Los relojes marcarán 8.30 en Medio Oriente, dos horas menos en Greenwich y 3.30 en las cercanías del Río de la Plata. En ese instante debería entrar en vigencia el acuerdo para un alto el fuego en la Franja de Gaza, anunciado por las negociaciones de Qatar, portavoz del grupo mediador integrado también por Egipto, Turquía y EE UU. Muchos analistas se siguen preguntando si no se trata de un pacto muy similar al que hace varias semana propusieron los palestinos y que los israelíes desestimaron una y otra vez, mientras continuaron con los ataques para profundizar su intervención.
Aunque la respuesta se acerque siempre al sí, lo concreto es que se trata de un alivio para millones. Para los casi tres millones de desplazados que aguardan con fruición la hora de retornar a sus hogares. Lo registró una agencia de noticias internacional: «Al fin podré cerrar mi carpa, volveré a mi casa, quitaré los escombros y colocaré mi carpa sobre ellos. Allí viviré con mis 10 hijos», dijo uno de ellos, conmocionado, llorando. Es un alivio para los israelíes que esperan algún grado de tranquilidad para vivir en una zona particularmente caliente: muchos de ellos siguen despotricando ahora contra Benjamín Netanyahu, como lo hicieron durante esta guerra eterna, como lo hacen habitualmente.
Al menos hace 467 días, cuando combatientes islamistas enrolados en el grupo Hamás ingresaron a territorio israelí y tomaron más de 250 rehenes en una operación que habría arrojado el saldo de más de 1200 muertos. Desde ese mismo día y durante prolongados 15 meses, las fuerzas armadas de Israel bombardearon sin piedad y ocuparon la Franja de Gaza. Desde ese momento, según estimaciones oficiales de la Agencia para los Refugiados Palestinos de la ONU, el número de muertos en Gaza supera los 46.000: casi un tercio de ellos, niños. Varias estimaciones evalúan que las víctimas fatales son muchas más. Por caso, un informe de London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), publicado en The Lancet puntualizó la cifra de muertos a fines de 2024 en casi 70 mil. Incluso luego del anuncio del acuerdo se volvieron a registrar incursiones isralíes que provocaron nuevos decesos y destrozos.
El acuerdo prevé que Israel empiece a retirar sus tropas de la Franja, además, de estipular que ambas partes entregarán prisioneros, así como se abrirán sin restricciones los corredores para que organizaciones asistenciales implementen ayuda de emergencia.
Se estipuló una primera etapa de 42 días, en la que Hamás se comprometió a entregar 33 rehenes a Israel; en primer lugar, mujeres y niños. Según las primeras informaciones, los primeros tres serían liberados hoy mismo, domingo. En la actualidad quedan en manos de Hamás, 98 de los más de 250 rehenes iniciales.
Del mismo modo, Israel registró su compromiso de dejar en libertad a 30 prisioneros palestinos por cada rehén civil, y a 50 por cada militar, muchos de ellos combatientes de Hamás, pero ninguno de los que intervinieron en el ataque del 7 de octubre de 2023.
Lo que aún no está claramente definido es de qué zonas específicas de la Franja de Gaza se retirará el ejército israelí, aunque la primera sería la del corredor Netzarim. Ese dato no es menor: permitiría a los desplazados del norte regresar a sus hogares, o “lo que quede de ellos”, como definió uno de los que anhela regresar. Además de facilitar el transporte de ayuda humanitaria.
Muy lejos de allí, también se celebró. Hace casi una semana Donald Trump había lanzado una amenaza: «Si estos rehenes no regresan antes de mi toma de posesión, habrá un infierno en el Cercano Oriente. Y eso no será bueno para nadie». Tal vez a él también lo haya conmovido el informe de Human Rights Watch que habla de que fueron arrasadas o seriamente dañadas más del 87% de las escuelas y universidades, y un 84 % de los centros sanitarios del territorio palestino.
Mientras tanto, desde Gaza, la Yihad Islámica Palestina, urgió a mediodía de ayer, sábado, a que Israel no dilate la implementación del acuerdo, que sin excusas cumpla la promesa de detener los bombardeos que sigue perpetrando. Advirtió que sino recibirán “a sus hijos en féretros”. «
Alto el fuego y liberación de rehenes: un tercio del gabinete de Netanyahu votó en contra
Muchos de los análisis, miradas y acusaciones apuntan a que el gobierno israelí, y más puntualmente la figura de Benjamín Netanyahu, cumplan lo pactado. Las mayores dudas se asientan en que, incluso cuando ya se había anunciado un acuerdo, Israel siquiera tuvo un gesto de buena voluntad y continuó sin miramientos con su andanada de incursiones, provocando más muertos y más destrozos.
La excusa de que se valieron las fuentes oficiales israelíes fue que el acuerdo debía ser aprobado por las diferentes instancias del gobierno. Pues eso ocurrió, aún con bemoles. Por caso, tras la previa aprobación en el parlamento del «pacto de liberación de rehenes y cese al fuego en la Franja de Gaza», generado por los países mediadores, le tocó hacerlo al gabinete de coalición del gobierno nacional liderado por Netanyahu. Se sospechaba que así ocurriría. Pero de inmediato un dato clave generó incertidumbre: 24 ministros votaron a favor del acuerdo, mientras que ocho se opusieron. Una tercera parte, el ala más dura del gobierno, del que el controversial primer ministro no está demasiado alejado.
Por caso, entre los opositores al pacto se encuentran, nada menos, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich. Otro político de peso, David Amsalem, actualmente como miembro de la Knesset (el parlamento) por el Likud, enlace con el gobierno, y exintegrante del gabinete, también expresó su enérgico rechazo. Tanto es así que casi «obligaron» a Netanyahu a requerirle garantías especiales a los Estados Unidos sobre la implementación del pacto, bajo la amenaza de reanudar las hostilidades si fracasan las negociaciones para una segunda fase del acuerdo.
El gobierno israelí anunció la decisión luego de la 1 del sábado, hora de Jerusalén, tras un prolongado y arduo debate del gabinete. Se extendió mucho después del inicio del Sabbath judío, lo que refleja la importancia del hecho. «