Este miércoles, el gabinete económico analizó un cambio sustancial en el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). La orientación elegida llevaría hacia la integración de este beneficio con los planes de empleo y lo alejaría de la posibilidad de convertirse en la base de un ingreso universal, como se especuló en su momento.

Según lo que trascendió del encuentro que encabezó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, la idea para el próximo pago del IFE sería vincularlo a una contraprestación laboral, tal como se intenta hacer con el programa Potenciar Trabajo.

La titular de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), Fernanda Raverta, observó tra el encuentro: «Nuestro desafío es volver a poner la Argentina en marcha, y eso se logra con un mercado laboral que incorpore a los argentinos y argentinas a la población económicamente activa». En ese contexto, en el encuentro se observó la necesidad de «comenzar a evaluar la reconversión» del IFE y avanzar en «un proceso en el cual hoy se inició una caracterización de la población» que lo recibe.

Cómo funciona Potenciar Trabajo

El programa Potenciar Trabajo, que aparece como el mascarón de proa de la política social del gobierno, surgió de la unificación de todos los planes previos del Ministerio de Desarrollo Social y abarca a unas 600 mil personas. Su objetivo es vincular el beneficio a un desempeño de tareas. El titular de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, identificó esas actividades como mano de obra intensiva: construcción; producción de alimentos; textil; la economía del cuidado que son las personas que cuidan a otras personas; y el reciclado.

«En esos cinco sectores productivos vinculamos el plan social con el trabajo», agregó Arroyo quien puntualizó que el plan del gobierno es crear 300.000 puestos de trabajo registrados en esas actividades que estarían cubiertos por las personas que actualmente reciben el beneficio Potenciar Trabajo.

Esta no es la primera vez que se intenta atar un programa social a la contraprestación laboral. Al contrario, desde la segunda mitad de los ‘90 que se busca ese objetivo, pero nunca se logró implementarlo en forma intensiva. Una razón es que el ajuste permanente del gasto fiscal atenta contra el sostenimiento de los progamas, cuyas patas económica suelen estar atadas al presupuesto público. Otra causa es que cuando los emprendimientos quieren despegarse del presupuesto estatal, se encuentran con que carecen de capital para impulsar inversiones o incluso de capital de trabajo para mover la rueda por primera vez. Esta situación se observa especialmente en las cooperativas de trabajo, que sería la figura jurídica que adoptarían los emprendimientos amparados por Potenciar Trabajo, en las cuales las carencias crediticias y de capital son una constante. Por último, en un escenario de crisis económica y recesión, la demanda privada no aparece como un factor dinamizador de estos emprendimientos que, en caso de contar con crédito, deberán competir en desigualdad de condiciones con las empresas privadas ya establecidas.

Problema de magnitudes

Los 300 mil puestos de trabajo que el gobierno aspira a crear con el programa Potenciar Trabajo representan el 3% del padrón de beneficiarios del IFE. Quizá allí estriba una de las mayores dificultades que enfrenta el plan oficial. En el propio gobierno especulan con que buena parte de ese universo de trabajadores informales o desempleados que están alcanzados por el IFE se quedaría sin ingresos cuando concluya la asistencia por la emergencia sanitaria.

Además, el  mercado de trabajo está sobre ofertado por la caída de la actividad económica. Según el Indec, al primer trimestre de 2020 había en la Argentina 1,4 millones de desocupados y 1,5 millones de subocupados. Estos casi tres millones de personas presionan sobre la actualmente escasa demanda de mano de obra.


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De allí que la salida pensada por el gobierno sea la de generar nuevos circuitos de empleo con actividades que no están siendo explotadas por el sector privado, salvo el caso de la construcción.

De cualquier manera, el IFE quedaría contraído. Una pista de ello la dio Raverta, cuando señaló que el gabinete económico focalizó en la situación social de sectores concretos de la población. «Empezamos hoy por caracterizar la situación social que estaban viviendo los argentinos, desarrollamos la posibilitad de tener muy claras las características de la población de chicos de 18 a 24 años, de quienes tienen mas de 50 años y no están incorporados a la población de trabajo y en la población de mujeres», detalló la titular de Anses.