Este jueves 30 de mayo se lleva a cabo una jornada de protesta en el ámbito ferroviario que consiste en que los trenes alcances un máximo de 30 km/h. Fue convocada por el sindicato de conductores de trenes La Fraternidad, aunque contrariamente a lo anunciado en un primer momento, no habrá paro de actividades.
La medida de fuerza abarca a todos los trenes de pasajeros y de cargas que circulan a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, informaron desde el sindicato.
La protesta se extenderá durante todo el jueves y fue ratificada luego de conocerse la oferta salarial del Gobierno, que consiste en un 2% de incremento salarial en abril y un 7% en mayo, a cobrarse con los haberes de junio.
A diferencia del paro general de principios de este mes, donde prácticamente todos los trabajadores del sector se adhirieron, por el momento la medida sólo abarca a los maquinistas.
Desde el sindicato agregaron que, en el caso de que no se llegue a un acuerdo con las autoridades, llevarán adelante un paro total de actividades para el día 4 de junio.
El Secretario General de La Fraternidad, Omar Maturano, señaló en una reciente entrevista televisiva: “no queremos aumento del sueldo, queremos empatar la inflación”. También destacó la delicada situación presupuestaria de las empresas ferroviarias, señalando el recorte presupuestario implementado por la actual administración y la falta de una política en relación al sector.
La reducción del gasto fue incluso señalada en un informe interno por el presidente de Trenes Argentinos Operaciones (SOFSE) una semana antes de que se produjera el siniestro de la Línea San Martín el 10 de mayo, lo que expuso el riesgo operativo que supone cortar los fondos destinados a gastos corrientes.
El sistema ferroviario atraviesa una delicada situación que comenzó con los trenes metropolitanos y se extendió al resto del sistema. Desde el Gobierno se ha dispuesto un severo ajuste presupuestario que incluyó la paralización de las obras en curso, incluso las que contaban con financiamiento internacional. El freno de los trabajos impacta sobre la calidad del servicio y el riesgo operativo continúa en aumento, a pesar de una anunciada «emergencia ferroviaria» que no se ha concretado hasta el momento y cuyos eventuales alcances se desconocen.