Hoy comienza la 7ma. Edición del Festival de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA), que se extenderá al 11 de septiembre en nueves salas de Capital y Gran Buenos Aires con más de 140 producciones y nuevas secciones. Directores, productores, distribuidores, críticos y público tendrán la oportunidad de encontrarse con los documentales más recientes y destacados internacionales y locales. Una fiesta cinéfila (y popular) en medio del desierto al que los actuales funcionarios del Incaa parecen querer llevar al sector.
“Se duplicaron cantidad de películas y también se incorporaron nuevas secciones y competencias -cuenta Mario Durrieu, director del FIDBA-, como Competencia Derechos Humanos, Nuevas Narrativas, LGBTIQ+ y Género y generaciones (películas hechas por mujeres).” A eso hay que sumarle la ampliación del Working Progress -que sirve para finalizar películas-, que este año estará dividido en WIP y DOCLAB, el primero más dedicado a la asesoría de profesionales internacionales y el segundo más hacia reforzar todos los pasos que lleva el proceso de un documental.
“Con magia”, ríe Durrieu al escuchar la pregunta de cómo hicieron para, en medio de la crisis de este año, llevar adelante la edición y encima agrandarla. “Por ejemplo estamos viendo cómo pagar el taxi de una canadiense, así que imaginate”, vuelve a reír. Y ya más serio agrega: Ganamos el fondo de PICE (Programa para la internacionalización de la cultura española), y eso permitió traer cinco realizadores españoles (podíamos haber traído de otra nacionalidad residente en España, pero no pareció un gesto de agradecimiento), recibimos el apoyo de la Embajada de Canadá y el apoyo financiero del Incaa a través de concurso. Igual, eso nos da a mitad del presupuesto, así que tuvimos que poner plata nuestra.”
Plata que no fue mayoritariamente cash, sino distintas formas de solventar gastos, entre las que el trabajo -más horas, todas sin paga- fue el mayor aporte. “Lo mismo que a los voluntarios, que todos los años anteriores les pudimos pagar pero este les avisamos que no podríamos y se sumaron igual.” Así y todo mantuvieron la gratuidad de las funciones excepto en el Cosmos y el Arte Multiplex, “pero con entradas a $40, que no alcanzan ni a un paquete de galletitas: te lo digo porque tengo hijos y comen muchas galletitas”, vuelve con su sentido del humor. A eso hay que sumarle un ya histórico diseño económico, que contempla, a modo de ejemplo, no poner el año en los banners, lo mismo que los auspiciantes, a fin de poder ser reutilizados cada año, ya que sólo tienen la fecha de la semana de desarrollo.
“El FIDBA sale menos que hacer un buen documental”, sintetiza Durrieu la situación del festival, a la vez que eleva una crítica hacia la conducción del Incaa, “que sólo aumenta el presupuesto asignado de acuerdo a la inflación prevista el año pasado”. La delicada situación del sector, que llevó a los directores a publicar la semana pasada un documento sobre la tergiversación de los números que hace el Instituto a la vez que llamar a una serie de iniciativas para dar solución a la problemática, cuenta entre los documentalistas a su sector más combativo.
“Es cierto que el Incaa cada vez apoya menos, pero no sólo financieramente. No hay agente de ventas de documentales, no se proponen iniciativas para promover los documentales en el exterior, no se participa de working progress. En todas partes del mundo el cine está subvencionado, ésa no tendría que estar en discusión. Pero además de garantizar eso, hay que discutir muchas otras cosas más, como por ejemplo una ley de festivales que, por ejemplo, permita que si un festival crece o tiene competencia con premios, tengo un crédito mayor que una muestra, que sólo procura dar a conocer una filmografía. No me interesa la meritocracia, sólo estoy hablando de cosas que se hacen en Chile o Colombia.” Y por si falta contundencia a sus argumentos, agrega: “El documental es el 60 por ciento de la producción nacional y no recibe plata en esas proporciones; y el FIDBA en 7 años se transformó en el festival más grande de Latinoamérica”, dice con tono de cierto lamento pero sin resignación: nadie puede estarlo si experimenta la vitalidad del FIDBA.
Películas destacadas:
Competencia Internacional: Vostok N 20 (Francia), de Elisabeth Silveiro. Wishing you the same (Francia), de Arnaud de Mezama.
Competencia Latinoamericana: Homo Botanicus (Colombia), de Nicolás Van Hemelryck y Guillermo Quintero. Vida a Bordo (Uruguay), de Emiliano Mazza De Luca.
Competencia Argentina: El lugar de la desaparición, de Martín Farina. Silvia, de Silvia Estevez.
Nuevas Narrativas: Ojo Guareña (España), de Edurne Rubio. Meu nome é Daniel (Brasil), de Daniel Gonçalves.
Derechos Humanos: A War of Memories (Corea del Sur), de Bora Lee-Kil. In the mighty jungle (Francia), de Caroline Capelle and Ombline.
Cine LGBTTIQ: Lembro mais dos corvos (Brasil), de Gustavo Vinagre.
Detalles de films, salas y horarios en http://www.fidba.com.ar/2019/