En esta lucha de la educación pública hay emblemas que quedan impregnados de simbología. Íconos de la resistencia y la vocación frente al ajuste del gobierno nacional. Uno de ellos es el Hospital de Clínicas, que la semana pasada vivió un abrazo multitudinario y donde miles de trabajadores y pacientes siguen habitándolo día a día, a la espera de los refuerzos presupuestarios que, al menos por ahora, están lejos de llegar.
Con 143 años de vida, esta institución se erige como el más importante hospital universitario de la Argentina, y de reconocimiento en todo el continente. «Tiene la vanguardia en calidad tanto en lo académico como en la investigación. Por sus pasillos pasaron los tres Premios Nobel de ciencia», remarcan desde la UBA.
El estado actual del Hospital de Clínicas
En su mole de cemento ubicado en Av. Córdoba al 2300, recibe más de 365.000 consultas al año y realiza más de 8000 cirugías. Cada año es responsable de la formación de más de 1500 profesionales de la salud en sus 30 cátedras de Ciencias Médicas y 5 de Farmacia y Bioquímica. Y cuenta con Residencias (Posgrados) en 36 especialidades.
Hoy vive una asfixia presupuestaria similar al resto de las instituciones relacionadas con la educación superior. Ya suspendieron atenciones, servicios, operaciones. “Se están haciendo el 30% de las cirugías que podrían hacerse”, confiesa a Tiempo el director del centro de salud, Marcelo Melo. A la situación crítica de funcionar con el prorrogado presupuesto 2023 (votado en 2022), con una inflación interanual de casi el 300% se le suman los costos en insumos y las tarifas millonarias.
El Ministerio de Capital Humano comunicó esta semana que dispuso una partida extraordinaria para atender las necesidades de los hospitales universitarios de $14.403.479.661. Sin embargo, hasta hoy no se formalizó, y la reunión con los rectores sería recién el 30 de abril. Aún así, no cubriría todos los gastos, que van en ascenso. “El año pasado hacíamos licitaciones para comprar los medicamentos y se gastaban 4 o 5 mil millones de pesos para un cuatrimestre. Ahora eso aumentó el 1000%”, advierte Melo. Uno de los rostros más crueles de la asfixia presupuestaria del gobierno se da en los hospitales universitarias, donde el tiempo no espera. Donde el recorte implica vidas. Donde se está yendo a un punto sin retorno.
Pacientes
El vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, declaró: “Si el Gobierno no prevé esta situación (presupuestaria), seguramente, en principio, los hospitales de la universidad va a tener que dejar de atender pacientes nuevos para dedicar el presupuesto que tienen a los pacientes ya internados y eso va a empezar a afectar a la capacidad de tener prácticas en las facultades de ciencia de la salud. Sin modificación, sin actualización por inflación, no creo que dude más que uno o dos meses sin tener que afectar directamente el funcionamiento de la UBA”.
El presupuesto universitario es el más bajo desde 1997, cuando empezaron a tomarse los registros. En su declaración de emergencia presupuestaria, la UBA acordó una serie de medidas que incluye no utilizar los servicios de acondicionamiento de aire (frío–calor); ni los servicios de gas en las calderas en los edificios de la Universidad, con excepción de los hospitales universitarios para la atención de pacientes y del acondicionamiento necesario para el correcto funcionamiento de equipos y la infraestructura tecnológica.
Además, las convocatorias realizadas para los programas de investigación, ciencia y técnica y extensión universitaria estarán supeditados a la efectiva disponibilidad de presupuesto para poder ser afrontadas y las acciones vinculadas por el Programa UBA en Acción estarán limitadas a las financiadas por organismos externos a la UBA y/o aportes privados.
“Hoy nos mantenemos en pie por la voluntad de los que trabajan de sostener con el aporte de su trabajo la universidad –lamentó Yacobitti–. Tenemos que hacer el esfuerzo para que las banderas partidarias no dividan un reclamo en el que estamos todos, es importante que desde todos los partidos se apoye este reclamo y podamos hacerlo en unidad”.
Un hospital sin insumos
“Para nosotros es una total angustia, como trabajadora desde hace 14 años que piso este Hospital, es muy angustiante encontrarnos en la calle, necesitamos un hospital de calidad, con los insumos que necesita cada trabajador o trabajadora para cumplir su función dignamente, cada día”, apunta Sofía.
También Claudio, del área de Estadística del Clínicas, cuenta que hace 38 años que trabaja allí y que “la situación es terrible con la quita de presupuestos, con toda la situación del país, no somos una isla y la crisis económica nos ataca a todos”.
Elsa Carrizo, delegada APUBA, es trabajadora del hospital desde hace 35 años y que se cansaron de hacer reclamos pasivos, por las vías institucionales: “Esto ya no da para más, no tenemos presupuesto, está recortado. Los funcionarios públicos no nos escuchan, no tenemos interlocutores, el Gobierno tiene que escuchar los reclamos porque esto es salud, es educación, aquí se forman los médicos de excelencia”.
La delegada expresa que es necesaria una toma de conciencia acerca de las consecuencias de la falta de insumos, medicación e incluso, comida para los enfermos o herramientas para hacer los arreglos de mantenimiento edilicio. “Nuestras paritarias y sueldos quedaron muy abajo, esto era necesario, uno va reclamando y tiene que ser escuchado. Nosotros sostenemos el hospital, lo queremos, trabajo aquí hace 35 años, toda una vida y es como una casa, también tu casa, lo amamos y le damos todo al hospital”, asegura.
Quirófano
La UBA es la universidad paradigmática en centros de salud que dependen de las casas de altos estudios. Tiene 6 hospitales escuela de alta complejidad y con tecnología de punta que los vuelve una referencia tanto en Argentina como en la región. Por año pasan por la red de hospitales de la UBA más de 780.000 pacientes.
El Clínicas atiende a la mitad de ese total, y realiza unas 9000 cirugías por año. El presidente de la Asociación Médica de esa institución, Luis Sarotto, reveló que ya deben seleccionar a quién atender: “Alguien que viene de Lanús con cálculos en la vesícula y le duele mucho y no consigue turno para la cirugía, decirle que tiene que esperar es incómodo. Genera un cuello de botella. La gente llega pero cuando hay que llevarla al quirófano, se nos corta la posibilidad de tratamiento. Es muy estresante”.