó malestar en Kiev, que respondió con apoyo a sus opositores.
Para Zelenski, la economía es vital. En una conferencia pública, la semana pasada reveló que la guerra cuesta unos «100.000 millones de dólares al año», de los cuales su país aporta un 40%, EE UU un 35% y Europa el resto. Ese financiamiento condicionado a comprar en selectas fábricas occidentales fue siempre un caramelo de madera para su gobierno, porque según estudios británicos habría necesitado tres veces más para armar debidamente a su ejército. Así, los soldados amarillo y azules, sean profesionales o conscriptos bajo el Decreto Marcial 64/2022, siguen atentos un potencial recorte de la financiación, lo cual les llevaría a un combate partisano en el mejor de los casos. Por eso, Zelenski bajó el tono beligerante desde la derrota de Kamala Harris frente a Trump en noviembre.
Cuarto. En las altas esferas diplomáticas se barajan cuatro posibles salidas negociadas; a saber, ordenadas de menor a mayor según chances:
1. Anti-Rusia, Pro Occidente: El deseo inicial del nacionalismo ucraniano, pero que hoy es casi nula por las posiciones en el territorio. Probabilidad: Muy baja.
2. Control Total de Rusia: Una opción radical, que llevaría a una “reunificación” de Ucrania al estilo del Imperio Ruso de hace dos siglos. El Kremlin no confía por el coste de mantener el control en zonas afines a Lviv. Debilitaría en extremo la imagen de la OTAN, haciendo un llamamiento al rearme de otros países de la zona, como los bálticos. Probabilidad: Baja.
3. Makhnovshchina: Dejaría un territorio sin ley clara, similar al limbo de Transnistria (Pridnestrovie) donde viven 400.000 personas en la frontera de Moldavia. Sería a otra escala, ya que Ucrania tiene más de 35 millones de habitantes. Podría implicar la continuación de las hostilidades, de forma más o menos explícita. Pese a estos reparos, la historia europea tiene sobrada experiencia en escribir pactos de extraños: Utrecht (1713), Viena (1814-1815), Versalles (1919), o Dayton (1995). Probabilidad: Media.
4. Partición: División controlada en el que las regiones fronterizas como el Donbás se alinearían con Moscú y Minsk, mientras que los nacionalistas ucranianos se concentrarían al oeste de Kiev y en vecinos como Polonia. EE UU conseguiría instalar bases militares nuevamente en Europa. Zelenski obtendría una mejor solución a las opciones #2 y #3, pero no llegaría a la membresía de la OTAN ni de la UE. Apostaría al largo plazo, donde cambios en La Casa Blanca o el Kremlin le abrieran otras posibilidades a la Ucrania de 1991. Probabilidad: Alta.
Estos son los escenarios que se encontrará Milei en los pasillos del Foro de Davos del que participará en Suiza. Ademas, agotó las entradas a un promedio superior a 200 dólares por silla en la conferencia libertaria del 24 de enero en Kloten, Zúrich. Si bien la Argentina no tiene participación directa en la resolución, queda por verse si el León liga su opinión a la alianza con EE UU, o si la matiza en caso que Zelenski, quien vino a su asunción en 2023, o el Papa Francisco en un potencial rol mediador, se lo solicitasen. «