Por teléfono, su voz, con un dejo arrabalero, sonaba cavernosa.
–¿Te acordás de mí de a ratos?– preguntó.
La respuesta de su interlocutora, una tal «Angie», fue:
–Sí. Me acuerdo, quedate tranquilo.
El tipo, entonces, fue al grano:
–¿Cuándo nos vemos?
Ella, titubeando, respondió:
–Bueno, me fijo y te digo…
Pero él, ya contrariado, soltó:
–¿Qué? ¿Ahora tengo que pedir turno?
–Ponele…
A continuación hubo un pesado silencio, seguido por otras insistencias que la mujer eludió con esforzada elegancia.
Finalmente, la voz del rechazado sonó aún más cavernosa:
–Mirá que podés perder el laburo.
Aquel hombre era Carlos Melconian y Angie, una de sus secretarias.
Dicho diálogo forma parte del compilado de escuchas telefónicas que el periodista Tomás Méndez acaba de revelar en su programa de la señal Extra TV. Aquellos audios datan de cuando el actual edecán económico de Patricia Bullrich presidía, entre diciembre de 2015 y enero de 2017, el Banco Nación.
Pues bien, tanto su estilo personalista como su inocultable ambición por ser ministro de Hacienda del régimen de la alianza Cambiemos, junto a sus constantes peleas con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, hicieron que Mauricio Macri desconfiara de él. En consecuencia, lo sumó a su lista de «espiados».
De hecho, los registros en cuestión incluyen conversaciones con su mano derecha, Facundo Maino, en las que se deslizan presuntas trapisondas que van desde el acoso a sus empleadas, hasta la gestión de contratos a cambio de sexo, pasando por el tráfico de influencias y maniobras ilícitas para obtener beneficios crematísticos.
Al respecto, cabe resaltar que semejante fisgoneo corrió por cuenta de los “Súper Mario Bros”, el grupo de elite de la AFI macrista.
En este punto, no está de más resumir su trayectoria.
La gran oreja del macrismo
Prófugo desde diciembre de 2018, el tal «Verdura» –así como se lo conocía al narco Sergio Rodríguez– se entregó 15 meses después en el Juzgado Federal Nº 1 de Lomas de Zamora, a cargo de Federico Villena.
En su declaración indagatoria le soltó de entrada:
–¿Sabe, doctor? Conozco un abogado muy relacionado con «barras» de Independiente. Y que es agente de la AFI…
El juez puso cara de póker. Y sólo dijo:
–Prosiga.
–Ese hombre me dijo que la AFI podía darme protección, e incluso una credencial para moverme con libertad…
Ahora Villena lo oía con sumo interés. Y Verdura completó la frase:
–A cambio de algo, por supuesto.
Entonces se refirió a un «trabajito» que hizo en julio de 2018 por cuenta de dicho letrado, a quien identificó como Facundo Melo: la colocación de un paquete con 200 gramos de trotyl en un edificio de la avenida Callao al 1200. «No va explotar. Es para dar un susto nomás», lo apaciguó. Luego, cuando los técnicos de la Policía Federal lo desactivaron, fue hallado un mensaje escrito con letras recortadas de un diario: «José Luis Vila ladrón».
Éste era un funcionario del Ministerio de Defensa.
Villena se puso a trabajar de inmediato en el asunto. De modo que en pocos días tuvo unos 15 agentes de la AFI, encabezados por Melo.
En el allanamiento a su domicilio fue secuestrado su smartphone. Y ese aparato reveló la existencia del grupo de WhatsApp perteneciente a los Súper Mario Bros, donde hasta había legajos de personas fisgoneadas, entre muchas otras evidencias. Pero nada fue comparable con el tesoro informativo hallado en el celular de un colega suyo, el espía Leandro Araque: unos 2500 archivos con carpetas, audios y filmaciones.
A tal escenario también es necesario añadir a Diego Dalmau Pereyra, quien, en 2016, fue designado director de Contrainteligencia de la AFI. Fue al principio el brazo derecho de Silvia Majdalani, la «Señora 8» del organismo.
Y no demoró en convocar a un viejo discípulo suyo, Jorge Sáez, sobre quien depositó la tarea de seleccionar al personal.
El tipo entonces reclutó una pintoresca mixtura de policías porteños (en comisión) y otros personajes. Entre ellos, los ya mencionados Araque y Melo.
Dalmau Pereyra fue luego reemplazado por Alan Ruíz, quien pasó a ser el favorito de Majdalani.
A partir de ese mismo momento empezaron las maniobras de espionaje sobre objetivos kirchneristas, pero también eran colocados bajo el radar de la AFI ciertos funcionarios, legisladores y dirigentes de sus propias filas, como Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli y –tal como ahora saltó a la luz– el bueno de Melconian.
Ya se sabe que la súbita confesión de Verdura situó a esta banda en una zona de riesgo penal. El expediente pasó del despacho de Villena al del juez federal de Lomas, Juan Pablo Augé. De allí fue a parar a Comodoro Py, donde la instrucción a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi terminó paralizada por obra de la Cámara Federal, luego de ordenar que el exjefe de la AFI, Gustavo Arribas, y Majdalani fueran desprocesados por una razón muy atendible: ellos dijeron que los Súper Mario Bros eran «cuentapropistas», sin que sus acciones de espionaje fueran orgánicas. Les habían soltado la mano.
Sus integrantes quedaron con la sangre en el ojo.
Dicho sea de paso, hay un detalle para tener en cuenta: el espía Melo supo ser por entonces una fuente ocasional del periodista Méndez.
¿Acaso fue él quien le filtró los audios recientemente difundidos?
La hipótesis del fuego amigo
Las esquirlas mediáticas del asunto fueron amortiguadas por una infrecuente discreción: algunos noticieros ni lo mencionaron. Tanto es así que Melconian, al ser entrevistado en el programa A dos voces, de TN, únicamente se refirió a su intención –en caso de ser ministro del próximo gobierno– de reimplantar el impuesto a las ganancias. Fue como si habitara un mundo paralelo. A su vez, muy suelto de cuerpo, Macri farfulló: «Fue una operación sucia de campaña; el gobierno apela a cualquier cosa». En cambio, Bullrich recurrió a la idea de que la voz del economista fue simulada con «inteligencia artificial».
Sin embargo, en los pasillos de PRO –y especialmente en el entorno de su candidata– corre un secreto a voces: la hipótesis del «fuego amigo», y que apunta nada menos que hacia Macri.
¿Pero acaso no se supone que él apoya a Patricia? En apariencia. Porque –tal como se murmura en sus filas–, tras cargarse a Larreta, el expresidente ahora iría por ella, puesto que su obsesión es quedarse con toda la estructura partidaria, sin que haya otro jefe. Su idea –siempre según este razonamiento– sería recuperar su centralidad política entregándole el partido a Milei para que gobierne bajo su propio control.
Por lo pronto, desde el búnker de Juntos por el Cambio (JxC) también se mira con malos ojos a Majdalani, poniendo en tela de juicio su ajenidad en la operación contra Melconian.
Ocurre que, tras años de riguroso bajo perfil, ahora, en coincidencia con tal affaire, su nombre, de manera súbita, ha comenzado a sonar como posible ministra porteña de Justicia y Seguridad, si Jorge Macri gana las elecciones.
En fin, una trama maquiavélica en clave de comedia. «