“Ceremonia” es un espectáculo de criaturas de la tierra y del cielo: arañas, demonios, ángeles. Las acróbatas que suben y bajan de las telas encarnan figuras míticas, a veces ambiguas y hasta inclasificables. La música y la puesta en escena contribuyen a la creación de un ambiente sobrenatural, donde la razón se suspende.

“El primer cuadro está compuesto por telarañas, en donde me interesa hablar de los hilos del destino y la trama de la vida. El arriba y el abajo, la muerte, el hombre, la mujer”, dice a Tiempo Mariana Sánchez, la directora del Club de Trapecistas, el espacio donde se desarrolla el espectáculo, y creadora de la obra, junto a su compañía Circo Negro.

En el hiato que deja la enumeración de los temas sobre los que trata el espectáculo está todo.

Como las telarañas que suspenden a los acróbatas en el aire, “Ceremonia” deja varios hilos sueltos, que el espectador puede llenar oportunamente con su propia percepción.

“Me interesa explorar la conexión interioridad, como si fuera una gran meditación. Las obras te van  sacando de tu cabeza y llevando hacia el corazón, hacia un lugar más sensible desde donde recibir información. Estamos en una época de mucha mente y hay pocos espacios en donde podamos conectar con algo más sutil y abstracto, como son las emociones”, dice.

El contexto de este espectáculo también es enigmático. La obra se desarrolla en el Club de Trapecistas, una de las escuelas de artes del circo contemporáneo más importantes de América Latina, que este año está cumpliendo 20 años. Esa es una de las razones por las que esta obra se llama, precisamente, “Ceremonia”. Es un ritual para celebrar el tiempo pasado. 

Pero hay más que eso. El espectáculo es un revival de una puesta que hacía la misma compañía en los inicios de su fundación, hace dos décadas. Un hecho trágico ocurrió: la cantante lírica que participaba de esta misma obra falleció y la compañía nunca más pudo volver a ponerla en cartel. “Este año, a partir de un comentario que me hizo mi hija, empecé a pensar en reponer el Circo Negro porque había pasado el tiempo, las heridas van sanando y había que rendirle un homenaje a Tere, la cantante”, dice.

 Mariana conoció a Teresa a finales de los años ‘90. Trabajaban juntas en el restaurante Tagomago. Teresa cantaba y Mariana hacía un número en el trapecio, con un disfraz de ángel. Con algunas diferencias, ese es uno de los cuadros que se reiteran en esta puesta en escena. “Estamos honrando esta ausencia volviéndola presente. Por eso quise montar, con la misma canción que cantaba Tere, un cuadro que tuviese las mismas alitas y que reprodujera la esencia que tienen estos seres alados que bajan a la tierra, y hacen proezas y cosas imposibles”, cuenta.

Ceremonia y la historia desde atrás

El Club de Trapecistas aparece en la escena teatral en el año 2004. Desde sus comienzos, fusionó la escuela de acróbatas aéreos con producciones independientes propias y de terceros.

 Por las características del espacio y las disciplinas que se imparten, tiene una condición única en el circuito independiente. Es uno de los pocos espacios alternativos de la Ciudad de Buenos Aires que cuenta con una altura e infraestructura para el desarrollo de espectáculos y actividades aéreas y acrobáticas, fusionando la actividad teatral con el movimiento del Nuevo Circo, con propuestas que combinan todas las disciplinas escénicas. 

“Como creadores nos proponemos ofrecer un espacio de representación totalmente alternativo, dadas las características de infraestructura del espacio; el cual permite a diferentes actores de la actividad teatral no oficial poner en escena espectáculos que no requieran una composición (público, espacio escénico) clásica y tradicional.”

“En nuestro espacio de formación, a través de las clases regulares, formamos artistas que tienen la posibilidad de desarrollar proyectos que finalmente se estrenen en el espacio, como la obra “Fuega”, estrenada en 2019 y programada para su segunda temporada a partir de marzo 2020, cuyo elenco, autora y directora fueron íntegramente formadas en nuestra escuela”, explicó la directora.

En el Club de Trapecistas, «Ceremonia» es mucho más que un espectáculo; es un viaje a través de lo intangible, un puente entre lo terrenal y lo divino. Las acrobacias se convierten en metáforas de vida y muerte, y el escenario se transforma en un espacio de memoria, de sanación, donde las ausencias se vuelven presentes. Cada función no solo es un acto artístico, sino un ritual de conexión con lo que fue y lo que sigue siendo.

Funciones de Ceremonia: septiembre y octubre: sábados a las 21 y domingos a las 20

Dónde: Club de los Trapecistas

Dirección: Ferrari 252, Villa Crespo

Entradas con descuentos a estudiantes y jubilados

Reservas: por Alternativateatral.com

Duración: 55 minutos