Comienza una cursada en las universidades públicas nacionales que será muy distinta a la de los últimos años. Las y los rectores informaron que no saben si van a poder pagar la luz de las facultades. El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Consejo Interuniversitario Nacional emitieron un posicionamiento unánime en el que informan que cuentan con el mismo presupuesto de enero de 2023 y que una proyección de los gastos básicos indica que no se podrá funcionar más de cuatro o cinco meses.

Los docentes cobraron su salario de febrero con un aumento del 16% muy por debajo de la inflación de los últimos tres meses del 72%. Los estudiantes tendrán que afrontar un aumento significativo del transporte y los materiales de estudio. Se anticipan niveles de conflictividad altos.

En este contexto hace unas semanas se viralizó una carta antigua en la que un docente universitario uruguayo se despedía de las clases cansado de que los estudiantes miren todo el tiempo sus celulares (*) En ese momento dije en X (ex twitter) que a mí cada día me gusta más entrar a un aula.

Luego de mi posteo en X me llamaron de una radio para que cuente por qué me gusta dar clases y a esa conversación le siguió una rápida sistematización de pistas. Este será mi 31° año de estar al frente de un aula universitaria sin contar dos años de ayudante alumno y un año en el Plan Nacional de Alfabetización, una de las primeras acciones del gobierno de Raúl Alfonsín y mi primer trabajo asalariado. Basado en esa experiencia salieron estas sugerencias que quizás les vienen bien a colegas docentes que están arrancando o lidiando con problemas parecidos a los narrados por el ex docente rioplatense. 

Docente uruguayo

El 3 de diciembre de 2015 Leonardo Haberkorn periodista y docente uruguayo publicó en su blog una carta que fue viral y cada tanto es reposteada en redes sociales. En ese manifiesto el docente decía “Después de muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez. No dictaré clases allí el semestre que viene y no sé si volveré algún día a dictar clases en una licenciatura en comunicación. Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla. Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies”. 

Esta columna/manifiesto de Ernesto Lamas dialoga con aquella renuncia y plantea alternativas para esa disputa creciente.

Consejos para seguir dando clases

1. Escuchar para habilitar y circular la palabra. El docente es responsable del desarrollo del tema, dar una orientación, compartir conocimiento, exponer contenidos. Pero las clases no tienen por qué ser un monólogo. Escuchar permite retroalimentar, desafía y promueve el pensamiento crítico y la elaboración propia.

2. Preguntar en la primera clase qué temas interesan a lxs estudiantes relacionados con el campo de la materia. Se puede llevar una encuesta precisa y dar unos 15 minutos para responder. Eso permite construir un mapa inicial de intereses, hábitos y gustos. Luego es posible retomarlos en otros momentos de la cursada a medida que se desarrollaron los contenidos y pueden haber cambiado las perspectivas.

3. Convocar invitada/os que trabajan en lugares y con temas abordados en la materia. Mucho mejor si estudiaron en la misma facultad. Ejemplos prácticos de personas que aplican en sus trabajos lo que aprendieron en la universidad. Alentar a lxs estudiantes a que preparen y hagan preguntas.

4. Biblioteca itinerante. En tiempos en los que el libro en papel compite con versiones digitales o directamente con el celular, esta iniciativa siempre fue bien recibida y hasta el momento nunca perdí un ejemplar. Repartir un libro por estudiante, que lo puedan llevar y tener por un tiempo. Dar una consigna de lectura que sea un trabajo práctico o un parcial con evaluación. Si además son libros distintos, al momento de presentar sus lecturas, tendremos en una clase especial el abordaje diverso a esos textos seleccionados.

5. Trabajos prácticos o parciales domiciliarios con consigna de producción flexible. Para responder una(s) pregunta(s) los estudiantes pueden presentar una exposición oral, un texto monográfico, un contenido audiovisual, un collage, un podcast.

6. Visitar espacios de trabajo y lugares relacionados con la materia o la Carrera. Conocer ámbitos laborales con gente que hace cosas relacionadas con el objeto de estudio. Presenciar prácticas y resultados.

7. Salir del aula. Dar una clase en la plaza, en una estación de tren, en un club. El profesor Horacio González, durante un seminario dictado en la década del 90 en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, citó a los estudiantes en Plaza Constitución. Juntos tomaron el tren Roca donde dictó una clase que consistió en 30 minutos de ida y 30 de vuelta. Algunos pasajeros hicieron preguntas durante el trayecto.

8. Incluir cada tanto una clase virtual sincrónica. Esta modalidad que naturalizamos durante la pandemia es una alternativa útil que oxigena la rutina del aula. Planificar y citar con anticipación una clase por plataforma de video llamada.

9. Dar teóricos que no repitan los textos. Aportar complementos, una mirada propia que tenga algo más que datos que pueden googlearse. Preparar estas clases -que suelen ser el eje de la materia- con contenidos que no se encuentren con facilidad en internet. Vale para todas las clases pero en un teórico se valora más.

10. Aprender los nombres de lxs estudiantes. En materias anuales es una obligación. En las cuatrimestrales hay un margen pero es deseable que el docente pueda dirigirse por nombre o apellido a sus estudiantes.

11. Dedicar los primeros 10 minutos de clase a conversar “el tema de la semana”. En el caso de Comunicación agregar la pregunta sobre cómo abordaron ese tema los medios.

12. ¡Evitar el power point! Aburren, distraen, repiten y, si tienen mucho texto, abruman. A lo sumo enviarlo antes como material de apoyo. Tener en cuenta que hasta se fundó en 2011 un partido político en Suiza (Anti PowerPoint Party APPP) que se proponía abolir esa aplicación.

13. Usar herramientas multimedia y contenidos audiovisuales. Si la facultad cuenta con ellos, ir a estudios de radio y TV o a aulas con computadoras y/o proyector. En caso que no, llevar laptop, parlante portátil, tablet. Si nada de esto es posible crear un grupo de WhatsApp y compartir contenidos que se puedan ver y escuchar con auriculares en el aula al mismo tiempo.

14. Compartir sitios de internet con temas relacionados con la materia. Si se puede hacer en cada clase mucho mejor. Alentar y enseñar a investigar para no quedar atrapados en las opciones “patrocinadas” de los buscadores.

15. Crear un grupo de WhatsApp (¡que no se enoje el ex docente uruguayo!) con un reglamento claro de uso. Ni spam ni contenidos que distraigan. Entre clases dar continuidad a temas de la materia siempre que surja algo relevante. Promover la producción de memes asociados al objeto de estudio.

16. Evaluar y hacer devoluciones dedicadas. No poner solo una nota o marcas en lo que está mal. Dedicar tiempo a cada trabajo práctico, parcial o final. No alcanza con la nota, los estudiantes valoran una devolución personal y argumentada. Dar la posibilidad de rehacer en otro momento de la cursada. 

17. Decir «no sé» cuando no se sabe la respuesta a una consulta. Comprometerse en averiguar para la próxima clase. No caer en la tentación del “chamuyo”.

18. Investigar. Actualizar bibliografía. Respetando a los clásicos de cada campo complementar con apuntes nuevos. Enriquecer con novedades a los mejores textos de siempre. Si un estudiante cita un autor o recomienda una serie o un podcast o una película, buscarlo y leerlo, verlo, escucharlo. Si es pertinente, sumarlo a la consigna de algún trabajo. Conocer tendencias, intercambiar con docentes, tener la antena atenta.

19. Incluir momentos de distensión. Por ejemplo para problematizar la adicción a los teléfonos satirizarse uno mismo, tomarlo con humor y pensarse parte del problema. Lo mismo con otras prácticas, usos y consumos que sean pertinentes en el aula y la materia.

20. Incluir metodologías que promuevan el trabajo en equipo, la creatividad y la imaginación colectiva. Que lxs estudiantes puedan elaborar sentidos nuevos y experimentales a partir de consignas desarrolladas con diferentes dinámicas, planificaciones que cambien el ritmo interno de la clase. Construir un espacio de creación y contención, con recursos didácticos de diferentes disciplinas expresivas (teatro, oratoria, ensayos literarios, usos narrativos de la música).

Para cerrar recupero el tema principal que planteó el docente uruguayo: el uso de celulares en clase. Considero que hay varias opciones.

a) no decir nada, libre albedrío y «competencia» abierta.

b) hacer algún comentario cuando un estudiante queda atrapado en el celular. Invitar con amabilidad a contar qué es eso que le resulta más interesante que la clase. 

c) establecer reglas claras como por ejemplo: se puede ver o atender llamadas pero siempre fuera del aula y pidiendo permiso.

Entonces vuelvo al comienzo y digo: ¡cada año me gusta más ser docente! Por supuesto quedo abierto a los comentarios de todas y todos aquellos que pasaron por mis clases a que sumen sus críticas y nuevas sugerencias a continuación. Y a las y los colegas docentes a que agreguen otras pistas para no tirar la toalla ¡Salud!

(*) Con mi música y la Fallaci a otra parte (03-12-2015)

clase