Una empresa de construcción ha cavado un pozo tan grande que la ciudad se está desmoronando y ahora el desafío de su dueño es encontrar al albañil capaz de llenarlo y construir su tan ansiado complejo habitacional. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia porque la obra de Julieta Grinspan fue pensada y escrita antes de la era Milei, aunque tal vez no tanto: los aromas de las tormentas siempre se presentan antes que la tempestad.

“Los actores me propusieron que lo dirija y cuando leí la obra me resultaba medio raro porque no lo había comprendido del todo, pero sabía que ahí había un potencial muy grande”, cuenta Carlos Belloso, el convocado para dirigir Operarius. “Con la puesta fuimos armando un sentido, porque si bien este es claro en los personajes y el discurso, está armado en forma de prosa poética, entonces hay una melodía interna que en la puesta la hicimos visible”.

El sentido anticipatorio de la sinopsis que describe la trama y permite percibir los sinsabores de su sentido, Belloso lo expande bastante más allá de la primera impresión. “Le hice la puesta de un absurdo cruel: me ajusto más a una tradición teatral que tiene que ver con Griselda Gambaro, o de arrabal, en la que si bien hay un absurdo y una poética dentro, los resultados son crueles. Hay una tensión de lucha de clases: hay un discurso hegemónico y puja distributiva (ríe)”. Así se anticipa una “crítica al capitalismo” con su “sistema de opresor y oprimido”, que tiene tal vez una de sus manifestaciones más visibles en “la supresión de la obra pública”, pero que subyace siempre que “haya trabajo”. Por eso ese solitario albañil y el pozo a rellenar son polisémicos. “Es el cuerpo del albañil que es sometido al tiempo que es intimado para trabajar”, mientras que el pozo “es el pozo de la obra en construcción, que son los cimientos y al mismo tiempo simbolizan otros pozos: desde los pozos provocados por la construcción de un edificio hasta los provocados por una bomba, y el consiguiente mensaje de un pozo: siempre que un pozo va a haber un muerto: en un entierro, en una bomba, en el armado de cimientos de un complejo habitacional, es el oficio que más se acerca a la esclavitud de las pirámides”.

El elenco de Operarius y Belloso.

La falta de albañiles también despierta la fantasía catastrófica de un mundo que, ante el avance de la inteligencia artificial y sus robots, ya no estimule a nadie querer ser obrero de la construcción. “A la máquina no se la puede disciplinar, no se puede discutir con la máquina porque se quedaría como un loco. Pero sí puede discutir con un albañil, decirle otra vez viniste borracho, otra vez hacés las cosas mal, y en esa discusión puede reflexionar por qué vino borracho, por qué falta: lo mismo que el poder de huelga, que algunos parecen creer que consiste en alguien que no quiere trabajar. No, es alguien que quiere reclamar sus derechos para trabajar mejor”.

Y no sólo los obreros se quedarían sin trabajo: nadie escribiría una obra de teatro porque no habría conflicto sobre el que indagar, pensar, descubrir sentires. “Podría quedar como algo pintoresco: yo tengo un ser humano trabajando todavía (risas)”. La risa le permite a Belloso introducir más reflexiones contemporáneas: “La idea de Terminator es que el capitalismo viene del futuro a destruir el presente para que esa máquina pueda sobrevivir. Milei la usa muy berretamente. Es tan grande y tan impune el capitalismo que genera la idea de que es más probable que venga el fin del mundo antes que el fin del capitalismo. Tiene que ver con eso de que las máquinas se van a quedar solas en este planeta mirándose entre sí y no haciendo absolutamente nada porque no tienen a quién joder. Esto del albañil solo en esa empresa, en esa magnitud de trabajo, queda un poco como un último sobreviviente ante esa grieta”.

Esteban Parola, Julieta Grinspan y Julia Nardozza.

Además de dirigir Operarius, Belloso estrenó como actor Una terapia integral junto con Carola Reyna, Juan Leyrado y Paola Krum, una obra de Marc Angelete y Cristina Clemente, dirigida por Nelson Vaente. “Siempre pongo un pie en el teatro comercial porque son otras expectativas y discursos, tanto mías como del público respecto a mí. Creo que expresarse artísticamente es algo inherente en mí y lo voy a hacer aunque vengan dos espectadores, es algo que no voy a poder dejar de hacer más allá de calcular si viene o no gente. Es algo inconsciente, como es inconsciente el éxito de las obras. A veces uno dice: ‘esto va a reventar’ y no viene nadie, y en otro sentido dice: ‘no se va a valorar’ y se llena de un día para otro. Esa incertidumbre que tiene presentar las cosas es parte del trabajo intelectual artístico: tiene que hacerse sí o sí, hay algo que tiene que llenar un lugar, el fracaso o el éxito. Es parte de la vitalidad que se necesita para ser actor, la zanahoria que uno necesita para seguir caminando”.

Decisiones que no se ven pero que después se pueden apreciar en escena y convierten a la obra en arte. “La incertidumbre económica es lo que prevalece en este momento. Pero culturalmente es otra línea. La batalla cultural es feroz y las provocaciones de este gobierno no dan tregua, y ante la confrontación también hay que confrontar culturalmente”.  «


Operarius, con la dirección de Carlos Belloso

De Julieta Grinspan. Intérpretes: Julieta Grinspan, Julia Nardozza, Esteban Parola. Sábados a las 21 en Hasta Trilce, Maza 177.

La industria inmobiliaria no suele ser muy escrupulosa.