Charo López y Adrián Lakerman son dos humoristas que han ganado reconocimiento en los últimos años a partir del crecimiento tanto de las nuevas formas híbridas de acceso a los contenidos. Esto no habría ocurrido sin el talento y la capacidad de comprender cómo articular los mecanismos del humor con aquello que circulaba como interés de este tiempo.

Cualca, uno de los trabajos que mostró masivamente a Charo López, fue una perla en la forma que integró nuevas formas de feminismo, que incluían problematizar la censura al deseo femenino y la maternidad. Adrián Lakerman escribe guiones, hace radio y es creador del podcast Comedia donde analiza los mecanismos del humor. Loperman junta sus apellidos y sus experiencias previas, hacen teatro de comedia analizando cómo se hace el humor

–¿Por qué decidieron hacer humor al mismo tiempo que analizan cómo se hace humor?

Charo López:–Para los dos el humor es algo muy orgánico, es algo que estamos buscando en lo cotidiano. Así descubrimos que pensar en la estructura del humor era algo gracioso también, es una pregunta que la gente se viene haciendo hace mucho tiempo: ¿por qué uno se ríe? ¿Qué pasa cuando se ríe? ¿Qué es lo que nos distingue de los animales en la risa? Hay muchos interrogantes que nadie puede responder seriamente, sino que se trata de agarrar el bastón y hacer como que uno sabe. Eso de por sí es gracioso. Nos movemos de manera instintiva, si algo nos hace reír, está bien y ahí vamos.

–A propósito de lo instintivo, ¿cómo trabajaron para armar el espectáculo?

Adrián Lakerman:–Empezamos con algunas ideas, pero me interesa lo instintivo en el humor. Cuando entrevisto para el podcast, encuentro gente que reflexiona mucho sobre su trabajo y otros que desconocen cómo hacen lo que hacen, y eso es espectacular. Es fantástico que los dos tengan los mismos resultados. Trabajamos probando cosas, improvisando, con cosas que se fueron encontrando durante las reuniones y con cosas que se fueron agregando en las funciones. La obra permite esta flexibilidad. Fui aprendiendo, algo que Charo sabe desde hace tiempo, que los chistes se terminan definiendo en el escenario. No es que te guíe el público, pero sí que uno termina de entender exactamente los mecanismos del humor con el público presente. Sin la risa del público no hay comedia.

Foto: Diego Martínez

–Imagino que para juntarse había cosas que a cada uno de ustedes lo hacía reír del otro. ¿Cuáles eran? 

A.L.:–En el show siento que soy un espectador de lujo viendo las cosas que hace Charo para que me ría. Todo el espectáculo es una joda para eso. A Charo la conocía de Cualca, de Por ahora y de las series, pero recién después de conocerla personalmente fui a verla al teatro. Me sorprendió muchísimo, si era buena lo que conocía hasta ese momento, en el escenario se ve lo cómoda que se siente y es muy graciosa.

CH.L.:–A mí me fascina trabajar con Adrián. Es una de las personas que tiene mejor escucha arriba del escenario. A algunas personas les cuesta años lograr estar presente en la escena, y él lo tiene naturalmente. Siempre me causó mucha admiración su fanatismo honesto por la comedia. Escuchaba su podcast y me llamaba la atención la forma de entrevistar, escucha con mucha curiosidad. Como no viene del mundo de la actuación, le chupa un huevo todo eso de los egos y los celos, y eso es muy cómodo para trabajar. Incluso nos reímos bastante de esas cosas. Es real que arriba del escenario yo quiero que él se ría de lo que hago. Hay una complicidad en eso y me hace sentir muy libre y muy cómoda.

–El espectáculo tiene una teatralidad que lo diferencia de otros lenguajes con los que trabaja actualmente el humor, como el stand up y los formatos híbridos. ¿Cómo exploraron eso viniendo de experiencias diferentes? 

A.L.:–Se parece más a una propuesta experimental, lo más positivo de esto es que lo que nosotros queríamos contar encontraba sus propias formas y sus propios momentos. Le dimos forma a un espectáculo que en un momento parece improvisación, en otro más teatral, en un momento vemos videos y puede parecer una charla, o se puede parecer más al podcast que hago o se puede parecer más a un espectáculo de los que hace Charo. Lo que fuimos pensando iba adquiriendo orgánicamente un formato que no es encasillado. Tratamos de hacer cosas que disfrutaríamos ver, que nos gustaría que nos sorprendan y que se corran de los formatos hijos de estos tiempos, que son un poco hechos en serie. Buscamos hacer algo que tenga un poco de fantasía, algo que sorprenda.

CH.L.:–Creo que en un momento nos dimos cuenta que hay un monstruo gigante post pandémico: la falta de fantasía. Vimos venir un tsunami de un pijama gigante y gente hablando. Como que todo son personas vestidas normalmente, hablando de situaciones normales. En un momento podía atraparnos, pero los dos tenemos una gran militancia de la fantasía y del juego. Sería muy triste que el streaming nos atrape para siempre. Somos militantes de la fantasía, el absurdo y lo disruptivo. Buscamos reavivar el fuego de la fantasía total y de lo absurdo. Me da mucho terror que nos atrape lo común.

A. L.:–El pijama ese que se nos viene encima es hijo de la situación socio cultural, política y económica del país, que obliga a estandarizar las formas del streaming. Como en el 2001, cuando todos eran programas de panelistas. Fue achicamiento de costos, pero también achicamiento de fantasía.

CH. L.:–Nosotros terminamos el espectáculo casi rogando por el encuentro. De lo importante que es tener una persona al lado que se ría de lo mismo, de los menos solos que nos sentimos cuando compartimos esos momentos. Cosas que nunca me hubiera imaginado decirlo tan literalmente arriba de un escenario. Pero nos dimos cuenta que había una necesidad de subrayar la deshumanización que estamos viviendo. Necesitamos decir que hay algo humano muy fuerte que está pasando en el teatro y que corre peligro. Antes de la pandemia me hubiera parecido una literalidad empalagosa, pero en ese pequeño espacio podemos decir «qué bueno que estamos acá riéndonos de lo mismo. Por suerte nos tenemos».

–Con el consumo a través de las redes apareció la fragmentación. Todo circula por recortes y no sabemos dónde pasó ni en qué contexto.

CH.L.:–Apareció un nuevo monstruo que es el recorte. Este último año viví varias situaciones como encontrarme con una cierta alerta, porque si hablo de algo tiene que ser muy rápido y muy comprimido, porque un recorte te saca de contexto cualquier cosa. El teatro te da la posibilidad de generar un clima donde se entiende perfectamente el chiste, el sentido que tiene y la intención. Eso un recorte te lo destruye en un segundo. También hay una muy fuerte literalidad en la lectura de las personas. ¡Madre de Dios! A veces hay que estar explicando cosas sobre las que creías que ya nos habíamos puesto de acuerdo.

A.L.:–Es verdad lo de la segmentación del trabajo del humor en general, pero cambió todo. Nosotros veíamos No toca botón a la misma hora y todos nos reíamos de lo mismo. Había algo de comunidad en ese sentido. Tampoco existe más la tele gratis. Ahora las cosas que ves de humor hay que pagarlas, con eso cambio también el acceso para la gente. Pagar el cable, una plataforma, Internet. No soy un viejo loco diciendo que antes era todo mejor, pero sí que cambiaron los accesos al humor. Antes una serie como Gasoleros la veía cualquier persona, de cualquier clase social, con acceso gratuito. Para mí es importante que personas de distinta identidad, de distintos espacios, de distintos lugares del país, estuvieran viendo lo mismo. Tenía algo cultural interesante.

–El Teatro Astros está vinculado a la revista porteña, al teatro popular y masivo. ¿Cómo se siente estar en las marquesinas de la calle Corrientes?

CH.L.:–Para mí ya fue raro poder acceder al Metropólitan con este tipo de espectáculo. Era como «uy, no se dieron cuenta que vamos a hacer esto». Pasar al Astros también, porque yo vengo acostumbrada a hacer funciones para personas que me conocen por algo que hice antes y saben qué es lo que van a ver. Ahora va a venir gente que está caminando por calle Corrientes y entra a ver lo que le da el horario. Por eso pensamos que este sea un show para agarrar a los desprevenidos y que la pasen bien también. Creo que somos como unos polizontes de calle Corrientes.  «

Un barco llamado Loperman

Con Charo López y Adrián Lakerman. Sábado 27 de julio a las 22 en el Teatro Astros, Av. Corrientes 746. Se presentarán también en San Martín (03/08), El Palomar (24/08), Neuquén (31/08), Santa Fe (06/09), Rosario (07/09), Córdoba (14/09), Mar del Plata (27/09), Ushuaia (07/10) y La Plata (18/10).



López, en serie y sola

El presente de Charo López es intenso: “Estoy grabando la segunda temporada de División Palermo y además trabajo también en mi unipersonal, donde voy a despuntar el vicio. Tengo programado hacer algunas funciones mensuales aquí hasta fin de año, y después me voy para España a hacer shows”, puntualiza.

–¿Cómo viviste el boom de División Palermo?

–Me sorprendió para bien. Uno cuando está grabando no tiene idea de lo que va a pasar. Toda la consecuencia es como un bonus track espectacular. Al grabar la segunda las dudas que había en la primera ya no están. Korovsky es muy vueltero, pero ahora sabemos que aunque da vueltas sabe a dónde va, entonces estoy más relajada.

–Después de aquella explosión, ¿es difícil jugársela en una segunda temporada?

–Encima es jugar una segunda temporada habiendo ganado la primera. Pero te aseguro que la segunda temporada de División Palermo es una locura.

Lakerman, con la agenda completa

Adrián Lakerman sigue una agenda intensa: “En este momento estoy grabando una serie para Netflix que se llama Envidiosa. Es un poco una comedia y otro poco una novela. Grabamos dos temporadas, aun sin haberse estrenado. Me avisaron en estos días que se va a estrenar el 18 de septiembre. La protagonista es Griselda Siciliani y yo tengo un papel pequeño. Como no soy actor, me permito divertirme mucho. Más allá de esto, continuamos con un ciclo de charlas que hacemos con Pedro Saborido, donde analizamos el humor de Borges, Cristina, Charly García, Maradona y mucho más, por supuesto».
Pero Lakerman tiene más proyectos. «En agosto voy a estrenar una nueva temporada del podcast Comedia, y en septiembre, si dios quiere, se publica un libro que escribí para Editorial Planeta sobre humor, del cual no puedo adelantar mucho más”, aclara.