«En la Ciudad de Buenos Aires hace varios años que no hay paros docentes. Ha crecido la matrícula privada», declaró días atrás el jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Marcos Peña, en su presentación ante el Congreso, queriendo valorizar al distrito que su partido gobierna desde hace casi una década, por sobre el resto del país. Al darse cuenta de la equivocación, aclaró: «La matrícula estatal por sobre la privada». Pero de fondo, más allá del furcio, sobresale la mentira del funcionario. No es cierto que en la Ciudad de Buenos Aires, desde que asumió el Pro en diciembre de 2007, haya aumentado la matrícula estatal por sobre la privada.
En el caso de la Capital Federal, de acuerdo a datos oficiales de la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad, la matrícula total en 2008 fue de 715.960 alumnos, sumando los niveles comunes de Inicial, Primario, Secundario, Superior no universitario, Especial, Adultos y Artística, que ese año se repartieron 370.395 en el ámbito estatal, y 345.565 en el privado. En 2015, los números reflejan 760.117 chicos dentro del sistema educativo porteño: 389.229 en el estatal, 370.888 en el privado. Es decir, mientras que el estatal creció un 5% durante los dos mandatos de Mauricio Macri, los privados subieron un 7,3%.
Ahora, si se analiza sólo primaria y secundaria, la diferencia es aún mayor. En Primaria, hay 3340 chicos menos en el sector estatal (comparando 2015 y 2008), y 16.582 más en privadas (pasaron de 121.794 a 138.376). En el nivel secundario, en 2008 eran 222.893 jóvenes en total: 129.159 de ellos en el ámbito estatal. Hoy son 125.903 en establecimientos públicos. Los que iban a secundarios privados eran 93 mil hace 8 años y actualmente llegan a 100.262.
En lo que es ciclo común (sacando especial, adultos y artística), por primera vez en la historia de la educación porteña, son más los alumnos que van a secundarias privadas (93.477) respecto a los que asisten a las públicas (90.878). A diferencia de la primaria, la secundaria tuvo a escala nacional, entre 2003 y 2015, un crecimiento de los chicos en el sector público: un 14% más. Ciudad, a diferencia de lo que postuló Peña, consolidó su tendencia privatista.
A esto se agrega la falta de construcción de nuevas escuelas públicas, que generó en tres años (tras el lanzamiento de la inscripción online) la suma de 23.432 chicos que quisieron tener un lugar en el sistema público porteño y no consiguieron vacante. Ante la falta de alternativa, la mayoría debió caer en un establecimiento privado.