La reunión que mantuvieron el viernes pasado el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, con representantes del sector frigorífico agrupados bajo el paraguas del Consejo Agropecuario Argentino, mostró la división que existe entre las patronales de la cadena de la carne y la posibilidad cierta de que surja un acuerdo entre ellas para mantener el precio de la carne de consumo interno, lo que permitiría el levantamiento del cese de las exportaciones mucho antes de los 30 días que decretó el gobierno.
Para el gobierno nacional, la prohibición de exportar carne fue la medida necesaria para poner en caja a un sector que se niega a trabajar con reglas. Hay que recordar que menos de un mes antes, el gobierno había impuesto un registro de exportaciones bajo la órbita del Ministerio de Agricultura.
Con todo, las autoridades nacionales no apuntan tanto hacia el Consorcio ABC, que agrupa a los grandes frigoríficos exportadores, sino a una multiplicidad de matarifes y frigoríficos que operan a fasón y que encontraron en las exportaciones a China la posibilidad de hacer una diferencia por la subfacturación de esas ventas y el depósito de los dólares negros en cuentas en el exterior. Eso fue lo que el ministro Kulfas llamó el «rulo ganadero».
Ayer, en declaraciones a la radio AM 750, Kulfas ratificó las acusaciones: «En el primer trimestre de este año la cantidad exportada aumentó 22 por ciento, pero en dólares ingresó la misma cantidad que el año pasado, en un contexto en el que los precios fueron hacia arriba”, precisó. Según el funcionario, existen «elementos contundentes de que hubo algunos exportadores que le robaron al país unos cuantos dólares; lo queremos ordenar ya; en cuanto termine de detectarse, los organismos correspondientes van a actuar con todas las de la ley”.
En la reunión del viernes, Kulfas y Español hablaron con los grandes frigoríficos del Consorcio ABC y Única, que agrupa a cerca de 40 establecimientos más chicos. Más allá de las quejas de rigor por la prohibición, la reunión trató de avanzar en salidas concretas que pasarán, necesariamente, por un ajuste entre los productores de ganado y los frigoríficos, y entre estos. Esta perspectiva es la que motivó las airadas protestas de ganaderos agrupados en Confederaciones Rurales, que a los gritos espetaban en las redes sociales: «Si las vacas son nuestras, ¿qué hace el Consejo (Agroindustrial Argentino) reunido con el gobierno? «.
Demanda y oferta
La producción de carne se ha visto sustancialmente alterada por dos factores: la caída del poder adquisitivo del salario y de los ingresos de la población en general y el aumento de las exportaciones, especialmente a China. Este cambio en la estructura de la demanda llevó a una modificación de la oferta de carne, ahora más preocupada por satisfacer el mercado externo que la alicaída demanda interna.
Según las estadísticas del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), la demanda interna se encuentra en un tobogán desde el cuarto trimestre de 2017. En aquel período, se volcaron al mercado interno un promedio mensual de 222 mil toneladas de res con hueso (un estándar de la industria para medir la producción), mientras que en el primer trimestre de este año ese promedio mensual fue de 175.800 toneladas, es decir, un 26% menos. «Es el volumen más bajo de los últimos dieciocho años para un primer trimestre», observó el IPCVA, poniendo la mirada en ese lacerante verano de 2003, cuando la población argentina aún sufría las consecuencias del derrumbe de la convertibilidad.
Del otro lado, las exportaciones dieron un salto, al punto de que ya rondan el 30% de la producción de carne. Diez años atrás apenas superaban el 5 por ciento. Esto ha llevado a que los ganaderos busquen generar el ganado que se exporta en detrimento del que se consume localmente. El que se vende afuera es más pesado.
Que las cosas no están bien dentro de la cadena de valor de la carne lo demuestra el hecho de que los frigoríficos admiten que el rulo existe, sólo que esperan que se ajuste allí. El gobierno les pide que trabajen en ello.