Las inundaciones y caídas de árboles pusieron en jaque al AMBA en las últimas horas, pero en especial a la Ciudad de Buenos Aires que estuvo paralizada tras el temporal. Líneas de trenes y colectivos suspendidas, cableado eléctrico desmembrado y autos destrozados por árboles gigantescos que no resistieron las fuertes ráfagas de viento. Mientras referentes políticos y mandatarios se esfuerzan por negar el cambio climático, la realidad dejó en claro que los vientos fuertes acaecidos en las últimas horas, no son ninguna puesta en escena y mucho menos teorías conspirativas, como señaló en varias oportunidades el actual Presidente Javier Milei.

En la Ciudad de Buenos Aires, según la versión oficial, hubo alrededor de 544 pedidos de auxilio tras las violentas ráfagas. No es para menos. El distrito porteño sufrió la caída de 363 árboles en distintas zonas, que impactaron sobre viviendas y vehículos estacionados. Una situación que fue advertida desde diferentes organizaciones ambientales, pero que todos, o casi todos, se negaron a escuchar. Entre los principales cuestionamientos por la caída de árboles se encuentran: Las extracciones realizadas en la Ciudad por empresas contratadas por el ejecutivo porteño, que en promedio alcanzan las 30 por día, y las podas mal realizadas que superan los 70.000 árboles por año.

Si bien destacan el carácter inusual de la tormenta, aseveran que estos episodios fueron anunciados y que son consecuencia de la ebullición climática. La sequía, que fue producida por el saqueo de los bienes comunes y que dieron lugar a los temporales y las lluvias copiosas.

“Tanto para los eventos de aumentos de temperatura como de grandes precipitaciones y vientos, lo que nos permitiría adaptarnos en las ciudades a este cambio serían justamente el follaje frondoso de nuestros árboles y los espacios verdes de suelo absorbente”, explica a Tiempo María Angélica Di Giácomo, titular de la organización Basta de Mutilar Nuestros Árboles. La especialista en el cuidado del medioambiente asegura que tanto el follaje frondoso como el suelo absorbente está en franca disminución en la Ciudad de Buenos Aires y en muchas ciudades de nuestro país.

Desde la agrupación, denuncian que el 95% del presupuesto para mantenimiento del arbolado se invierte para la destrucción (poda, extracción y corte de raíces). «Mueren entre el 50% y 95% de los ejemplares plantados por falta de cuidado y se invierte cero pesos para el riego, protección, y tratamiento fitosanitario», suma Di Giácomo.

Poda en la Ciudad

“Los árboles sostienen el terreno, ralentizan la caída del agua de lluvia en eventos de precipitaciones copiosas si tienen follaje frondoso, absorben el agua de lluvia y disminuyen la temperatura. Lo que estamos viendo es que el mantenimiento de arbolado y de espacios verdes en nuestra ciudad va en contra de la adaptación al cambio climático”, agrega Di Giácomo.

Al ser consultada sobre la enorme cantidad de árboles caídos tras el temporal, la especialista analizó también el carácter inusual de la tormenta que provocó la caída de árboles y apuntó a la poda que realiza el ejecutivo porteño en todos los árboles de la Ciudad.

“Los árboles que más resistieron son aquellos que no fueron podados. La poda vuelve a los árboles más vulnerables por dos razones: Una, es que se producen heridas donde después el tronco puede quedar debilitado o por donde entran enfermedades; La segunda cuestión es que el follaje frondoso puede resistir mejor el embate de los vientos. Si no están las hojas, la energía del viento pasa directamente a las ramas y de ahí al tronco. Hay que considerar la protección entre ejemplares, o sea, el follaje frondoso de árboles cercanos hace que se protejan entre sí. El maltrato a los árboles es constante”.

Durante el temporal, los barrios de Palermo, Recoleta y San Nicolás fueron las zonas más afectadas con caídas de árboles, calles anegadas y destrozos. Las redes sociales fueron testigos fundamentales de los destrozos ocasionados.

Basta de Mutilar realizó un exhaustivo relevamiento de la cantidad de talas que realizan las empresas tercerizadas por la administración porteña y dejó en evidencia el desmanejo en ese sector.

“Con la cantidad de talas que hemos tenido, talas y extracciones que son alrededor de 20 o 30 por día en esta ciudad y podas que superan los 70.000 árboles por año, más bien que la protección de ejemplares está totalmente desvalorizada. Por último, leyendo opiniones en redes y demás, creemos que hay dos miradas que se realimentan: Por un lado, el desconocimiento de gran parte de la ciudadanía, tanto de los beneficios del follaje frondoso como de los principios de la arboricultura. Este desconocimiento se suma a la codicia de quienes exprimen a nuestros bienes comunes para el beneficio económico de unos pocos».

Vandalismo contra los árboles

El maltrato al arbolado provocado por las empresas constructoras y gastronómicas nunca es sancionado y es facilitado por las juntas comunales que desconocen la Ley 3263, que tiene por objeto proteger e incrementar el Arbolado Público Urbano, implementando los requisitos técnicos y administrativos a los que se ajustarán las tareas de intervención sobre los mismos; pero tampoco respetan las sentencias judiciales que han resultado favorables a los árboles desde el año 2017.

Estamos viviendo una ebullición climática y resulta indispensable tener en cuenta estas dos funciones de los espacios verdes en las estrategias de adaptación al Cambio Climático. El GCBA proyecta y construye espacios con nombre verde pero sin verde vegetal vivo ni suelo absorbente”, destacan desde Basta de Mutilar (BDM).

La enajenación de tierras públicas en CABA, tampoco favorece a condiciones ópticas del medio ambiente. Existen varios casos emblemáticos: la Costa del Río del Plata desde el Arroyo Raggio hasta el límite de la costanera sur. La nueva sede del Tiro Federal, Distrito Joven, Costa Salguero, Costa Urbana.

Son una continuidad de concesiones, privatizaciones y pérdida, junto con los playones ferroviarios, de las últimas posibilidades de aumentar los m2 de espacio verde por habitante. Otro caso paradigmático es la cementación, tala y privatización del Parque Sarmiento. El reciente espectáculo perturbador de flora y fauna en el Jardín Botánico y la lista sigue”, agrega BDM. Por último, afirman que “se trata de extractivismo urbano porque los bienes comunes como el follaje frondoso, el suelo absorbente, el verde vegetal vivo, el aire puro, el cielo, el sol, el horizonte, la salida de la luna y el río están al servicio del beneficio económico de unos pocos y se convierten en privilegios de la clase más pudiente”.