El ministro de Economía, Luis Caputo, y su comitiva, integrada por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, y el titular del Banco Central, Santiago Bausili, regresa al país hoy, tras una semana en Washington, EE UU, donde participó de la Asamblea anual conjunta del Fondo Monetario y el Banco Mundial.

En el equipo económico hay satisfacción por partida doble. De un lado, porque se logró el que ha sido quizá el viaje más eficaz en materia de anuncios; del otro, porque mientras tanto se vivió la euforia financiera en Argentina que promete continuidad en el futuro próximo.

En el equipo económico, al igual que con el presidente Javier Milei, está sobrevalorado el humor de los mercados financieros. La euforia de los inversores poco tiene que ver con la idea de «confianza» o triunfo del libre mercado. En realidad, se trata del aprovechamiento de un gran negocio financiero, muy lejano de la vida cotidiana de millones de argentinos que sufren el ajuste de Caputo y Milei: el carry trade. Se trata de una operación simple por la que inversores cambian sus dólares a pesos, los invierten en cualquier instrumento que dé una renta por encima de la devaluación (plazo fijo tradicional, UVA, acciones, bonos, fondos) del 2% mensual y después de un tiempo vuelven a dólares. La tasa a la que crece el dólar equivale a un 26,82% anual mientras que la tasa de interés de política monetaria del Banco Central es del 49,15% anual. A partir de allí, para arriba.

Por otro lado, las charlas con el Fondo Monetario no derivaron en un compromiso concreto de fondos para la Argentina para levantar el cepo. Tampoco hay perspectivas de un nuevo acuerdo, al menos hasta que concluyan las elecciones presidenciales en Estados Unidos, un factor que impacta tanto en las expectativas de los argentinos como en las de los funcionarios del Fondo.

Impacto

De todas formas, la última semana fue fundamental para que varias consultoras cambien su perspectiva sobre la marcha de la economía argentina. Fue el caso de Cohen, que en un streaming el jueves pasado admitió que modificó su “view” hacia una perspectiva más positiva luego de los últimos hechos, que encajaron con los que se venían dando.

Los analistas de Cohen consideraron que en la base del análisis se encontraba el superávit fiscal, que, tras un fuerte impacto en la primera mitad de 2024, se trata ahora de “mantenimiento”. En ello pesaron la fuerte liquidación de dólares de la patronal agroexportadora, en base a la venta de granos de soja y maíz y su industrialización para exportar, más un crecimiento constante de las exportaciones de energía y el efecto del blanqueo.

Pero también pesaron los anuncios que realizó Caputo sobre la posibilidad de un préstamo en formato Repo (crédito a corto plazo garantizado con títulos públicos, una suerte de crédito prendario) que estaría avanzado en diálogo con bancos. A ello se agregaron los anuncios de préstamos de entidades financieras multilaterales como el BID, la CAF y el Banco Mundial, por un total de U$S 8000 millones.

Los analistas del mercado local, muchos de los cuales canalizan inversiones de carry trade, destacaron que estos anuncios entusiasmaron a «nuevos inversores» a poner en práctica el «carry trade».

El ingreso de dólares calma el valor de la divisa en el mercado financiero y eso reduce la brecha, lo cual elimina un potencial vector inflacionario.

Lo cierto es que el FMI se cuidó de comprometerse a los detalles de un nuevo acuerdo. En la conferencia de prensa del viernes, el encargado del «caso argentino», Luis Cubeddu, fue claro: «Vemos un claro compromiso del gobierno argentino en el equilibrio fiscal. Aún hay fuertes desafíos por superar». Mientras, el FMI no entregará nuevos fondos.