Helena tuvo que pasar por los consultorios de varios obstetras hasta dar con uno que le aceptó el planteo sin vueltas. Con 30 años recién cumplidos, buen estado de salud y primeriza, la mayoría trataba de convencerla de que no hacía falta programar una cesárea. Que por qué no intentaba ir por el parto «normal». Pero ella estaba decidida a traer a su beba al mundo en el quirófano.
“Tengo un umbral muy bajo de dolor. Por eso desde un primer momento me dio mucho temor la idea de un parto vaginal. No quería saber nada con una episiotomía, ni con la posibilidad de un desgarro, ni ser víctima de violencia obstétrica por no poder pujar o no bancarme el dolor. Por eso, elegí cesárea”, relata Helena, madre de una beba de seis meses.
La cesárea ‘a demanda’ –solicitada por la persona gestante, sin una indicación médica– es una de las modalidades que está creciendo en Argentina. En nuestro país hay una norma de Parto Respetado. Es la Ley 25.929, de 2004, aunque se reglamentó recién en 2015. Desde su vigencia existe el derecho a elegir –cuando no hay un diagnóstico que lo impida– la forma de nacimiento de un hijo o hija. Estas cesáreas por elección son uno de los blancos a los que apuntan las campañas que intentan frenar el incremento constante de este tipo de parto. Claro que no son las únicas que suben.
“En el ámbito público estuvo subiendo uno por ciento en los últimos años. La cesárea está entre el 35 y 40% de los partos. En el ámbito privado es mucho más alto. Las causas son varias. Desde lo cultural, lo económico, falsas expectativas”, enumera Darío Didia, jefe de la División Obstetricia del Hospital de Clínicas «José de San Martín». El porcentaje en el país ya está cerca de triplicar lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, que está entre 10-15%. «Ahí se ve un amplio beneficio en morbimortalidad materno fetal. Superado ese porcentaje, ese beneficio no se percibe”.
A pedido
“Muchas mujeres llegan pidiendo cesárea. Sobre esos casos es sobre los que podemos trabajar. Con información y con consultas con Psicología. Intentamos primero ver si la causa por la cual está eligiendo cesárea es válida. Porque por ahí es por dichos de conocidas, de amigas. Las historias se van desvirtuando. Cuando sabemos la causa, a veces podemos trabajar sobre eso y a veces no. Si su temor está justificado por una cuestión emocional que no puede superar, vamos a respetarlo. Pero en un buen porcentaje tenemos éxito”, destaca Didia.
La cesárea “a demanda” no representa el grueso de las cesáreas. “Pero es un número importante –aclara–. Cuando tomé funciones en 2021 empecé a trabajar sobre esto porque venía en aumento. Desde la sanción de la ley fue más notorio. Hoy, si la paciente pide cesárea no hay que justificar médicamente nada”.
En mayo, la Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (Fasgo) publicó el artículo “Cesárea a demanda: Una tendencia en crecimiento”, un estudio realizado por obstetras del Hospital Militar para conocer las motivaciones de esas cesáreas a pedido. Sobre 1019 nacimientos entre julio de 2020 y abril de 2022, hubo 119 casos (12%) de cesáreas a demanda. De acuerdo al relevamiento, el principal motivo (26.9%) fue la decisión de realizar una ligadura tubaria en la misma intervención. Luego, el 25.2% argumentó no querer pasar por un trabajo de parto, por comodidad (23.6%), organización familiar (11.7%) y miedos (11,7 %).
“Por ejemplo llega una mujer que tuvo dos partos normales y quiere una cesárea para realizarse también una ligadura tubaria. Pero le decimos que eso se podría hacer después, con un post operatorio más llevadero y menor índice de complicaciones”, plantea Didia. ¿Por qué una cesárea implica un riesgo mayor para la mamá y el bebé que un parto vaginal? “Es una cirugía de mediana a mayor, donde hay que abrir el abdomen. Hay riesgos inherentes a lo quirúrgico, lo infeccioso. Riesgo de hemorragia, más allá del dolor postoperatorio. Al feto, el trabajo de parto, las contracciones, salir a través del canal de parto lo preparan para el nacimiento. En general los que nacen por parto vaginal tienen menor índice de asma, alergia, enfermedades respiratorias. El parto vaginal y la lactancia exclusiva y precoz dan ventaja en materia de salud”.
Pandemia y después
Victoria deseaba un parto vaginal. Con 34 años y primeriza, tuvo un embarazo sin complicaciones. Cuando en la semana 41 empezó con fuertes y regulares contracciones, se acercó a la clínica porteña donde nacería su bebé. Era el primer pico de la pandemia, bajo una cuarentena estricta. Tenía poca dilatación. Le preguntaron si igual quería quedarse. Respondió que sí.
“Ni bien apareció la partera dijo ‘vos decidiste quedarte, no tenés casi dilatación, la bebé va a nacer hoy por parto o cesárea’. Ya presentó ahí la opción de la cesárea, como que no me iban a esperar. En un momento me dijo ‘pujá un poco’, metió la mano y pinchó la bolsa. Yo ni me di cuenta que ella quería hacer eso. Después no me avisaron que había dilatado, yo creía que no. Y me decían que la cabeza del bebé era grande para mi contextura. Varias veces me ofrecieron ir a cesárea, yo decía que no. Hasta que no di más”.
“El aspecto que le da el médico a la información sin duda va a incidir en la decisión de la paciente”, admite Didia. Para Victoria, le “quemaron la cabeza” hasta que se concretó la cesárea, sin que hubiera un peligro ni justificación.
“La pandemia vino a poner aún más el intervencionismo ‘por las dudas’ y muchas de las cosas de esa época vinieron para quedarse. Son procesos de intervención innecesarios y la medicina, por temor, siempre actúa con el cuchillo”, grafica Graciela Stuchlik, directora de la organización Parir y Nacer y realizadora del documental Tiempo de parir, que fomenta el parto respetado. “Hablamos de cesáreas innecesarias, no es que estamos en contra de las cesáreas”, aclara.
¿Cuáles son las llamadas innecesarias? “Si es segunda gesta, va a cesárea cuando no tiene por qué. Esa es una. Otra, que pasa mucho en las provincias, es cuando saben que tal día no habrá anestesista y mandan a todas antes a cesárea. Las innecesarias las plantean más los sistemas que los médicos”, sostiene Stuchlik, directora del programa Primeros 1000 días en Escobar.
Como evidencia, cita estudios que reflejan que hay menos cesáreas los fines de semana que los días hábiles. Una investigación de elDiario.es de España expuso el año pasado que “si un niño nace de lunes a viernes, la probabilidad de que lo haya hecho por la vía quirúrgica está entre el 28 y el 29%. Si lo hace el sábado, la probabilidad de dar a luz con bisturí se desploma hasta el 21%. En domingo, al 20%”. El relevamiento fue realizado sobre los datos oficiales de nacimientos entre 2010 y 2020. “La explicación se encuentra en los alumbramientos programados”, concluyeron. El fenómeno trasciende fronteras.
“A veces el sistema dice ‘la persona no quiere (parto vaginal) por miedo’. Pero, ¿por qué? No se habla del sistema violento y hegemónico donde el cuerpo de la mujer queda preso de ese discurso. Está en una situación súper vulnerable, esa es la clave. Y en general no les hablan del posoperatorio. Muchas han fracasado en su lactancia por estar doloridas. Después encima se sienten culpables y estafadas. Queda como que cada vez eligen más ir a cesárea, pero ¿por qué?”. Para Stuchlik, esa es la pregunta que hay que hacer: ¿por qué?
La otra postura: “Decir que hay una epidemia de cesáreas es un eslogan sin sustento”
Hay otras voces. Mario Sebastiani, especialista en Obstetricia del Hospital Italiano, lo dice abiertamente: “Hoy decir que hay una epidemia de cesáreas, que es más oneroso o que hay cesáreas innecesarias no son más que slogans sin sustento”.
Para Sebastiani, “decir que el índice de cesárea debe ser del 15% (como postula la OMS) es considerado una falacia. Esa cifra surgió de una reunión en 1985 en Fortaleza sin ninguna evidencia. Hoy nadie tiene ese índice. Y si lo tiene, la mortalidad es francamente mayor”.
“El tema no está estudiado. Para llegar a una conclusión debería hacerse un trabajo en el que en una rama van las mujeres a cesárea electiva y en la otra, que intenten un parto vaginal. Obviamente con consentimiento informado. Este trabajo daría luz. Mientras tanto se da por sentado -casi religiosamente- que el parto es mejor que la cesárea. Lo he hablado con varios investigadores en el mundo y todos coinciden en la necesidad de hacer esta investigación. Pero la OMS dice que no es ética”, plantea.
Los porqués del aumento de cesáreas, según el especialista, tienen que ver –entre otras cosas- con que “las mujeres no son las mismas, aumentó la edad -entre 35 y 39 años aumentó 43%, y entre 40 y 44 aumentó 62%-, la obesidad y los métodos por los que se tiene hijos. En una maternidad de la seguridad social el 4 a 5.5 provienen de fertilización asistida”.
Lo mejor para el empoderamiento: dar información
“Hay un incremento constante de las cesáreas. Lo hemos estado monitoreando en hospitales de Buenos Aires”, dice el obstetra Guillermo Carroli, director del Centro Rosarino de Estudios Perinatales (CREP), que coordina la edición local del estudio internacional QUALI-DEC, impulsado por la OMS.
En la Argentina, el relevamiento se realiza en ocho hospitales públicos de la CABA. “Tomamos el parámetro de tasa de cesáreas que había el primer día de julio de 2022 y qué tasa va a haber el primero de julio de 2024”, explica Carroli. La meta es analizar si mediante determinadas intervenciones sobre la información y el acompañamiento disponible para la persona gestante, su entorno y el equipo de profesionales que la atiende se logra reducir la cantidad de cesáreas.
“La intervención más importante desde el punto de vista del empoderamiento de las personas gestantes es dar información”, remarca el especialista. Por eso, parte del trabajo es brindar a la paciente material impreso sobre riesgos y beneficios de cada forma de parto. Además, se auditan las cesáreas en todo el proceso “para evaluar si se puede modificar algún paso para mejorar la atención y evitar una próxima cesárea”.
“Estamos viendo muchas cesáreas a demanda. Hay una ley tan buena como la de parto respetado, pero la reglamentación no se hizo como correspondía y deja abierta una puerta para la decisión de la mujer sobre una cesárea, cuando no es lo mejor –sostiene el director del CREP–. Es un aspecto que habría que corregir de la reglamentación”.